Capítulo 20

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Esa noche charlamos en el techo hasta que la convencí completamente de que ahora eramos novios y nada del mundo me haría querer dejarla u olvidarme de lo que había pasado.

Después le di las buenas noches con un beso en la frente y me fui a mi casa para dejarla descansar.

Me dormí en cuanto toque la almohada pero también comencé a soñar en cuando hice eso. Mía provocaba cosas en mi que ninguna otra persona había podido.

Al día siguiente, no estoy seguro de cuanto tiempo pasó para que yo estuviera listo, todos se asombraron pues al levantarse el desayuno ya estaba preparado por mi con la ayuda de Maxine y el apoyo moral de Marian.

–¿Qué pasó aquí? ¿Pasó el tren de la alegría?.–Preguntó mi madre cuando entró al comedor y vio la mesa puesta con las flores que yo había puesto.

–Claro que si y si no sonríes ahora, querida y maravillosa madre, te lo perderas.–Le puse una de las flores en la oreja y la acompañé del brazo hasta su silla.

Mi papá se sentó a un lado de ella y los señores Bosh llegaron unos minutos después con Connor cargando a Nina siguiendolos.

–Familia Stobbe y Bosh...Maxine y Marian...–Dije de pie antes de servir el desayuno.–Se viene una noticia que asombrara hasta al más incrédulo.

–¿Por fin vendiste tus mamelucos de Star Wars?.–Dijo Amy.

–Eso nunca.–Señalé a Marian.–Redobles por favor.–La mucama de mala gana dejó a un lado su novela para hacer redobles con unas cucharas en la barra.–¡Mía ahora es mi novia!.

A continuación se precipitó el silencio más profundo que jamás pensé tener en esta casa.
Comenzaba a alarmarme cuando todo volvió a la normalidad y mi familia estalló en ruido.

–¡Mi muchacho lo logró!.–Dijo el señor Bosh.

–¡Callate, Nethan, es mi muchacho!.–Celebró mi papá.

Mi madre no se quedó callada ni mucho menos mi hermana, Connor o Amy. Todos estaban felices por mi y por la noticia.

Cuando llegó la hora de ir a la escuela subí a mi auto y rodeé la mansión para pasar por Mía a su casa y poder llegar a la escuela juntos como la pareja perfecta que eramos ahora.

Me estacioné frente a su puerta y bajé para abrir la puerta del copiloto y después decir mirando a su ventana.

-¡Vuestro caballero de brillante armadura espera ancioso junto a su caballo pura sangre a que usted mi bella damisela se asome por la ventana de sus aposentos y me permita ver su belleza matutina!.

Si, a veces se me salia lo Shakespiere. Y por a veces me refiero a casi todo el tiempo.

No pasó mucho tiempo hasta que un paquete pesado callera al césped muerto deo jardín de Mía desde su ventana. Ese paquete parecía ser su mochila.
Me acerqué para levantarla y volví a mirar hacia arriba donde me encontré con que ella estaba a punto de saltar también.

–¡Espera! ¡No! ¡Mía!.–Demasiado tarde, mi novia me calló encima.

Se levantó rapidamente y me ayudó a levantarme también.

–Corre, vámonos.–Me tomó de la mano y tiró de mi.

–Espera, ¿Qué pasó?...

–Sólo vámonos rápido.

No protesté, no hubo tiempo para hacerlo. Subió al auto y yo cerré su puerta para después correr a sentarme en mi lugar.

–Eh, ¿Buenos días?.–Me reí encendiendo el auto.

–Hola, caballero de brillante armadura.–Miró hacia la puerta de su casa antes de que arrancáramos.

–Bueno, por lo menos alguien de toma el tiempo para escuchar mis...–Una mano se posó en mi mejilla izquierda y un beso en la derecha.

Linda forma de callarme.

–Escucharte hablar como Romeo es la mejor parte del día.

Una sonrisa de orea a oreja se formó instantáneamente en mi rostro.

–Bueno, si hablo como Romeo tu te crees Rapunzel. ¿Por qué saltaste así de ventana? ¡Estabas en un segundo piso!.

–De otra manera no me hubieran dejado salir de la casa.

–¿Qué? ¿Por qué?.

–Digamos que alguien le contó a mi padre que su hija estuvo en el techo de su casa acostada en un colchón del basurero con un chico. El desayuno familiar fue interesante.

Pasé saliva de sólo imaginarme metido en esa escena. Ahora su padre quería matarme más aun que cuando me rompió los lentes, ahora quería romperme los huesos.

–¿Y te prohibió salir?.–Tenia miedo de preguntar pero aún así lo hice.

–En realidad me prohibió verte. Me dijo que él me llevaría a la escuela pero ambos sabemos que sólo era para asegurarse de que no iba a irme contigo.

–Entonces ahora que se de cuenta de que viniste conmigo va a organizar un linchamiento para mí.

–Exactamente. Quizá las vecinas lo ayuden.–Se rió.

Mi manos al volante comenzaron a sudar y una nueva idea en mi cabeza surgió.
Su papá iría a buscarnos a la escuela, ¿Qué pasa si no estamos ahí?.

Fue entonces cuando giré el volante del auto bruscamente y cambié de ruta.

–Ey, ¿Qué haces? Por aquí no se llega a la escuela.

–Eso lo se.–Reí malicioso.

–¿Qué planeas, Romeo?.–Ella también sonrió.

–Dime, ¿Dónde venden buena pizza por aquí?.

.-.-.-.-.-.-.-.-.

–No entiendo el 90% de cosas que planeas, ¿Te lo he dicho?.–Me preguntó Mía mientras esperabamos por nuestra pizza.

–¡Es fácil! comemos nuestra pizza en un lugar de adolescentes normales y sociales. Nuestros padres jamás pensarían que vendríamos a un lugar lleno de gente.

Y yo tenia razón.
Mía me dijo que la pista de patinaje de la ciudad era normalmente ocupada todos los días por estudiantes que practicaban para competencias o por simple gusto. En ese mismo lugar había un apartado para comer y fue ahí donde estábamos ahora sentados comiendo nuestra pizza jumbo

–No es tan buena.–Dije después de unas mordidas.

–Es barata. Es la que siempre compro.

–¿Eso significa que sabes patinar?. Si siempre vienes a este lugar no puedes decirme que sólo era por la pizza.

–En realidad si. Jamás aprendí a usar esas cosas de cuatro ruedas que hacen que te estampes en el suelo.

Solté una carcajara y me levanté.

–Haberlo dicho antes.–Acaba tu rebanada de plástico mientras voy a rentar un par de patines.

–Espera, ¿Cómo sabrás que talla soy?.

–Ya te he comprado zapatos antes, recuerdalo.–Apretujé sus mejillas y corrí a la barra antes de que pudiera decir otra cosa.

Que seas mi alegría.Where stories live. Discover now