Capítulo 11

4.8K 372 47
                                    

―Hola―sonreí de lado, abriendo lentamente la puerta de la habitación de Ruggero. ―¿Puedo pasar? ―pregunté suavemente y él asintió, desde la cama recostado con muchas almohadas, mientras veía televisión. ―¿Te molesta mucho? ―pregunté sentándome en la cama, tratando de ser suave. Lo cual es casi imposible para mí, ya que soy un toro en una cristalería.

―Más o menos, ya estoy algo acostumbrado―contestó haciendo una mueca.

―Pero si estuviste solo medio día con eso―reí y él me miro serio, a lo cual yo me dejé de reír.

―Lo sé―contestó con una tono de burla―me quebré a los trece años jugando al básquet―agregó-

―Conclusión: no debes hacer más deporte―contesté.

―Oye, ¿Cómo crees que este físico sexy se mantiene? ―preguntó arrogante y riendo.

―Que arrogante―contesté.

―Talvez. ―me guiñó el ojo―pero contestame la pregunta―rió. Su risa es tan... sedfghjklkjhgf. Sí, para mi algo perfecto/dulce/maravilloso y muchas palabras más juntas es dfghjklñkjuhygtfrd. Todo para mí es sertfyhujkljhgf. Menos la sopa de mi tía norma, eso no es sdfghjkolkjhgvfcx.

―Ruggero―rodé los ojos.

―Perdón por lo de Kira, es que estaba enojado y los hice preocupar a ustedes―se mordió el labio inferior.

―No te preocupes, no es nada―sonreí. SÍ, NO ES NADA. NO ES NADA RECORRER TODA LA CIUDAD Y GASTARSE MÁS DE TRESCIENTOS DOLARES EN TAXIS.

Lo que había sucedido es que en verdad Kira había desaparecido (que malos niñeros somos eh) pero como tiene un chip y creo que en una pulsera tiene la dirección de la casa, las personas que la encontraron en el parque la trajeron a la casa justo despues de que nosotros nos fuimos, Ruggero la recibió y estuvo con ella, pero como es peor que una mujer de terco y como estaba enojado... no nos avisó de ello y se dio cuenta de que nosotros salimos a buscar a la bebé.
Infantil. Inmaduro.

―¿Segura? ―preguntó.

―Segura―sonreí. No te digo todo lo que pienso porque sino te rompería toda tu cara bonita, bonito.

Oigan... hoy estoy demasiado violenta. Amor y paz, amigos.

―¿Tú ojo? ―volvió a preguntar algo.

―Bien, supongo―inconscientemente me toqué mi ojo morado. ―Se me congelaron las manos y mi ojo de tanto tener el hielo allí―acoté riendo.

―Eres tan... graciocilla―dijo enternecido. ¿eh?

―Gracias, no me lo dicen a menudo―reí y el sonrió levemente.

―Mejor que los chistes de Lea son―

―Lo sé, hoy me dijo "Que pasa si un elefante se para sobre una pata? el pato se queda viudo..." ―contesté riendo.

―O... "Dos mercados estan volando, y uno le dice al otro '¿Por qué estaremos volando?' y el otro le dice 'Talvez porque somos SUPERMERCADOS' " ¡ES MUY MALO! ―gritó riendo.

―O...¡ "Me robaron todas las sillas de mi casa... no sabes como me siento"! ―reí a carcajadas, él igual.

Ambos nos quedamos callados luego de un momento y nos quedamos mirando a la nada, algo incomodos.

―Bueenoo... me voy a mi habitación―contesté algo incomoda, rompiendo el silencio y poniéndome de pie. ―buenas noches―contesté.

―Buenas noches―contestó y salí de la habitación.

Wow... eso habia sido... extraño.

―Karol & Ruggero estaban sentados en un arbol besandose, se quieren, se aman, se adoran, se besan, se pasan el chicle, se tocan sus partes, son novios, son novios! ―sonrió cantando Lea.

―Callate mocosa―contesté al verla parada enfrente mío.

―Por cierto, mis chistes son los mejores―se golpeó el pecho como si fuera un hombre y salió con la frente en alto.

―Mentira―exclamé y ella yéndose, me motró su dedo del medio. ―Ahh―exclamé ofendida―¡Atrevida! ―fingí llorar y azoté la puerta de mi habitación.

Miré mi cama y me tire sobre ella... ayyyy... estaba agotada.

Narra Bryan:

Mi trasero me dolía, y mucho. No voy a poder hacer mis cosas... dios. Y además tampoco salir, porque me duele tanto que no me puedo quitar la almohada de mi trasero por tres días. Así que tendré que estar en casa.
El problema es que no me podía dormir temprano, ya que estaba acostumbrado a otros horarios.
Fui a la habitación de mi hermano y justo ví salir a Lea del baño cuando iba a tocar la puerta de Ruggero.

―Cuidado, está enamorado―me "advirtió" y yo la miré extrañado. Ella se fue sin decir más y entre a la habitación de el.

―Hola―contesté y él me miró sorprendido.

―es raro verte en casa a esta hora―hizo una mueca divertida. Yo me senté en la silla del escritorio, haciendo una mueca... pero de dolor.

―Oye, no seas tan malo. Pero sí, es raro―admití―así que como no me puedo dormir, te vengo a molestar a ti―sonreí como ángel.

―que lindo―rodó los ojos bufando.

―Oye... ¿no me quieres? ―hice mi mejor carita de perro abandonado. Y reí, al igual que él―hace tiempo no te escucho reír... Oye, por cierto―comencé a masticar un caramelo que ví que tenía en el escritorio―Me contó una pajarita que estas enamorado―pestañé rápidamente haciéndole burla.

―¿Qué? ¿De donde sacaste tal mentira? ―preguntó incorporándose un poco, algo molesto.

―De algún lado, además... se nota que algo ha cambiado―levanté mis cejas repetidas veces―¿Es Karol?

―¿De que estás hablando?! ―exclamó.

―¡De que talvez no estes enamorado de Karol, pero se nota que te atrae al menos! ―exclamé y el frunció el ceño―¿Desde cuando no sonreís honestamente? ¿Desde cuando no te reís?

―Sabes muy bien desde cuando―contestó serio.

―Pero las gemelas ya se fueron, ya no están. Olvidalas, aunque duela, te entiendo... pero un cambio urgente se necesita. ―espeté. ―¿Desde cuando me decís "a ella no la toques, es mía"? ¿eh? ―pregunté alzando una ceja. Y es verdad. Él cuando la vió en aquella fiesta donde estaba conmigo, me dijo eso.

―Pues... ―tartamudeó nervioso.

―Pues nada―lo interrumpí―Ruggero, no sé lo que te suceda con Karol. ―suspiré―solo te digo que te abras, y aunque ella sea rarita y anormal... es buena chica―asentí―y te veo un futuro con ella, y como me pediste que no me enrolle con ella, por eso no me la llevo a la cama. Sino la llevaría, así que cuando no te interese más me llamas y dices "oye Bryan, no me interesa más Karol, toda tuya hermano" y yo te doy el ok y no me ves más, porque está que se parte. Por ende, cuidala... no por mí, sino por los demás—le guiñé el ojo y me puse de pie suavemente. Camine hasta la puerta y noté como me seguía con la mirada.

―Entonces tu también ábrete y olvida a las gemelas, este no eres tú―contestó y yo volteé al escucharlo hablar, casi antes de salir de allí.

―Yo hago mi duelo a mi manera, tú a la tuya. ¿Okay? ―le pregunté―es difícil, y tú eres el hermano mayor... así que tendrías que dar el ejemplo―le contesté serio.

―O que tú sigas tus propios consejos―contraatacó.

―Piensalo―le dije tratando de terminar allí la conversación.

―Tú igual―contestó y me fui.

Y ahora que repaso toda la conversación, creo que también tendría que pensarlo.

Cuidando a los Brinley  TERMINADA. Where stories live. Discover now