017.

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El sol se estaba acabando de poner y lo único que los alumbraba a ambos era la lámpara de mesa que había en la sala. No era mucha luz, pero ninguno de los dos se quejaba; las mejillas de Mae aún ardían y el pecho de Hoseok se adolecía cada vez más.

Era una mentirilla, una pequeña mentira y nada más.

La peli-negra volvió a desviar la mirada cuando localizó los ojos del rubio observándola en la otra esquina del sofá. Apretó más sus piernas hacia su pecho viendo, como podía, las puntas de los dedos de sus pies, perdiéndose del momento en que una débil sonrisa se plantó en los labios del hombre.

Una mentira que ella creía, sin idea alguna.

Tragó gordo cuando sintió a Hoseok moverse por el rabillo de su ojo y las palabras que le había dicho horas antes revolotearon su estómago. Más bien, ocasionó una manada de animales corriendo en su pecho.

Entreabrió sus labios cuando sintió el instintivo olor a vainilla y sintió cómo las manos de él se presionaron contra sus desnudos y fríos pies. Aunque él siempre se encontraba, de alguna manera, tibio y agradecía internamente que le hiciera ese favor, se incomodó ante el hecho de que no podría mirarlo a los ojos. Volviendo al principio.

- Santita...

- ¿Tienes hambre? -lo interrumpió aún sin dignarse a mirarlo y en un vago murmullo que no le importó que la hiciera ver vulnerable-. Aún queda la comida que hizo Bin.

Hoseok detuvo sus movimientos mirando las cajitas de plástico sobre la meseta que la castaña había dejado antes de irse. Sonrió. Sí, él tenía hambre, mucha, pero no de la comida horneada que le brindaba, sino de la muchacha frente a él y la única que no parecía percibir o entender esto era ella misma.

- Y-Yo te la preparo.

No se inmutó cuando ella se zafó de su suave agarre y se puso de pie, pero sin siquiera dejarle dar un simple paso, capturó su delgada y pequeña cintura haciéndola caer de espaldas bruscamente sobre su regazo.

La joven apretó sus labios tratando de no emitir ruido alguno cuando el suave pelo del hombre rozó su mejilla y su aliento chocó contra la parte lateral de su cuello cuando este haló de la tela del suéter que tenía, pero cuando sintió los dientes del torturador morder ligera y lentamente su piel no pudo evitar jadear.

Él se sintió sonreír ante la reacción de la peli-negra y, queriendo más, intentó hacerse paso dentro de su vestimenta haciéndola alarmarse de inmediato y colocar su mano sobre la de él.

- E-es...

- Tengo que irme -la interrumpió sin detener sus labios sobre el hombro y cuello de Mae, quien estaba empezando a temblar ante la sensación. Pero, sobre su poca estabilidad consiguió fruncir el ceño y tratar de mirarlo: no quería que se fuera pero no estaba segura de que quería que se quedara.

Era tan confuso. Él era tan confuso.

- Sólo hazme este favor, Mae -susurró en respuesta y se removió respingando cuando Hoseok dejó al descubierto su hombro por completo.

- ¿Favor? -su voz salió temblorosa pero consiguió que él se detuviera. Se quedó en silencio y se decidió por buscar su rostro girando lentamente el suyo.

El rubio rió y tratando de que la chica no se diera cuenta, aunque fuera a ser imposible, con su mano libre comenzó a buscar el ruedo de su abrigo. Ella lo sintió de inmediato, erizándose y en cuanto abrió los labios dejando salir un ahogado jadeo, Hoseok estaba vez se apoderó de su mandíbula acercándose a su oído.

CHÈRIE | JUNG HO SEOK.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora