Capítulo ochenta - Cuarenta - El ninja

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Me corté con un pedazo de tejado al bajar del techo y segundos después un gran alboroto se escuchó del otro extremo del castillo. El mocoso y yo nos mirámos y corrimos hacía el patio. Los guardias estaban alerta, con sus armas levantadas ¿Era un enemigo? Y yo en este... Estado...

Miré a Fye al otro lado del patio, sus uñas estaban largas y su ojo amarillo. Parecía poseído.
Su mirada se conectó con la mía y comenzó a correr con violencia hacía mí. Pero solo cuando los guardias blandieron sus armas me alarmé. Iban a lastimarlo... O tal vez, Fye en ese estado no se contenga.

— ¡No se atrevan a meterse en esto! — grité y la voluntad de los guerreros flaqueó — Me quiere a mí. — por mi grito Fye también se había detenido.

—Detenganme... — susurró. Fye se agarró la cabeza y cayó al piso arrodillado, se inclinó hacía adelante chocando su frente en el piso — alejense... — me acerqué a él rápido, arrodillandome a su lado. — ¡Vete! ¡Vete! ¡Vete! — chilló antes de que pueda tocarlo —... Vete... — sus uñas rascaban dolorosamente el piso — ¡No puedo! Ahhhhh — cayó a un lado y comenzó a retorcerce. Lo miraba en shock, no sabía que hacer — Vete...

—Sólo Pídelo Fye — lo tomé por el brazo con firmeza, lo ergui y miré a los ojos. Constantemente cambiaba de azul a amarillo y viceversa.

—... No quiero... N-no... Last-lastimarte.

Bajo mi toque sentía cómo  temblaba con violencia.

— ¡Pídelo, Fye! No me harás nada. Más me haces daño haciendo esto. Pídelo, Pídelo. — lo zarandee. No iba a retroceder, no lo iba a poner a mi cuello o brazo para que esté a su alcance, aunque sea duro, la  peor prueba, tenía que seguir con lo que había dicho. Fye tiene que pedirlo. Solo una palabra y se lo doy todo. Solo una. — ¡Fye!

—Quiero... — susurró, sus uñas se clavaron en mis hombros y su ojo se tornó completamente amarillo — Quiero sangre.

Y antes de que pudiera responder se lanzó a mi cuello.

— Tómalo todo. — aunque dolían sus uñas, sus dientes, su ansia... solo pude acariciar sus cabellos. — Todo es tuyo.

DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora