Encuentro

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Los encuentros fortuitos, no son parte de los planes de Dios.


Anubis se ha prendado.

O eso dicen otros dioses que le ven visitar en sueños al humano que más cercano se encuentra a ellos.

El faraón.

Y no es que en el panteón de los dioses, no le tengan aprecio al gobernante de Egipto. Es solo que Anubis roza en la obsesión.

Una obsesión, cultivada por el mismo humano. Que desde hace un buen tiempo ha gustado de mandar los más dulces regalos al Dios que precede la muerte. Y este ni corto, ni perezoso ha aceptado todo el desfile de ofrendas que le ha dejado.

Así que en pro de molestarle un poco la existencia al supremo monarca, se escapa a ratos de su trabajo para divertirse a costa del mundo de los vivos.

La forma que toma en el mundo humano, es un simple espejismo.

Con el que disfruta pasearse por los sueños del poderoso joven. Sueños que enmarca al "placer".

Y también como no a la muerte... es una jugarreta. Tentarle, y llevar sus sueños a una vorágine de excitación para despertar abruptamente al contemplar una y mil escenas de su muerte.

–Sueños de mierda– exclama cansado, al despertarse sudorosamente antes de la salida del sol.

Esta sin duda alguna hastiado de la repetición de sus sueños. En ellos una forma humana, sin rostro, ni rasgos goza de acariciar cada rincón de su cuerpo, convidándolo a enterrar su dureza entre sus piernas... pero en el momento más alto de placer se ve envenenado, ahorcado, destripado, linchado y un sinfín de hecho más que conducen a su muerte.

Tiene 18 años, la edad más que suficiente para que su madre le ofrezca acompañantes de cama a diestra y siniestra y a todas las ha rechazado, porque simplemente no le generan nada.

Y sin embargo sus sueños siguen apareciendo con tanta frecuencia que considera seriamente esta noche disfrutar de concubinas.

–Kirishima, ¿qué hija de los de la corte te parece mejor?

El pelirrojo, que también descansaba a los pies del Nilo dejo salir una uva que se había llevado a la boca por la estruendosa risa.

–Pufff... Bakugou ¿te sentís bien? Llamaré al médico real... es que JA,JA,JA...– volvió a interrumpir para reírse a gusto, valiéndole una mierda la mirada asesina que su amigo le lanzaba.

–Vete a la mierda Kirishima– replico con disgusto ante la estupidez incorregible de quien le seguía como mano derecha en lo que a milicia se trataba.

–No... pero es que yo de vos espero que me preguntes por el mejor plan de invasión, o la mejor táctica de guerra pero por favor... chicas. Serás muy faraón amigo pero estoy seguro que más hijas de cortesanos han tenido el placer de conocer mi cama que la tuya. Con tanto trabajo que mantienes ni novia tienes.

–No empieces a sonar como mi madre, por todos los dioses. Si ando jodidamente ocupado es porque este pedazo de tierra y gente no se dirige solo. Así que mejor ayúdame a elegir una chica para quitarme el estrés antes de ser el primer faraón en morir por frustración sexual.

–Que cruel suena el destino del hijo de Ra– volvió a carcajearse, hasta que su amigo le lanzo a la cabeza la primera fruta que encontró.

–Sí, sí muy divertido. Vete a la mierda– respondió corto de paciencia para las bromas de su mejor amigo. Ni toda la vida de conocerse le había hecho más paciente para con sus tonterías.

La grandeza del faraónWhere stories live. Discover now