Capítulo 15.

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Tu melliza tiene razón, Ely, eres un tarado. ¿Cómo se te ocurre?.
Debí esperarme un par de días más para acercarme así o no lo sé, sólo se que lo hice estuvo mal. ¿Ahora como haré para que vea que no quise comprarla? Una chica como ella no perdona fácil y es muy necia como para aceptar así nada más que no quise hacer lo que piensa.

Ya le envíe muchos mensajes pero sólo los lee y no me contesta. No me he atrevido a llamarla. Lo se, soy un cobarde.
Quizá ella quiera que le de su espacio, ya pasamos más de veinticuatro horas juntos, esta claro que en algún punto ella iba a desesperarse de mi y además con lo que hice prácticamente corrió de la mansión...pero es que sus labios se miraban tan suaves y deliciosos que...¡No! ¡Para con esto ya, Ely! Si no jamás va a querer verte de nuevo.

Traté de despejar mi mente acomodando cosas de mi habitación pero llegué a acomodar todo y aún no podía dejar de pensar en ella golpeando almohadas que llevan mi cara con odio o lanzando dardos a mi fotografía en la pared.

Mi padre y el de Connor llegaron del trabajo y se metieron al nuevo cuarto de juegos. Quizá es eso lo que necesito ahora, un rato con hombres.
Me fui con ellos a la habitación que tenia la mesa de pool y tomé uno de esos palos de madera. No me regañen por no saber como se llaman, jamás me gusto jugar a estas cosas.

Desde que entre y cerré la puerta detrás de mi ellos se miraron uno al otro inseguros de que era lo que me ocurría. Yo nunca me hubiera metido a jugar con ellos a esto, lo odio, pero no tengo otra cosa que hacer mejor que estar aquí.

–Me uno al equipo de uno de ustedes.–Dije.

–Eh, esto no se juega en equipos, hijo.–Me dijo mi padre.

–Oh, como sea. Yo golpeo la bola.–Iba a golpear la bola de color negro pero me detuvieron.

–Se tira con la blanca, Ely.–Me interrumpió el señor Bosh.–¿Estas bien? Tu jamás jugaste a esto...

–¡Bien! Tengo problemas de chicas y quiero olvidarme un rato o seguiré enviandole mensajes y seré un pesado.–Apunté como pude a la bola blanca y la empuje con el palo.–¿Cúantos puntos gané por eso?.

–Ninguno, tienes que meter alguna bola en esto, ¿Ves?.–Sacó una red de un hoyo en un extremo de la mesa del juego.–Hijo, ¿Necesitas hablar?.

–Si.

–Entonces espera a que tu madre o la señora Bosh vengan.–Auch.–Ellas saben hablar con los muchachos, ¿Verdad?.

–Si, es como terapia gratis.–Asintió el señor Bosh.

–No, está bien. Sólo quiero dejar de pensar en ella, enseñenme a jugar.

–Esto no es para ti, mejor usa el tablero de ajedrez...

–Por esa razón tu hijo no deja de ser un rarito, George.–Le dijo a mi padre.–Enseñemosle a jugar mientras nos cuenta qué le pasa.

Y así fue. Me enseñaron las reglas y como jugaban ellos normalmente. La verdad fue fácil después de un rato.

–¿Y bien? ¿Esto es obra de la vecina?.–Dijo mi padre.

–¿Cómo saben que me gusta la vecina?.

–No a cualquiera le pagas un viaje de ida y vuelta en avión, le compras media tienda de ropa y un celular, hijo.

Demonios.

–Te dije que no revisaras mis movimientos con la tarjeta, papá.

–Lamento preocuparme con que mi hijo no quede en quiebra. Sabes que puedo darte todo el dinero que quieras pero me alarmó que gastaras tanto en un día.

–Deja tranquilo al muchacho, George. Quiere impresionar a la chica, está bien.

–El problema es que la chica piensa que quiero comprarla.–Tiré y metí todas las bolas que quedaban en la mesa.–Me vuelvo un maestro en esto, ¿No creen?.

–No cambies de tema, hijo. Queremos darte consejos de para conseguir chicas...

–¿Ustedes? ¡Se casaron hace más de veinte años!.

–¿¡Y!? Conquistar a tu madre no fue fácil. Ella también pensaba que la quería comprar con el dinero de mi familia...yo si quería hacer eso pero ese no es el punto.

–¡Le llenas la cabeza de tonterías al niño!.

–¡No me interrumpas! El punto es que después de un tiempo ella simplemente se acostumbró a mis regalos caros y mis momentos de acercamiento con ella se hicieron cada vez con menos peleas de por medio...

–No quiero sabes cómo Nina y yo fuimos concebidos, papá.–Me cubrí los oídos.

–No escuches a tu papá, Ely. El punto de toda esa basura que dijo es que no importa que ella piense que la compras, en algún punto termina por gustarle y te amará para siempre.

–Pero trata de no querer besarla unas horas antes o después de comprarle cosas, ¿Si? Ahí hasta yo pensaría que quieres comprar mi cariño.

–Está bien. En conclusión: Mi error fue querer besarla sin que me conociera aún.

–¡Exacto!. Ella tiene que acostumbrarse a que no es que quieras comprarla, simplemente te gusta regalar el dinero.–Ambos soltaron una carcajada.–Hijo, no creo que ella en su vida tuviera un amigo rico, mucho menos un pretendiente.

–De acuerdo. Voy a esperar a que me conozca bien para intentar algo más.–Deje a un lado el palo te madera y me dirigí a la salida de la habitación.–Oh, y si, odio este juego.

Los dos se rieron y entonces si salí del cierto de juegos.
Regresé a mi habitación y vi la hora, sólo habían pasado un par de horas después de que estuve aquí y mi celular aún me provocaba querer enviarle más y más mensajes.

Vamos, Ely, dale espacio. ¿Qué haces siempre que no estás pensando en chicas?.
Ves un largo maraton de Marvel. Solo has visto Guardianes De La Galaxia unas cuatro veces. Es tu mejor opción.

Y entonces puse la película en la pantalla de la sala de estar y me quedé ahí en el sofá viéndola y comiendo todo lo que las mucamas querían llevarme. Las chicas no son las únicas que ven películas cuando tienen problemas con una persona del sexo opuesto.

Que seas mi alegría.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora