-Confiscó mis aretes nuevos -Ino gruño con sus manos en la cintura.

Lo miré una última vez antes de seguir por el pasillo, el hombre ajustó sus lentes y siguió caminando, una extraña sensación en mi pecho me hizo tomar la decision de que ese hombre no me daba buena espina.

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-No puedo más -dejé los palillos sobre la mesa.

-Ya sabes las reglas -dijo la enfermera frente a mí.

-Llegaré tarde.

La enfermera suspiro mirando hacia la puerta, donde se encontraba el encargado de llevarme al instituto esperándome.

-Llévate la manzana -se apoyó por completo en la silla, con los brazos cruzados.

Cogí la fruta y mi mochila, cada día el estar encerrada aquí se hacía más insoportable, apenas crucé la puerta lancé la manzana hacia los arbustos, no lo hacía por no tener hambre, solo que cada cosa que tragaba la vomitaba.

- ¿Se siente bien? -preguntó amablemente el chofer.

-Si -mentí.

Aún quedaban semanas de tratamiento, agonizantes semanas con dietas estrictas, mareos y vómitos por la medicación y reglas que seguir.

-Su primo es bastante persistente -dijo el señor al ver a mi primo esperándome en la acera.

-Buenos días -dije con una sonrisa y bastante ironía, sin parar de caminar.

-Buenos días.

Me detuve abruptamente en medio del pasillo. Suspirando hondo luego de dos minutos de tener a Neji atrás de mí.

-Por favor, Neji -dije tan calmada como podía- Déjame sola.

-Sabes que tu padre...

- ¡Por favor! Hace semanas que volví aquí y no he muerto, estoy bien.

-Sabes que no es por eso...-volteé a verlo con desdén.

-Esto es tan estúpido -pare frente a la puerta del salón.

-Tenemos razones -dijo poniendo una mano en la puerta, evitando que pasara y volviera a ignorarlo- muy... buenas razones.

-Él también lo dejó -respondí entre dientes- quiere que las cosas cambien, y estoy dispuesta a insistir hasta que acepten que él... vale la pena.

Quite su mano de la puerta con un manotazo.

-De nuevo están discutiendo -murmuró una chica a mi espalda.

-Yo también estaría pendiente si tuviera una prima drogadicta, aunque no hay mucho que hacer, ya todos lo saben.

Dejé mi bolso sobre la mesa, ignorando la mirada de esas chicas. Aunque mi padre hizo lo imposible para mantener el asunto en la familia (lo primero que quisieron hacer fue enviarme fuera de la ciudad, donde viven mis abuelos) de todas maneras, se supo. La familia no estaba nada feliz por eso.

-Esto lo mencionaran siempre, para desprestigiar a la familia -dijeron en una de las reuniones familiares, como si mi vida dependiera de la decisión de todos los hombres de la familia.

Mi abuela sólo acaricio mi cabello de manera maternal mientras lloraba en sus piernas, extrañé como nunca a mi madre esos días.

-Lo haremos juntos.

- ¿Que? -dije, mirando a Neji confundida.

-El trabajo -respondió.

-Ah.

Mala InfluenciaDär berättelser lever. Upptäck nu