Epílogo

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El viento soplaba de manera cálida en pleno Septiembre. Young se sentía algo confundida. Con tan solo cuatro añitos sabía que odiaba, irrevocablemente, ver a la gente llorar, pero de alguna manera le estaba matando ver a ese niño, no mucho más grande que ella, llorar desconsolado.

Ella era consciente de que estaba en un entierro y lo que eso significaba. Y sabía que ese niño tan pálido, que estaba al otro lado de la tumba, debía ser familiar del antiguo profesor que su papi tuvo en la universidad.

Tomó la manito de su hermano Jimin, para evitar salir corriendo a abrazar a ese niño que tanto le había llamado la atención. Jimin la miró frunciendo el ceño pero acepto tomarle de la mano. Él sólo era un año mayor que ella pero sabía que aquello podía ser duro para ella. No todos los días vas al entierro de alguien y vives tan de cerca el luto.

─ Oppa, ¿crees que si voy a abrazar a ese niño de ahí este mal?

Jimin miró detenidamente al niño que Young le estaba señalando, parecía de su edad y no vio nada malo en que ella fuera a estar un rato con ese niño.

No le habló, simplemente le dio la señal para que fuera con él.

Young soltó la mano de su hermano, y sorprendiendo a sus padres, cruzó los metros que lo separaban de él y sin pensarlo dos veces, se lanzó a abrazar al niño que lloraba desconsolado.

El niño, de seis años, quedó sorprendido. Jamás nadie le había abrazado así, porque realmente él odiaba el contacto físico. Incluso le pegó a esa niña de su clase que le dio un beso en la mejilla el día de su cumpleaños. Pero de alguna manera sintió ese abrazo bastante cálido y con algo de amor.

─ No llores niño, no llores. – le dijo Young a punto de llorar ella también.

─ Dejo de llorar si me dejas de abrazar. – contestó rojo cual tomate, mientras toda su familia lo miraba en esa situación bastante incómoda.

Young no le hizo caso y continúo abrazándolo porque ella sabía perfectamente, de mano de su abuela, que los abrazos curaban las enfermedades.

El niño se dejó hacer, dudaba de si golpearla o no, pero ese abrazo era reconfortante. La pequeña poco a poco fue deshaciendo el abrazo con el pasar de los minutos y cuando soltó por completo al niño, dejó sus dos manitos sobre el hombro de este.

El niño, le dio un beso en la mejilla, y toda su familia se sorprendió.

Él no era así.

─ Gracias, pequeña. – le contestó mientras le revolvía el pelo.

─ ¿Pequeña? – dijo Young enfadada.

─ Eres más bajita que yo...

─ No me gusta ese apodo.

─ ¿Quieres ir a beber zumo? – preguntó el niño intentando hacer que la niña dejara el enfado.

─ Sólo si me dices tu nombre – contestó ella sonriendo porque amaba el zumo de manzana.

─Yoongi, y ¿tú?

─Young Mi, pero me puedes decir Mimi.

Yoongi, el niño, cogió de la manito a Young Mi, y se llevó al lugar que había reservado la familia para tomar unos aperitivos.

Al llegar al lugar, arrastró una silla cerca de una de las mesas y ayudó a Young Mi a sentarse en ella, y después arrastró una para él, quedando casi pegado a la de la niña.

Se sonrieron mutuamente, y el niño se sirvió zumo a la niña, sin derramar ninguna gota por la mesa.

─ No has derramado nada. – dijo la niña sorprendida.

─ Soy un niño mayor. – dijo éste sonriéndole y con algo de orgullo.

Young le sonrió de vuelta y juró, con cuatro añitos, que quería que él fuera su amigo para siempre.

─ Oppa, ¿quieres ser mi amigo? – preguntó ella tímidamente.

─ Sólo si me das un besito en la mejilla.

Yoongi sonrió ante el tacto de los labios de la niña. Estuvieron un rato hablando de cosas variadas, como de quien sabía más sonidos de animales o sobre quien se sabía más letras del abecedario.

En todo momento estaban siendo observados por sus padres, que se sentían complacidos al ver que sus hijos se llevaban tan bien.

─ ¿Tienes novia? – preguntó Young Mi inocentemente. – Todos los niños de mi clase tienen, siempre juegan juntos y se dan la manito cuando van al patio.

─ No, las niñas de mi clase son feas y tontas.

─ ¿Yo soy tonta y fea? – preguntó la niña tímidamente.

El Yoongi de seis años pensó que esa niña era curiosa y aunque a él le irritaran las niñas curiosas, pensó que esa niña se veía bonita de esa manera. Su mente se sentía confundida. Jamás había conocido a una persona tan directa, y aunque realmente no quería contestar esa pregunta igualmente lo hizo.

─ No.

─ Tu tampoco eres feo y tonto – contestó ella mientras se bebía el último sorbo de zumo que le quedaba.

─ Entonces, puedes ser mi novia.

─ ¡Sí! – contestó Young Mi emocionada porque por fin tenía un novio al que cogerle la manito.

Se abrazaron mutuamente y se quedaron hablando durante mucho rato. Lo que ellos no sabían, es que no se volverían a ver jamás, bueno, eso no es verdad, ya lo sabéis.

Pero tanto los padres de Young como los de Yoongi, hicieron caso omiso a los reclamos de sus hijos diciendo que querían verse. Young lloró por días porque sus padres no le hacían caso. Y Yoongi simplemente dejó de llorar cuando se dio cuenta de que jamás volvería a ver a la niña menos fea y tonta de la tierra.

Eso afectó de gran manera a la adolescencia de ambos. En Young afecto de una manera incorrecta, siempre buscaba a alguien con quien sujetar la manito y abrazarle, siempre buscaba curar con abrazos los llantos de los demás. Por eso se enamoró de Jaebum cuando tenía doce años, porque él lloraba y se dejó consolar por ella.

En cambio Yoongi, se transformó en una persona más fría. Odiaba ser abrazado o tocado por alguien, porque en lo más profundo de su subconsciente, no había nadie que le brindara ese calor que una niña de cuatro años le brindó un día.

¿Sí sus padres les hubiera hecho caso, y ambos hubieran mantenido contacto por siempre, hubieran terminado juntos?

Yo creo que sí, realmente, de alguna manera mística, ambas almas estaban entrelazadas y siempre, bajo cualquier circunstancia se iban a volver a encontrar.

Como aquella vez en la que Young estaba jugando en el parque con ocho años y se cayó, haciéndose daño en la rodilla, y Yoongi, con diez años, la ayudó a levantarse. Después de cuatro años se habían vuelto a encontrar, pero ninguno pudo reconocer al otro, porque sólo intercambiaron un "gracias".

También como aquella vez cuando Young estaba recién empezando a salir con Kyungho, y dejó pasar a Yoongi primero en la cola del supermercado porque él sólo llevaba una lata de coca-cola. Se volvieron a encontrar cuatro años después, pero tampoco se reconocieron porque sólo intercambiaron un "gracias".

Pero todo cambió cuando Young fue capaz de ir a enfrentar al gran Suga, intercambiaron muchas palabras, besos y caricias, pero no se reconocieron. Porque el recuerdo del otro estaba guardado en un lugar del corazón de ambos que jamás quisieron tocar, porque era lo más hermoso que les había sucedido nunca.

Hasta aquella vez que Yoongi se acordó de ella en la cena de su familia. Young luchó por años intentando recordar esa parte de su vida, y lo consiguió en el parto de su segundo hijo, recordó claramente como Yoongi le había dicho que fueran novios, recordó claramente como lloro por días, pero lo más preciado fue cuando recordó todas las veces que se había encontrado con Yoongi sin saber que era él. Porque no solo fueron la vez en el parque o en el supermercado, sino también en el cine, en una discoteca e incluso en una tienda de pollos apartada de la ciudad.

Ellos estaban destinados, y es que nadie puede hacer nada contra el destino. Si el destino quiere que dos almas estén juntas para siempre, lo van a estar, como Young y Yoongi lo estaban, lo están y lo estarán. 

Memories ➵ MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora