Capítulo 13

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Narra Ruggero.

―Bueeeeenoooos días―saludó Bryan, recién levantado.

―Son las 11 am, dormilón ―contesté.

―Estoy de vacaciones y con un trasero adolorido, no molestes―me sacó la lengua como buen macho que es. Fue hacia la cocina y abrió la puerta, al ver quien estaba, me miro sorprendido y divertido, con un toque de burlón. Yo le saqué mi dedo de en medio y él entró riendo.

―Hola―escuché que saludó.

―Hola, haz dormido demasiado el día de hoy―escuche la dulce voz de Karol.

Esperen, ¿Qué?

―Lo sé, es que anoche me quedé hablando hasta tarde con Ruggero, sobre unos temas―habló con un tono más alto como para que yo lo escuche. Porque sabía que yo estaba escuchando.

―Oh, ¿se puede saber de qué? ―preguntó ella. Dios, Bryan no hables o te saco los sesos.

―Del amor―contestó con el mismo tono algo más alto.

―¿El amor? ―preguntó sorprendido Kendall.

―Aja―contestó mi hermano―Al parecer se está enamorando―rió.

―Karol, ¿sabes donde quedó la remera rosa de Lea? ¿Esa que le gusta much...? ―entré antes de que Bryan haga algo que no tenga que hacer―Oh, hola―fingí una sonrisa, saludando a Kendall. ―Buenos días hermanito―saludé a mi hermano, tratando de matarlo.

―Hola―saludó el rubio, Kendall.

―Bryan, te busca una chica en la puerta... por cierto―dije mirando a mi hermano.

―¿Quién? ―preguntó él interesado.

―Una rubia―conteste desinterado.

―¿Sandy? ―preguntó con una mirada picara.

―Tiene cara de Sandy―asentí y el salió corriendo, pero inmediatamente se quejó del dolor.

―¡BRYAN! ―gritó Karol y él volvió.

―¿Sí? ―preguntó él impaciente.

―No hagas lo que ya hemos hablado―lo señaló con el dedo ella.

―¿Viste esta almohada? ―preguntó mostrando su trasero y a él agarrada una almohada. ―No puedo hacer nada, así que no te preocupes. ―guiñó el ojo y salió de nuevo. Yo reí nervioso.

―Bueno, me voy―dije escapando y sin decir más me fui.

Narra Karol.

―Todos aquí son raros―murmuró Kendall a mi lado.

―No sabes cuanto―reí.

―¿Quieres salir o lavar ropa? ―preguntó él.

―La verdad? Salir. Pero debo lavar. Aunque contigo será divertido―lo miré y reí.

―A lavar ropa se ha dicho! Soy el mejor lavando ropa―dijo con un tono heroico.

―Corrección. Eres el mejor lavando ropa y teñiendola de rosa―le guiñé el ojo y tomé la cesta con ropa, y él me siguió al pequeño lavadero que tenía la casa.

(...)

―Menos mal que todo quedó como estaba porque sino me mataban―le dije peinándole el cabello a Lea. Lo tenía muy enredado.

―No es nuestra culpa de que Kurt haya comenzado una guerra de agua en medio lavadero, y en la casa―contestó Bryan en el sillón, con una toalla en los hombros.

―Fue divertido―dijo Kendall riendo.

―Segundo día que termino totalmente empapada, pequeños demonios―murmuró Lea.

―Monita, todos son mayores que tú aquí, menos yo―dijo Kurt.

―No me digas Monita, Teletubbie―espetó ella.

―Monita y Teletubbie son los mejores apodos que pude haber puesto en la vida―dijo Bryan.

―Callate, Bebé―dijo Kurt-

―Chicos... no peleen―sonreí de lado.

―¿Y Ruggero? ―preguntó Kendall.

―Se fue a lo de un primo―contestó desinteresado Bryan.

Y lo que ocurrió fue que de la nada Kurt llegó con pistolas de aguas, bombitas de agua y más al lavadero, siendo perseguido por todos los demás. Tiró agua a todos lados y con Kendall comenzamos tirar agua que sacamos del lavadero. Todo paso a la casa y empapamos toda la casa. ¿Quién tuvo que secar todo? Sí, Kendall. Lo obligué por haberme tirado una cubeta de agua llena a mi cabeza. Tonto.

―Oigan, ¿y kira? ―pregunté. Todos nos miramos y encogieron los hombros. No otra vez, porfavor.

Corrí a su cuarto dejándole el peine a Lea y ví que no estaba. Dios, soy una pésima niñera. Por si no lo sabían.
Ví que había una nota pegada a la cuna.

"Me llevé a Kira a lo de un primo, no se preocupen. –Ruggero".

Solté todo el aire reprimido que estaba en mis pulmones y bajé ya más tranquila.

―Se la llevó Ruggero―anuncié.

―Ya lo sabíamos, te queríamos asustar―dijo Bryan riendo.

―¿Ah sí? Okay, cocínense ustedes entonces―dije.

―No no! Te amamos Karol! ¡PERDÓN! ―gritó Kurt tomandome las piernas.

―¿Tantas ganas de no cocinar tienen? ―pregunté sorprendida.

―No, es que la que cocina es Lea y cocina pésimo. Lo único rico que hace son los postres―dijo Kurt.

―Bien que comes todo―espetó Lea y le dio un zape, yendose.

Cuidando a los Brinley  TERMINADA. Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz