Me llamo...

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Camus se encontraba observando al ser diminuto, no entendía cómo es que había esos seres fantásticos en la vida real, algo andaba mal. Lo sabía en absoluto. Miro hacia el cofre, aquello le hizo sentir curiosidad, puesto al acercarse miro al pequeño que intentaba salir.

Intentaba subir, sus piecitos se movían de un lado a otro queriendo trepar, pero aquello se había hecho eterno y terminó por caer al suelo. Camus iba a acercarse, pero miro al jovencito que había sonreído, su sonrisa era determinada, queriendo decir que no se rendiría e intentaría seguir.

Su cabellera que llegaba a mitad de su cintura era un color morado, unos enormes ojos zafiro, una piel morena, su vestimenta consistía en una camisa de color beige que llegaba a mitad de sus muslos, un cinturón que estaba sobre la camisa, en la cintura y unos pantalones igual de color, sus zapatos eran sandalias de correa que llegaban hasta su rodilla, en sus manitas poseía una especie de brazaletes de cuero.

El diminuto intentaba salir pero las veces que lo hacía caía hacia atrás.

Camus alzó una ceja al mirar al pequeño, sabiendo el resultado, aunque el pequeño parecía decidido, no quería quedarse en esa cofre, estaba terco por salir. No pensaba en tocar a ese pequeño, no quería que algo le pasara a su persona, pero no lo ayudaría.

Una última vez había sido todo, el pequeño cayó de espaldas, mirando hacia lo alto, sus ojos zafiro comenzaban a cristalizarse, estaba por llorar, sus labios se apretaron.

—¡Buaaaaa! —lloro, mientras aun seguía recostado.

Camus se había sorprendido, aquello jamás lo vio venir, sus nervios aumentaron, camino con calma, hacia una repisa tomó un bolígrafo y regreso a la mesa, en donde aun estaba ese pequeño, que ya comenzaba a guardar silencio.

El pequeño tomó asiento, ladeo la cabeza confuso por lo que hacía el mayor, aunque ver aquel enorme bolígrafo acercarse a su pequeña persona terminó por correr a una esquina, en donde simplemente se hizo bolita y se dedicó a seguir llorando.

—Esto es estúpido —susurro —Vamos toma el bolígrafo, ¿acaso no quieres salir? —preguntó.

El pequeño giro su vista hacia el alto, para pronto girar hacia el bolígrafo, pudo ver más arriba la mano del alto, se puso de pie y se encaminó poco a poco, tenía sus miedos, ya que era la primera vez en su vida que había visto aquel objeto.

Una vez que toco el objeto con su mano, sonrió enormemente, abrazo aquel bolígrafo, con la intención de poder salir, estaba más que nada feliz. Sonrió enormemente al no morir por aquel objeto. Había salido de la cofré y había sido puesto sobre la madera de la mesa, el pequeño no deseaba soltarse puesto aun le tenia miedo, puesto pensaba que algo lo mataría en aquella madera.

Camus movió un poco el bolígrafo, haciendo que el pequeño se aferró aún más, no quería morir, estaba balbuceando cosas sin sentido. Finalmente había caído, había quedado sentado mientras miraba cómo el bolígrafo desaparecía a lo lejos, Camus simplemente había guardado dicho instrumento.

—¿Que clase de monstruo eres? —pregunto en susurro.

El pequeño comenzó a mirar a todos lados, corría de un lado a otro mirando a todos, viendo cómo a lo lejos estaba la casa decorada, Camu se sentía ignorado por el pequeño, puesto a decir verdad, corría por toda la mesa, mientras alzaba sus manitas y en algunos casos señalaba hacia algunos objetos extraños para él.

—Oyes... Ey... Cosa rara... —llamaba Camus de manera tranquila.

Pero no tenía respuesta o señal de ponerle atención, podía verlo ver corriendo aquello era el colmo, no entendía cómo llamar la atención del pequeño. Camus solamente se limitó a ponerse de pie, dirigiéndose a quien sabe donde, el pequeño se detuvo, giró su vista hacia el alto y abrió su pequeña boquita.

Un... ¡¿Pequeño?! [Libro 1][EDITADA]Where stories live. Discover now