025.

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Odiaba los hospitales con su vida. Mucho más si se encontraba ahí por alguien en cuya vida no tenía control en lo absoluto; ya habían sido dos veces las cuales había estado allí por ella, pero, esta, sin embargo, había sido la peor.

No quería sentarse por más que Bin le suplicara que lo hiciera: si lo hacía no tendría más opción que mirar la puerta de habitación en la cual Mae estaba y no le habían dejado entrar. Su ansiedad empeoraría.

- Me estás poniendo nerviosa -murmuró la castaña con los ojos hinchados de tanto llorar. El rubio sacudió la cabeza sin dejar de morderse el pulgar y la joven no hizo más que cerrar los ojos-. Relájate, Hose...

- ¡¿Cómo quieres que me relaje, joder?! -la amiga se sacudió del susto ante la irritación en la voz del rubio, dándose cuenta, tarde, que no debía de haber dicho eso. Ni ella podía estar calmada-. Se me ha ido en las manos, -continuó, mirándola con una ira que ni él mismo entendía- y no me han dejado entrar con ella.

- Sabes que son casos delicados -intentó aplacar el asunto, pero él retomó su caminar de allí para acá, sin querer prestarle atención-. Habrá perdido mucha sangre.

Por primera vez de las dos horas en las que se habían encontrado en el pasillo del hospital, Hoseok desistió, dejándose caer en la silla plástica a un lado de Bin. Rompió en llanto y el corazón de la castaña se encogió: de tanto haberlo prejuzgado, verlo de esa manera desarmaría a cualquiera.

Él no era como todos decían que era.

Dudó un momento en si levantar la mano para consolarlo, puesto que sus sollozos eran tan desgarradores que incluso habían provocado que ella empezara a llorar también. Dejó caer la palma de su mano en su espalda para empezar a acariciarlo con lentitud hasta que su llanto cesara y cuando lo hizo, prosiguió a limpiarse ella misma sus lágrimas.

Ambos se sobresaltaron cuando escucharon unos apresurados pasos entrar en el despejado pasillo y, con sólo distinguir el olor, Hoseok se puso de pie de inmediato llenando a su compañero de culpa al verlo tan desaliñado.

Ninguno sabía cómo sentirse en ese momento: eran tantas las emociones que era mejor no sentir nada, pero allí estaba la desesperación de no saber qué hacer.

Jimin dio un profundo suspiro cuando alcanzó la altura del mayor y tragó gordo aún sin saber qué decir. O, bueno, cómo decirlo.

- Hyung...

- La has involucrado tú, ¿verdad? -interrumpió. Hoseok no quería perder la paciencia, pero no iba a negar las ganas que tenía de desahogarse. Y, el silencio del peli-negro fue suficiente para lograr que él lo tomara de la cazadora que llevaba para acercarse a él-. ¿En qué carajo estabas pensando, Park Jimin?

- Hoseok, cálmate.

La ira lo había dominado tanto que no sintió ni notó que Bin se había puesto de pie para evitar que la cosa llegara a mayores, aunque él, de todo modos, hizo caso omiso.

Lo sacudió para que respondiese pero el rostro del menor se encontraba neutro, con la virtud de que él sí sabía cómo mantener la calma. Estampó sus manos en los hombros de Hoseok para empujarlo cuando el rubio volvió a repetir la acción y apretó la mandíbula antes de mirarlo directamente a los ojos.

- Mae es nuestra salida, Hoseok -la pasividad con que la voz del hombre salió no lo calmó en lo absoluto; bufó con ignorancia y subió la mirada hacia el techo sin poder creerlo.

- ¿De qué coño hablas? ¿Sabes en el peligro que la has puesto? -Jimin, cerrando los ojos cortamente se relamió los labios antes de elevar su dedo índice en la puerta en la que se encontraba la joven.

CHÈRIE | JUNG HO SEOK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora