Capitulo cuatro - Dos-El ninja

384 38 2
                                    

Nos miramos el uno al otro, y ambos estabamos bastantes disgustados con la noticia, pero rápidamente cambió su expresión a una más relajada y torpe

— Y bién Kuro-Tan? Enséñame un poco el lugar — sonreía estúpidamente, tan relajado que me enfermaba.

— ¿Me ves cara de guía turística? Sólo cuido que no te escapes.

— Buuu que aburrido — se trató de levantar pero el dolor se lo impidió y cayó — Ouch — rió tontamente — supongo que igual no se puede.

Era un largirucho mentiroso, puedo sentir a mil años de distancia la falsedad con la que habla.

— ¿Porqué me miras así? — Se dió cuenta. Al menos no es tonto.

— Por... Nada.

— ¿Hmm?~ que extraño eres Kuro-Rin. Pero si me... Disculpas... Yo... Creo que... — Lo atrapé antes de que se resbalara del mueble dónde estaba apoyado y lo acomodé de nuevo en el futon. Su cuerpo estaba muy caliente y respiraba de manera irregular. Decidí llamar a Tomoyo.

— Su cuerpo está recuperándose del límite — dijo Tomoyo luego de que lo revisara.— el cruzar dimensiones es extremadamente agotador, incluso podría haber muerto, el que no lo haya hecho significa que su magia es poderosa... Aún así está muy débil.

— ¿Por límite te refieres...?

— Estaba frente a la puerta de la muerte, pero no entró.

— Oy, eso es muy peligroso.

— Lo es. No conozco la razón por la cual se fué de su mundo... Pero siento que escapó, de algo o alguien. Para tomar una medida tan drástica... — Tomoyo llevó el cabello rubio del largirucho hacía atrás y éste emitió un gemido, sorprendiendome.

— Tomoyo... Acerca de la bruja que mencionaste el otro día...

— ¿La bruja de las dimensiones? ¿Porqué el interés tan repentino?

— ¿Ella sabrá el motivo por el cual este tipo está aquí?

— Es posible, pero no puedes ir a verla, está en otro mundo.

— Tú puedes ¿cierto?

— Muestras bastante interés en este extranjero Kurogane, no es propio de tí.

— Cállate — tonta Tomoyo, sólo se rió.

— Bien, le preguntaré por tí, pero tendrás que hacer algo por mi — se levantó y dirigió a la puerta

— ¿Qué cosa?

— Aún... No lo sé.

DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora