Capítulo 27

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―Déjame  terminar. Como dije, no me rendiré. Y que no te persiga o eso, no  significa que me dejaste de importar. ―murmuró lo último. El timbre tocó.

―Tengo que ir a atender―le dije seria. Él me soltó y salí por la otra puerta que daba a la sala, no al comedor. Ruggero me siguió.

Abrí la puerta y... oh no. ¡Ahora no!

―¡SORPRESA! ―gritaron los cuatro juntos.

Ruggero me empujó a mí y a los otros cuatro afuera.

―¡Ya volvemos! ¡Se terminó el vino! ―gritó Ruggero antes de cerrar la puerta, y recibimos un "Okay".

―¿Qué hacen aquí? ―preguntamos al unísono.

―¿Qué? ¿No están felices de ver a sus padres? ―preguntó mi madre.

―Sí, ¡pero no justo ahora! ―exclamé―¿no volverían en dos semanas? ―pregunté.

―¿Eh? ¿Qué no eran dos meses en total? ―me preguntó Ruggero confundido.

―Larga historia―le contesté.

―Es que les quisimos dar una sorpresa―dijo riendo la madre de Ruggero.

―Okay, genial. Pero no pueden entrar ahora―dijo Ruggero.

―¿Por qué no? ―preguntó el padre de Ruggero.

―Porque no―contesté.

―¿Por qué no? ―volvieron a preguntar pero ahora los cuatro al unísono.

―¿De quién es ese auto? ―preguntó la madre de Ruggero señalando al auto amarillo que se encontraba aparcado allí.

―¿Y por qué tan elegantes? ―ahora quien preguntó fue mi padre.

  ―¡Sabía que los iba a alcanzar! Se olvidaron la billetera―dijo Cloe  saliendo con la billetera de Ruggero en la mano. Paró de hablar a ver a  nuestros padres. ―Oh. ¿Ellos quienes son?
―preguntó con una pequeña  sonrisa.

―Cloe, ellos son mis padres―contesté señalándome a mis padres.

  ―Y ellos mis tíos―sonrió Ruggero, presentando a sus padres. Y ahí fue  cuando la pareja de los Brinley fruncieron el ceño ―llegaron justo de  sorpresa de las vacaciones―explicó.

―Oh, ¿en serio? ¡Que pasen y terminamos de cenar todos juntos! ―exclamó la rubia, Cloe.

―No es necesario―reí entre dientes, nerviosa.

―Que pasen, no hay problema―insistió ella.

―Claro, nos encantaría―contestó mi madre, tratando de enterarse de que esta sucediendo.

Todos entramos y con Ruggero no sabíamos que hacer.

―Finjamos―murmuró Ruggero, yo asentí.

  Cloe le hablaba de varios temas a nuestros padres, ellos la escuchaban  detenidamente, pero no hablaban casi nada. Por suerte no tocaron el tema  de la supuesta boda.
Entramos al comedor y toda la mesa se  enmudeció. Los chicos estaban felices y al mismo tiempo con los ojos que  casi se les salían de su cara.

―Chicos, han llegado sus tíos―exclamé feliz.

―¡TÍOOOS! ―dijeron abrazándolos.

―Sigan la corriente por favor―murmuró Lea para sus padres, yo y sus padres solamente la escuchamos.

  ―¡Mamá, Papá! ―dijo James abrazando a sus tíos. Dios mío, ya no sé ni  quienes son tíos ni quienes son padres. Me he pegado una gran pérdida. Y  más que nada nuestros padres también.

―¡Padres! ―sonrió Kendall abrazando a mis padres.

  ―Iré a buscar más sillas―dije sonriendo. Pase por el medio de mis  padres y les susurré que sigan la corriente por lo que más quieran.  Ruggero me siguió y sacamos algunas sillas de la cocina y las ubicamos.  Sobraba lugar en la mesa.

(...)

―¿Qué piensan de que su hija se haya casado tan joven? ―preguntó Cloe a mis padres. Oh oh.
  Ellos me miraron buscando respuestas y miraron mi mano, con un anillo,  miraron la mano de Ruggero, también con un anillo. Mi padre tragó en seco  y dijo "oh, Ruggero es un buen muchacho. Si ella lo decidía así, hay que  apoyarla".

La noche paso algo (mucho) nerviosa para nosotros,  confusa para nuestros padres, sabiendo que los van a asesinar para los  tíos de Ruggero, y feliz para Cloe y Dave.
Cuando ellos ya se fueron, la casa fue un completo silencio.

―Por favor, den explicaciones antes de que me agarre un paro cardiaco―dijo el padre de Ruggero.

―Oh, hermano. Es una linda historia―tosió nervioso Paul.

―¡Pues cuéntala! ―exclamó Pam, la madre de Ruggero.

Paul y Marga salieron corriendo a su habitación. Todas las miradas se posaron en mí y en Ruggero.

―Bueno... ¿por dónde empiezo? ―reí nerviosa.

―Empieza por el casamiento de ti y de Ruggero―dijo mi papá algo mucho furioso.

―Bueno, eso es algo divertido porque no estamos casados. Fingimos que lo estamos―sonrió Ruggero , también nervioso.

  ―Los tíos tienen unos jefes que son muy estrictos y que no los iban a  dejar entrar a la fábrica si los tíos no tenían hijos. Aprovecharon el  casamiento de la pareja de empresarios para hacernos pasar por sus  hijos. También dijeron que su hijo mayor, o sea, Ruggero, estaba casado.  Ahí metimos a Karol y ellos fingieron ser pareja, nosotros los hijos  de Marga y Paul. Luego hoy vinieron a comer, y seguimos fingiendo. Y  llegaron ustedes de sorpresa. ―explicó Lea.

―Los extrañamos, igual―dijo Kurt y abrazó a sus padres. Yo sonreí.

―¿Entonces en eso estuvieron metidos? ―preguntó mi madre. Todos asentimos.

  ―Okay, luego hablaremos de eso y con mi hermano―bufó Jeffrey (el padre  de Ruggero y de los chicos). Ahora cada uno a sus habitaciones, Karol  quédate esta noche y mañana si quieres ya te vas―agregó―todos a sus  habitaciones―y todos hicimos caso.

―Karol ven un momento―dijo mi papá y nos alejamos.

  Me susurró algo a mi oído, a lo cual me quedé helada. Okay, que  felicidad. Noten mi sarcasmo, por cierto. Aunque... siempre quise conocer  Cancún.

Cuidando a los Brinley  TERMINADA. Where stories live. Discover now