En mis brazos

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Ambos se encontraban en el departamento, Milo miro con cierto asombro el departamento, era elegante, igual que su departamento en donde se hospedaba, pero eso no era el caso, sino que en sus manos se encontraba el pequeño, que no se negaba en en separarse.

—Bien, ¿quieres beber algo? —preguntó el francés.

—¿He? bueno... —fue interrumpido.

—Descuida te traeré un poco de jugo... —dijo el francés.

Aquello le pareció algo raro, aunque finalizó por dejarse llevar, total no era su hogar y simplemente debería aceptar, el pequeño terminó por separarse, se colocó enfrente de aquella pequeña mesita, mientras que su papi se encontraba sentado enfrente de él, Milo no estaba impuesto a escuchar aquella palabra "Papi" le parecía un poco extraño, Camus había regresado trayendo un poco de vino, el griego miró confuso, aunque eso no era todo, seguido de eso se encontraba un pequeño plato de fruta picada, de preferencia manzana.

—¿Vino? —preguntó el griego.

—Perdón, es que no tengo juego, aun no he comprado esos tipos de cosas —dijo con una sonrisa algo nerviosa.

—Entiendo, pero ¿porque la fruta? —preguntó mientras sostenía la pequeña copa con vino.

—¡Oh! Eso es para el pequeño, se que le gustara. Aparte si tu quieres puedes tomar —dijo el francés mientras miraba al menor.

Milo miró al francés, podía ver como aquel francés no quitaba su vista del pequeño que a duras penas podía comer aquel trozo de manzana, se veía tan nostálgico al mirar al pequeño, una leve sonrisa se notaba, aunque se miraba tan deprimido.

El silencio había inundado la habitación hasta que Milo habló, el bicho se encontraba un tanto tranquilo, sus ojos denotaban una especie de seriedad y ambición aunque pronto al sentir la mirada del francés aquello se redujo y cambió por completo.

—No pensé que me fueras a invitar a tu casa, de hecho ni siquiera pensé que me fuera a quedar en Francia —dijo mientras dejaba la copa de vino en la mesita —Estaba seguro de que me echaras desde el primer momento que me vieras —dijo.

—Pensaba eso cuando te viera, pero, ahora con el pequeño Milo, no se como vaya a irme, no me recuerda y eso es lo que no entiendo —dijo el francés.

—Tal vez sea porque quedó encerrado y se abrió nuevamente —respondió intentando dar lógica.

—¿Tu crees eso? —preguntó el francés.

Milo estaba por responder, pero la puerta fue llamado, el francés se puso de pie, confuso de quien se trataba, puesto no esperaba a nadie más, estaba seguro que sus padres sabían de que estaría en casa, pero era extraño, abrió la puerta llevándose un susto, puesto un pelirrojo tipo había empujado al francés, entrando al departamento.

Esto alarmó demasiado al pequeño y pronto a Milo quien se dirigió hacia la entrada, en donde miro a Camus que era sujetado con firmeza por aquel pelirrojo.

—Eres el mismo visitante del otro día —hablaba el griego confuso —Oyes lastimas a Camus —dijo de manera calmada.

—Pensé que ya te habías largado, aunque deberías de saber que Camus y yo, estamos saliendo, no pensé que saliera con alguien que no fuera de su propia nacionalidad —dijo el pelirrojo con cierto toque de burla y molestia.

—No estamos saliendo, aparte, desde cuando salimos nosotros dos Surt... —esta vez fue Camus que intentaba separarse.

La discusión se prolongó por un rato, haciendo que el pequeño que estaba oculto miraba aquello con terror, nuevamente aquellas imágenes surgieron, su cabecita le dolía, miraba aquello con cierto toque de miedo, se hacía chico, se agacho cubrió sus orejas queriendo no escuchar, pero las imágenes del pasado no se detuvieron.

Un... ¡¿Pequeño?! [Libro 1][EDITADA]Where stories live. Discover now