El día terminó y no pasó nada más interesante que mis intentos de encontrar a Mía.
No lo hice. Esa chica si se sabe esconder.Mi madre había insistido en que cada uno de nosotros tres tendríamos un auto para ir y venir en la ciudad ya que no pudimos conseguir que el chofer viajara a vivir con nosotros.
Por ahora sólo teníamos uno y era el de Connor. En los siguientes días nos entregarían el mío, no era necesario el de Nina teniendo en cuenta que Connor la llevaba a todos lados.Entonces regresamos a la mansión en él y cada quién se fue a hacer sus cosas.
Se suponía que tendría que estar desempacando pero no podía dejar de pensar en Mía.
Quería hablar con ella... No, más bien necesitaba hablar con ella.Traté de encontrarla en las redes sociales de la escuela pero estaba igual de escondida que en persona. Imposible atinar a su apellido y además cabía la posibilidad de que no tuviera un perfil.
Dejé la laptop a un lado junto con mi celular y los ignoré a ambos por un rato. Ya estaba arto.
Como caída del cielo llegó una pequeñita a a mi habitación.
—Ely, dice mi mami que si me acompañas a la piscina para jugar con mi ballena.
—¿¡Tenemos una ballena en la mansión!?— fingí sorpresa.
Claramente se trataba de una imaginaria.
—Si y quiere jugar, ¿vamos?.
No hay nada más desestresante para mí en la vida que jugar con Amy y sus amigos imaginarios. A veces me daba un poco de miedo pero es algo normal ya.
Busqué una toalla y short para el agua y la acompañé a la piscina. Después de todo ya tenía ganas de estrenarla.Nina se estaba bronceando en una tumbona junto a Connor. Yo me lancé al agua corriendo desde la puerta tracera y Amy corrió detrás de mí tirándose al agua también pero siendo atrapada por mí en cuanto tocó el agua.
Estuvimos jugando un rato con "la ballena" de Amy y con la pelota de playa hasta que ella se cansó y tuve que salirme con ella.
—¿Nos cambiamos y dibujas conmigo?— me preguntó la pequeña.
—Si, corre a cambiarte.
Me fui a mi cuarto y me di una ducha rápida para quitarme el olor a cloro y mientras me vestía decidí ver por el balcón si Amy ya estaba esperándome abajo, pero lo que encontré fue mucho mejor.
No lo podía creer al principio, ¡era Mía!.
Estaba en la ventana de la casa con los cristales rotos mirando hacia la calle con su cara de tristeza ya conocida.Al principio traté de llamarla por su nombre sin tener éxito. Después recurrí a soltar un chiflido escandaloso poniando dos dedos en mi boca. Ella comenzó a mirar a todos lados.
Después de unos segundos dio conmigo en mi balcón y abrió los ojos sorprendida.La salude con la mano y bajé corriendo las escaleras directo a la salida.
La señora Bosh me preguntó a donde iba.—A saludar a los vecinos— dije saltando el sofá. —Dile a Amy que yo quiero colorear el pastel y no la flor...
Salí de la mansión y crucé al jardín para después rodear todo de nuevo y llegar a la casa de los cristales rotos.
Llamé a la puerta y un segundo después de que una de las cortinas se moviera me abrió la puerta y me metió a la casa jalandome de la camiseta.
—¿¡Acaso estas loco!?.
—Me metes así a tu casa, ¿y yo soy el loco?.
—¡Si te ven afuera le dirán a mi padre y él me meterá a un internado de monjas por hablar con chicos!...
—Wow, tranquila— me reí un poco. —Sólo vine a saludarte. En la escuela no quisiste hablar conmigo.
—No hablo con nadie en la escuela, Ely.
—Pero yo quiero ser tu amigo...
—¡Pues yo no!.
—¿¡Por qué!?.
—¡No me grites!.
—¡Lo haré si tu lo haces primero!— dejó caer sus hombros vencida y suspiró.
—¿Acaso eres sordo o ciego?— me preguntó. —Ya te explicaron la razón por la que nadie debe querer interactuar conmigo, ¿no?. Te lo dijo Lauren y tambien te lo demostró cuando se rió de mí.
—¿Hablas de esa chica que me sentó con ella en el almuerzo?.
—Si, ella— se llevó las manos a la cara y se dejó caer al sofá detrás de ella. —Ely, de verdad no entiendes todos los problemas que me causa que alguien me hable. ¡Mucho más si es un chico y tan lindo como tú!...
–Espera, ¿Qué?.–Solté una risa pequeña y me senté a su lado.
–¡Olvida lo que dije! El punto es que no entiendes nada.–Miró al suelo.
No sabía hacerla entrar en confianza conmigo y de verdad quería que lo hiciera. El contacto físico no funcionaria con una chica que me ha querido alejar desde que me conoció.
–Entenderia si me lo explicaras.–Susurré.
Levantó un poco loirada hacia mí y estuvo a punto de hablar cuando un celular en la parte tracera de su pantalón sonó.
Lo sacó y vio la pantalla con miedo.–Es mi papá. Los vecinos debieron decirle algo, por favor vete.
–¿Qué? ¿Cómo?.–No pude hablar mucho pues ella ya me estaba sacando de la casa.
Me cerró la puerta en la cara antes de que pudiera protestar. Escuché cómo contestaba el celular y subía trotando las escaleras rápidamente. Debía estar en su habitación.
–¡Por lo menos dame tu numero!.–Grite rodeando mi boca con ambas manos.
La charla entre su padre y ella al teléfono siguió por unos minutos más. No entendía que decía, sólo escuchaba murmullos. Me quedé ahí hasta que colgara porque tenía la esperanza de que no fuera nada y me dejara entrar de nuevo, pero no pasó.
Cuando colgó el teléfono sólo se asomó por la ventana craqueada de su habitación y me vio desde ahí.
–Holiwi.–Salude agitando mi mano.
–¿Sigues ahí?.
–No, soy Nina. La melliza de Ely, me dijo que esperara que le dieras tu numero.
No logré ni siquiera una sonrisa con mi chiste.
–Que fea mujer eres, Nina.–Bromeo.–Dile a tu hermano que deje de molestarme, ya viene mi papá.
Y sin decir nada más dejó caer desde su ventana una hoja de papel rosa pastel con unos números en él.
Ese sólo papelito dio inicio a la primer mejor noche de mi vida.
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Que seas mi alegría.
Teen Fiction¿Conocen la historia donde una chica fue los ojos del chico que estaba enamorado de ella después de un accidente? Pues no sólo es mi hermana esa chica, somos mellizos, eso significa que me paresco en muchas cosas a ella o ella a mi. Supongo que esta...