Capítulo O1

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Taehyung abrió los ojos sin prisas

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Taehyung abrió los ojos sin prisas. Notó el hormigueo en su brazo izquierdo, la cabeza de Jungkook reposaba en él, impidiéndole el flujo correcto de su circulación. Se estiró como pudo en la estrecha cama sin desentrelazar sus piernas con las del menor.

A su lado, un reloj digital marcaba las 9.00 a.m. Demasiado temprano para un sábado.

Volvió su rostro al de Jungkook. Sus labios estaban entreabiertos, pero sonrió ante la expresión relajada de su rostro. Desde siempre, dormían juntos muchas veces, incluso la siesta si sus horarios se lo permitían. Dormir junto a otra persona mejora las horas de descanso y provoca una reconfortante sensación de calidez.

Pero desde que empezaron los episodios de los llantos de Jungkook no había podido pasar una noche sin él.

Lo comprobaron la primera vez, cuando ingenuos creyeron que el maknae había cesado sus lágrimas y podría dormir tranquilo. Pero el instinto protector de Taehyung lo levantó de la cama hasta arrastrarlo a su habitación, encontrando al niño de sus ojos abrazando a la almohada mientras sollozaba en silencio. Desde aquel día decidió no dejarlo solo ninguna noche.

Ni siquiera les importaba que la habitación de Jungkook solo tuviera una cama, pues así se habían distribuido al instalarse en aquel apartamento. Yoongi y Jin en una habitación, Jimin y Hoseok en otra, al igual que Nam y él, y por último Jungkook que había ganado en piedra, papel o tijeras el lujo de tener habitación propia.

El resto en parte lo agradecía, hubieran agradecido tanto si hubiese ganado él como si hubiese ganado Taehyung. Preferían que ambos tuvieran un rincón de privacidad. Y ninguno se quejaba.

Aunque ahora era Nam quien se sentía como el ganador de aquel juego, disfrutando de una gran habitación para él solo mientras Taehyung y Jungkook roncaban a gusto entre las mismas mantas.

De repente, los ojos negros de Jungkook chocaron con los ojos de Tae. Su mirada había recuperado el brillo que le habían quitado las lágrimas y su rostro lo surcaba una sonrisa de oreja a oreja, que dejaba ver sus dientes.

-Tae -fue lo primero que dijo al despertar, sin dejarle de sonreír, sin dejar de dedicarle esa sonrisa boba de enamorado solo a él, a Taehyung.

Y Tae sabía lo que significaba lo que acababa de decir. Para Jungkook, era como una confirmación, de que su novio se había quedado allí toda la noche y que le había recibido por la mañana de la misma manera, acurrucado junto a él.

Jungkook empezó a repartir pequeños besitos por el rostro de Taehyung. En cada beso le dedicaba su admiración y su amor.

-Quédate.

-No voy a ninguna parte, tranquilo.

-Acurrúcate más a mí, tengo frío. Dios, tienes los pies congelados -Jungkook rozó sus pies con los de Tae, que en efecto estaban más fríos que el Polo Norte, según la conclusión a la que llegó.

El dilema de ser gay ー taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora