Mamá Mystoria

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Había pasado las horas investigando, Degel, quien era repetido por el pequeño varias veces había sido imposible encontrar información, por el simple hecho de de que lo que existía, era su día de nacimiento y muerte, seguido de un poco de información breve, acerca de pequeños sucesos que no estaban bien describirlos, aunque le parecía extraño.

Había algo que jamas entendería, había descubierto y por cosas sin importancia, que su "madre" mencionaba de vez en cuando el nombre de dicha mansión, puesto era joven y no solía importarle mucho.

Para otro día comenzó a hacer su papeleo, renunció a su trabajo y así como lo hizo buscó unos boletos, esta vez lo hizo por medio de un avión, quería llegar lo más pronto posible a su destino, el pequeño Milo iba con una enorme sonrisa, oculto levemente entre la ropa de su mami.

[...]

Estaba listo. En la salida de su viaje a menos de ese edificio, miró a su padre a su lado iba Gestalt, un hombre de postura demasiado serio, no entendía cómo ambos se llevaban tan bien, sabiendo que ambos tenían el mismo carácter.

Camus terminó por acercarse, miro con atención a ambos para pronto escuchar el saludo de Gestalt. Era confuso pero no se negaba a un simple saludo.

-Buenos días Camus -Saludo el pelinegro con educación.

-¿Esta es tu decisión? -pregunto Ecarlate de una manera seria.

-Si papá, aparte tu mismo me has planteado que no es necesarios que trabaje -dijo Camus en respuesta.

-Bien, iremos pronto a casa, tu madre debe de estar feliz por tu regreso -dijo el pelirrojo adentrándose caminando hacia un auto, color negro.

Camus los seguía desde atrás, podía escuchar desde lejos lo que hablaban ambos hombres, siempre era de negocios, jamás hablaban de otra cosa, para Camus aquello era demasiado aburrido.

-¿Camus se siente mal? -hablo Milo en susurro.

Camus no respondió, solamente hizo un shiton silencioso mientras colocaba su dedo índice en sus labios, Milo lo imitó para adentrarse a la mochila que llevaba en las manos del mayor.

En el interior Milo tenía poca luz proveniente de afuera, ahí había algunas cosas, estaba una pequeña libreta, un bolígrafo, la caja en donde habían salido, el celular del mayor, un cambio sencillo un desodorante y un perfume.

Milo se recargo en la ropa, era la primera vez que olía el aroma de flores, era extraño para él, hasta ese momento recordaba el aroma de Degel, pero ahora era distinto.

Su mente estaba borroso. ¿Que podía hacer? Ya que si recordaba algo le dolía su cabeza y no quería eso, odiaba mucho que le doliera tanto, se sentía feliz tranquilo al tener al mayor con el, aunque también le daba algo de molestia en su corazoncito, por el simple hecho de que no había sido salvado.

Poco a poco fue quedándose dormido nuevamente esperando a que Camus lo llamara o terminará por salir de aquella bolsa.

Habían llegado

Milo veía desde un pequeño hoyo el lugar, ahora recordaba un poco más, era la misma casa aunque había algo de diferencia a la antigua casa. Seguía en silencio aunque internamente se sentía feliz porque hablaría con Degel, eso lo emocionaba descubriría el motivo de su encierro.

Había llegado a la mansión, la familia de Camus no eran aquellos duques o algo por el estilo, intentaban tenerlo, pero jamás pudieron, puesto las épocas cambian, simplemente se dedicaban a ser como una simple familia de empresarios, que a decir verdad sus pequeños negocios daban frutos.

Un... ¡¿Pequeño?! [Libro 1][EDITADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora