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05

Hoseok abrió con lentitud la puerta con el número 112 grabado en ella. Hizo un sútil chirrido, apenas audible, pero aparentemente suficiente para despertar a su madre recostada en la camilla del hospital. Con un ligero movimiento de cabeza la mujer le miró y el menor pudo ver cómo una débil sonrisa era dibujada en sus labios.

Hoseok no pudo evitar sonreír también, cerrando la puerta a sus espaldas con lentitud antes de acercarse a su madre y plantar un cariñoso beso en su frente.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó, dejando una recién cortada rosa en el regazo de la mayor, quién de inmediato la tomó para inspeccionarla.

— Cansada..., Deben ser los medicamentos, sólo eso — la voz de su madre se escuchaba bastante apagada, aún así mantenía una sonrisa en sus labios,— De hecho... Me siento feliz. Jiwoo estuvo conmigo el día de ayer — Los ojos de Hoseok se abrieron con sorpresa.

— ¿Jiwoo? — repitió y la mujer carcajeó levemente ante su expresión.

— Fue una sorpresa para mí también. Simplemente llegó y me acompañó un par de horas, aún está ocupada con la universidad y teniendo un montón de trabajo hizo tiempo para su enferma madre. Me hace sentir bien tener unos hijos que se preocupan tanto por mí.

— Eso es porque te amamos; Jiwoo y yo te amamos mucho mamá. No lo olvides.

— No lo olvido — ambos se sonrieron, — ¿Que me dices tú? ¿Que tal el trabajo? — Hoseok hizo una mueca.

— Está... Bien, creo. No es difícil lo que tengo que hacer, la mayor parte del tiempo paso haciendo nada — respondió con simpleza, levantando ambos hombros.

— ¿Cuál era tu trabajo? Creo que no mencionaste que hacías en esa casa.

— Cuido de un chico, soy una especie de... ¿Mayordomo? Pero sin etiqueta.

— ¿Es problemático ese muchacho? Puedes contarle a mamá lo que quieras, lo sabes — Hoseok se carcajeó. Su madre no cambiaba incluso si su condición era crítica.

— Su condición es complicada. Él es un buen muchacho pero sus padres no se preocupan por él en absoluto.

— Claro que deben preocuparse por él — el pelirrojo negó.

— Su madre prefiere salir con amigas a estar junto a él y su padre está todo el día sometido al trabajo. Ninguno de los dos se pregunta si su hijo está realmente bien.

— Lo dices cómo si le ocurriera algo, ¿Esta bien ese chico?

— No lo está — habló sin titubear,— él... Hace poco tuvo un intento de suicidio y yo... lo precencié todo — los ojos de su madre se ampliaron por la sorpresa.

— Oh dios — masculló,— ¿Está bien? ¿Qué le sucedió para hacer eso? Espero le hayas dicho sobre eso a sus padres Hoseok.

— Si, les relaté lo ocurrido al instante — mintió esperando no ser demasiado obvio,— Pero ellos ni siquiera me tomaron en cuenta. Ya te lo dije, ni siquiera se preocupan por él, y sí, está bien... No completamente bien pero no consiguió pasar al otro lado.

— Ese chico necesita ayuda... Eso... Eso no es normal.

— Lo sé... Pero cómo sus padres no quisieron escucharme. Ahora no puedo dejar de vigilar sus acciones para que no vuelva a ocurrir algo así.

— Tienes que volver hablar con los padres del muchacho, ellos deben hacer algo — Hoseok asintió, tomando la mano derecha de su madre entre las suyas para acariciarla con sus pulgares. Su madre toció de manera repentina y el pelirrojo alcanzó un vaso de agua para ella de la mesita junto a la cama.

 —¿Ha dicho algo el médico sobre tu condición? — preguntó preocupado, su madre tomando un corto sorbo para hidratar su garganta.

—Aún nada. Pero estoy bien, me siento bastante bien. Seguro que cuando venga el médico nos da buenas noticias.

—¿De verdad te encuentras bien?— la mujer asintió sonriente antes de estirarse un poco y abrir uno de los cajones del mueble cercano a la cama para sacar un grueso libro de él.

—¿Seguirías leyendo para mí, Hobi? Mis ojos se cansan— el pelirrojo sonrió débilmente, tomando el libro entre sus manos antes de abrirlo justo donde se encontraba un marcapáginas.

Aclaró su garganta mientras se acomodaba en su asiento bajo la atenta mirada de su madre y toma una gran bocanada de aire antes de comenzar a leer.