33. No te fíes.

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-¿Has retado a Darkaida? -exclama Belcebú mirándome sorprendido desde su celda. -¿Estás loca?

Su hermosa cara estaba llena de suciedad y tenía el pelo negro alborotado. Sus nudillos estaban llenos de sangre y pude ver algunas partes de las duras paredes de piedra hundidas, pero, a pesar de su mal estado, seguía siendo el chico más hermoso del universo. Mi corazón se encogió en un puño al sentir de nuevo aquellas mariposas que hacía tiempo que no aparecían por mi estómago al verle. 

-Quiero sacarte de ahí, y ese era el único modo. Además, si la venzo otro ocuparía su lugar. 

-¿Te crees que alguien va a querer sentarse sobre el Trono de Alas Blancas tras el reinado de Darkaida? El pueblo es débil, está hambriento. Nadie querría hacerse cargo de tanta responsabilidad. 

-Eso ya lo veremos. -murmuro observando sus cadenas. Me moría de ganas de romper esos barrotes y abrazarle pero tenía que controlarme. -Sacarte de aquí es una prioridad. No he conseguido chantajear al carcelero -gruño mirándole de reojo, ahora acostado sobre una pequeña silla y rascándose la tripa con pereza.-, pero sé que tiene que haber alguna forma de que me acompañes aunque sea sin salir de la celda.

-¿Acompañarte a dónde? -Belcebú se mueve cauteloso y se acerca hacia los barrotes mientras arrastra las pesadas cadenas. Me mira con suspicacia y yo sonrío con malicia. 

-Voy a ir a buscar a mi padre. -los ojos de Belcebú se abren con sorpresa y gruñe. En un abrir y cerrar de ojos me tiene agarrada por el cuello de mi camisa y su cara está a centímetros de la mía. Observarlo tan de cerca me obliga a recordar lo que apenas pasó hace unas semanas: la desaparición de Tina, las amenazas de Ethan, la salvación de Rose, los besos de Belcebú...

-Ni se te ocurra ir al Infierno, Pye.- -murmura lentamente cada palabra y yo respiro su aroma ahora pesado y sudoroso. Pero sigue oliendo a Belcebú.- Ni se te ocurra.

-No pretendas que me quede el resto de mi vida de brazos cruzados encerrada en este palacio de mierda lleno de ángeles sin poder salir, teniendo una madre que prefiere verme más muerta que viva y un padre que es el mismísimo Satanás. 

-No es Satanás, no te confundas. Es el Rey del Infiern...

-¡Ya sé quien es! ¡Y es mi padre! -le grito clavando mis fríos dedos sobre sus hombros. Mis brazos solo consiguen entrar por los barrotes hasta los codos, ya que son demasiado estrechos. Respiro agitadamente y me fijo en que el color de los ojos del Belcebú ha adquirido un tono rojizo, aquel tono que también adquiría cuando nos besábamos o tocábamos.

-Pye no puedo dejar que vayas sola, tú...

-No puedes, pero lo harás. -me zafo de sus manos y retrocedo unos pasos para mirarlo con la máxima seguridad que puedo, a pesar de que estoy muerta de miedo por dentro. -He venido para pedirte ayuda, si no estás dispuesto será mejor que me...

-Te ayudaré. -dice de pronto y suspira con cansancio. -No puedo salir de esta celda pero sé como ayudarte. -observa por encima de mi hombro al carcelero y al ver que está entretenido se acerca de nuevo a mí para susurrarme: -El Cuarto Magistral.

-¿Qué es eso?

-Es la habitación de los tesoros de Darkaida. En ella se esconde un collar llamado << unie van liefhebbers >>.

-¿Qué significa?

-Tienes que ir y robarlo. -dice Belcebú ignorando mis palabras. -Darkaida no suele estar ahí muy a menudo, aunque está custodiado por varios guardias. Será fácil para ti entrar. 

-¿Pero cómo voy a luchar con ellos? 

-Pye, ¿recuerdas la noche del pozo? ¿La noche en la que Ethan te disparó? -asiento tragando saliva. Había intentado evitar este tema y aquellos recuerdos durante todo este tiempo. -Tendrías que haber muerto, era imposible que siguieras viva tras aquello. 

-¿Qué quieres decir? ¿Me transmitiste vida

-¿Qué? -murmura Belcebú sorprendido negando con la cabeza. -No, no. ¿Cómo sabes lo de transmitir vida? Bueno, es igual. La cosa es que Ethan te tendría que haber matado pero no lo hizo porque eres poderosa Pye. Y mucho.

¿Dónde estará Ethan?, pienso. Es un príncipe por lo que tendrá algunos contactos que le habrán ayudado. 

-Seguramente bajo las mismas condiciones que yo.- replica Belcebú.

-¡Deja de leerme el pensamiento! -suspiro con cansancio y vuelvo a centrarme. -¿Por eso me convertí en aquella.. "cosa"? -los recuerdos de mí creciendo hasta llegar casi al cielo y observar mi piel llena de escamas me produjo escalofríos constantes. Esa noche sentí que podía con cualquier cosa pero estaba cegada por un odio incontrolable que sólo conseguí apagar gracias a Belcebú. -No quiero volver a convertirme en eso

-A lo que tu llamas "cosa", -explica él- nosotros lo llamamos Evolution. Es un proceso de cambio que adquieren muchos demonios según llegan a la pubertad. Casi todos adquieren un tamaño mediano o inlcuso pequeño, pero tu alcanzste el máximo y tenías unos poderes increíbles. 

-Pero yo no soy un demonio.

-Eres un ángel y un demonio, no sabemos que tipo de poderes puedes tener. -escuchamos al carcelero despertarse y caminar hacia nuestra celda con rapidez. -Pye, consigue el collar y te ayudaré. 

-¿Lo prometes? -Belcebú asiente y entrelaza mis manos con las suyas mientras juntamos nuestras cabezas, escuchando nuestras respiraciones agitadas. -Dilo. 

-Lo prometo. -susurra besando mi mano por última vez. 

El carcelero me aparta con fuerza y me lleva hacia la salida, haciéndome daño en el hombro.

-Y Pye -dice Belcebú tras una última mirada hacia atrás -: no te fíes de nadie. 




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¡Hola, hola! ¡Os echaba de menos! Muchos me habéis escrito preguntando si voy a continuar la historia de Belcebú....la respuesta es: .

 Quiero hacer una serie de cambios y mejorar ciertas partes y, mientras continúo con esta novela también estoy creando cosas nuevas como mi nueva historia: "El juego de las apariencias". Lo tenéis en mi perfil :)

Agradeceros la paciencia y el que sigáis confiando y creyendo en mí.

Gracias <3.


Belcebú.Where stories live. Discover now