Ya no estaras solo

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Las noches habían sido tan tranquilas hasta que él llegó a la vida de Camus. Lo había dejado en la mesa en su caja de zapatos con una pequeño trapito que era demasiado suave y daba el calor suficiente, a lado de aquella caja estaba el cofre que parecía estar en reposo.

El pequeño Milo estaba ahí afuera, todos las luces estaban apagadas y él estaba ahí, no podía dormir a decir verdad, seguía mirando hacia todos lados. Se sentía solo, se sentía triste. Ya hacía tanto tiempo que no estaba así, desde que despertó en aquel tiempo.

La casa era más, elegante, por así decirlo, pero ahora era diferente, estaba confuso, no había más personas que lavaran los platos o limpiar la casa como en aquel lugar, estaba solo, Milo tomó asiento, miró con tristeza el lugar.

Abrió un poco su boca, llamando al mayor.

—¡Degel! ¡Degel! —llamó con tranquilidad, buscando por todos lados al mencionado.

Más el mencionado jamás apareció, esto hizo sentir un nudo en su garganta y un dolor en su pecho. Se levantó, mirando a todos lados, sus ojos se humedecen a cada segundo, su vista se ponía borrosa.

—¡DEGEL! ¡DEGEL! —gritó con desesperación.

Nuevamente se sentía solo, recordó aquella vez que fue encerrado, no sabía quién había sido, pero él tenía toda la confianza de que su Degel no había sido.

Lo único que hizo fue meterse a la caja y hacerse bolita en una esquina de la caja, esperando que "Degel" hablara y estuviera con él.

—Degel... No abandones a Milo... —susurro para el mismo.

Sus lágrimas salían de sus ojitos, mientras estaba hecho bolita, el pañuelo había sido lo necesario para cubrirlo, tenía miedo, miedo de que lo dejaran solo.

* * *

Camus se había despertado.

Era muy temprano a decir verdad, el francés se encontraba listo para su trabajo, sus vacaciones ya casi terminaban, dio un bostezo se levantó y caminó en dirección al baño en donde tomó una ducha relajante, una vez que terminó, salió del a habitación, y caminó hasta la mesa, en donde miro con detalle la caja de zapatos.

Sabía quién está en esa caja, se aproximo y hasta la mesa, miro en el interior de la caja, pudiendo ver como el pequeño se encontraba envuelto en el pequeño trapito, acostado en la esquina de aquella caja.

Tomó asiento, tomó la caja y la acerco un poco, intentando hacerlo con suma tranquilidad y cuidado para no despertar al pequeño, pero aquello se había llevado una sorpresa, miro como en el rostro del pequeño tenia unas marcas de que había llorado, cosa que le confundió y preocupo.

No le había quedado de otra, que intentar despertar al pequeño, quería saber los motivos de aquello.

—Milo... —susurro mientras lo tocaba con el dedo. —Milo —volvió a llamar

No tenía respuesta del pequeño, el pequeño se movía mientras que con sus manitas golpeaba un poco el dedo del mayor, mientras se negaba a despertar, Camus lo tomo con sumo cuidado, tenía miedo de herir al pequeño. Una vez en las manos del francés comenzó a moverse, su rostro denotaba una especie de molestia.

—Mmm... Milo quiere dormir... Para siempre —dijo secamente mientras se volteaba.

Camus quedó en silencio, pensando en lo que había dicho el pequeño, ¿dormir para siempre?

—Milo... Vamos despierta, debes comer algo —dijo mientras seguía picando al menor.

—Ya voy... —bufo mientras se sentaba en la mano del francés y daba un bostezo y tallaba su ojito.

Un... ¡¿Pequeño?! [Libro 1][EDITADA]On viuen les histories. Descobreix ara