Capítulo 26

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Narra Karol.

Estaba mirando el anillo indecisa. ¿Me lo pongo o no me lo pongo? No sé porque estaba dudando, pero lo hacía. Ya estaba vestida con un vestido rojo pegado al cuerpo, tacones negros y un lindo collar dorado.
Me miré al pequeño espejo que tenía sobre el mueble y me gustaba lo que veía. No sé porque, pero me sentía bien con lo que tenía puesto. Últimamente no sé nada.
Me coloqué el anillo y alisé mi vestido. Salí de la habitación y bajé dirigiéndome a la cocina. Cuando llegue a esta última miré que estuviera todo en orden, al igual que la mesa en el comedor. Y sí, lo estaba.

―¿Me pones la corbata? ―preguntó Kurt llegando con un traje. Sonreí y se la coloqué.

―Ahí tienes guapetón―le dí un beso en la mejilla.

―Mucho cariño―se quejó limpiándose la mejilla.

―malo―murmuré riendo.

Ruggero entro nervioso a la cocina y paró al verme. Me recorrió con la mirada y yo tragué en seco parándome, ya que estaba en cuclillas para estar a la altura de Kurt. Kurt se fue y Ruggero se acercó a mí.

―¿Está todo listo?

―Sí―asentí.

―¿Necesitas ayuda? ―preguntó.
―No.

―Eres hermosa. ―se relamió los labios.

―Gracias―susurré incomoda y él bufó, yéndose.

Yo suspiré sentándome en una silla y cerré los ojos, tratando de respirar y calmarme. Me dijo que estaba hermosa. ¿O que soy hermosa? Por los nervios ni le entendí. Dios.
El timbre toco y suspiré. Caminé hasta la entrada y ví que todos estaban en la sala de estar terminándose.
Miré en el espejo que estaba al lado de la puerta principal y puse mi mejor sonrisa, abrí la puerta y ví a Kendall y James.

―¡Ho... ―dijeron al mismo tiempo alegres―la! ―bajaron el tono

―¿Por qué tan elegante? ―preguntó James.

―Hay una cena hoy aquí. Están los jefes de tus tíos ―le contesté a James.

―Oh, nos vamos―dijo Kendall tratando de escapar de esto.

―¡Oh no! ¡No se van! ―exclamó Marga llegando. ―nos servirán de sobrino nuestro y de hermano de Karol. ―sonrió y el par de chicos se miraron entre ellos, con ganas de salir corriendo. Pero la tía los metió a ambos a la casa. ―Ruggero, préstale algunos trajes a los chicos―exclamó y Ruggero rió.

―Pobres―murmuró pero todos lo escuchamos. Kendall me miró suplicante pero reí encogiéndome de hombros.

El timbre sonó nuevamente. Ruggero, Kendall y James dejaron de subir las escaleras.

―Llegaron. ―dijo Ruggero ―vayan a mi cuarto, elijan los trajes que les quede bien y en quince minutos bajen por la escalera del patio, den la vuelta y toquen el timbre como si recién llegaran―les indicó Ruggero y el par de chicos asintieron subiendo las escaleras.

Fui nuevamente a abrir la puerta con mi sonrisa fingida y me encontré con la pareja de recién casados.

―¡Karol! ¡Hola! ―sonrió Cloe mientras me saludaba abrazándome.

―Hola, pasen―sonreí haciéndolos pasar.

Dave también me saludó y me dio un beso en la mejilla. Entre todos nos saludamos, lo normal.
Marga me explicó que lo que les dijo a ellos es que esta casa es de Ruggero y mía. Los chicos y Marga y Paul vinieron a visitarnos. James sería un sobrino de ellos y Kendall sería mi hermano. Ellos nos pidieron aquello porque no tenían ningun lugar para decir que es su casa e invitarlos a comer, así que inventaron esto.
Luego de unos quince minutos, los chicos tocaron la puerta y Ruggero les abrió. Se los presentó y hablamos un rato, luego pasamos al comedor.
Con Ruggero muy unidos no estábamos, él se dedicaba a socializar más que nada y yo me escapaba diciendo que estaba controlando la comida.
Ya en el comedor Ruggero se sentó en una punta y yo a su derecha, en la otra punta se encontraba Paul y a su derecha Marga. Los demás estaban esparcidos por el medio. A mi lado la tenía a Lea, y frente mío tenía a Cloe. A su lado, su esposo.

―Se fueron temprano de la boda, ¿no? ―preguntó Cloe mientras degustaba la lasagna que había hecho. ―por cierto, esta riquísimo.

―Gracias―reí suavemente. ―y si, nos fuimos temprano. Es que estaba demasiado cansada y me dolía la cabeza, así que agarramos a los chicos y nos los llevamos... ellos también estaban cansados―agregué.

―Oh, entiendo―contestó Cloe.

―Así que él es tu hermano... ―sentenció Dave refiriéndose a Kendall, él se removió en su asiento―¿No te conozco de algún lado? ―preguntó a Kendall. Kendall tragó la comida.

―No lo creo―rió nervioso, bajando la vista.

―¿Seguro? ¿No serás amigo o algo de mi hermana, Shasha? ―preguntó entrecerrando sus ojos, Dave. Yo miré a Kendall. A él le gustaba una Sasha, hace un año.

―Oh no, no conozco a nadie llamado Sasha―rió nervioso.

―¿Quieren más lasagna? Sí, quieren. Iré a buscar más lasagna―dije nerviosa poniéndome de pie.

―¿Te ayudo? ―preguntó Ruggero dejando sus cubiertos a un lado.

―No amor, come tranquilo―sonreí.

―No, te ayudare―él se puso de pie.

―son tan lindos juntos―dijo Cloe, yo pise disimuladamente a Ruggero y ambos entramos a la cocina.

―Auch, eso dolió―se quejó Ruggero.

―Cállate―murmuré.

―No, te tengo que decir algo―me dijo tomándome por los brazos.

―Ruggero, no. Ahora no.

―Es ahora o nunca. ―me dijo firme―solo quiero decirte que no te molestaré más, que te dejaré pensar... pero que no me rendiré.

―Ruggero...

―Déjame terminar. Como dije, no me rendiré. Y que no te persiga o eso, no significa que me dejaste de importar. ―murmuró lo último. El timbre tocó.

―Tengo que ir a atender―le dije seria. Él me soltó y salí por la otra puerta que daba a la sala, no al comedor. Ruggero me siguió.

Abrí la puerta y... oh no. ¡Ahora no!

―¡SORPRESA! ―gritaron los cuatro juntos.

Cuidando a los Brinley  TERMINADA. Where stories live. Discover now