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Las pálidas manos de Jungkook viajaron velozmente hacia los glúteos de su hyung. Tener a Taehyung sobre él en el sillón estaba siendo una fantasía cumplida. Sus labios no dejaban esa guerra pasional, y el moreno no dejaba de molerse contra el bulto ya bastante notorio del menor.

Al sentir las manos de Jungkook jugar con su trasero, el mayor no pudo evitar dejar escapar un gemido. Llevaba tanto tiempo queriendo este tipo de contacto. Llevaba tanto necesitando a Jungkook que parecía casi irreal el hecho de que estuvieran ahí, los dos juntos en aquella posición.

El menor se estaba encargando de besar y mordisquear cada parte que el mayor dejaba a la vista. Su recta y delicada mandíbula, su suave cuello, incluso las clavículas que siempre habían llamado su atención.

Estaban sumergidos en su pequeño caos. Movimientos bruscos, besos y mordidas. Era una pelea constante por saber cual de los dos conseguía excitar más al otro. Ni siquiera ellos mismos se estaban dando cuenta de lo que estaban haciendo. No eran conscientes en ese momento. Estaban dejándose llevar por sus instintos. Por esa voz dentro de su cabeza que aseguraba que ambos debían estar juntos. Amándose como lo estaban haciendo ahora.

Se separaron levemente al darse cuenta de que ambos habían perdido los pantalones, encontrándose con sus ojos. Los de Taehyung parecían una súplica al contrario, un grito de necesidad, alto y claro decían: Kookie... Te necesito. Los de Jungkook estaban llenos del fuego abrasador del amor, el menor había caído demasiado hondo incluso sin darse cuenta: el mayor se había convertido en su razón de vivir.

- Podemos parar - le susurró -. No quiero hacer nada de lo que puedas arrepentirte.

- Me arrepentiré si no lo hago - contestó Taehyung mientras se levanta y quitaba con delicadeza sus bóxer.

Allí, tal y como lo trajeron al mundo, Taehyung no se sentía nervioso, tampoco sentía vergüenza. Sentía paz y tranquilidad, se preguntó si aquello era porque Jungkook era el indicado para él.

- Quiero ser tuyo, Jungkook - le murmuró mientras se sentaba donde estaba -. Te necesito demasiado.

- No quiero que esto sea cosa del momento - le contestó mientras apartaba un poco de su flequillo -. Eres precioso.

- Lo sé - le dijo mientras movía sus caderas contra las de Jungkook.

El menor no pudo aguantar la risa, pese a sentir la enorme necesidad de enterrarse en el mayor, no pudo evitar reírse.

- Te has cargado la atmósfera.

Una caricia en las caderas.

- Nos estábamos poniendo demasiado cursis.

Dos manos fuertes sujetando sus caderas.

- Quiero ser cursi contigo.

Una boca enterrada en su clavícula.

- ¿Por qué, Kookie?

Una mano bajó hasta encontrar su anillo, jugando con él.

- Porque eres mi mundo, y sé que debo cuidarte - dijo finalmente, uno de sus dedos perdiéndose en el interior de Taehyung con suavidad.

Puede que Sehun le hubiese dicho millones de veces que lo amaba, que cuidaría de él. Pero Sehun no era Jungkook, y para él, siempre había sido Junglook. No podía aprovecharse de Sehun. Además, tampoco era el padre de su hijo.

No era la persona que amaba.

Los dedos en su interior habían aumentado y él se había vuelto un manojo de ruiditos inevitablemente. De sus labios no dejaban de salir jadeos y gemidos directamente en la oreja del contrario, como si fuesen un secreto. Su dulce secreto.

- Kookie... Te necesito, ya - le susurró mientras agarraba su cara con las manos.

Sus ojos se encontraron mientras que las manos de Taehyung viajaban hacia el sur de su Jungkook en busca de aquella fruta prohibida. Había noches que soñaba con el menor, lo había deseado tanto que no se creía que realmente estuviera sucediendo, que se estuviesen sintiendo de esa manera nuevamente.

Liberó al pequeño Kook sin despegar los ojos de los contrarios. Quería ver cómo la cara de Jungkook cambiaba mientras el menor se dejaba caer sobre su miembro. No quería perderse detalle de lo que sentía, de las emociones que se arremolinaban en su expresión.

Guió el eje contrario hacia su arrugada entrada y poco a poco se dejó caer. Sintiendo la mezcla entre placer y dolor al ser estirado por ese órgano. Su mirada no se separaba, sus oídos se deleitaban de los susurros y jadeos del otro, aquello era simplemente genial.

Una vez estuvo enterrado hasta el fondo, ambos de quedaron quietos, las respiraciones algo agitadas y gotas de sudor recorriendo sus frentes.

- Te quiero - dijo Jungkook mientras acariciaba la cadera contraria -. Ya no habrá más rodeos. Hyung, estos son mis sentimientos por ti.

- Debo ser el peor amigo del mundo - reflexionó el contrario.

El más pálido iba a preguntarle por el comentario pero todo pensamiento coherente escapó de él en el mismo momento en el que el mayor comenzó a moverse. Primero lento, después salvaje. Jungkook había decidido tomar el control y guiar las caderas de Taehyung. Ahora todo era rápido, pero sus ojos seguían unidos.

Tan unidos como ellos estaban realmente.

Una de las manos de Jungkook abandonó la morena cadera para bajar hasta el eje contrario, comenzó a bombearlo al mismo ritmo de los movimientos caderas contrarias. El olor a sexo, el calor de la sala. Sus mentes estaban perdidas en ese momento.

Taehyung sintió aquella electricidad recorrerlo. Estaba cerca, tan cerca.

- Kookie... yo - gimió.

Estaba enloqueciendo. Jungkook lo enloquecía, lo llevaba hasta niveles que él desconocía.

- Hazlo pequeño - dijo.

Y Taehyung siguió aquella "orden". Su miembro comenzó a disparan aquellos chorros calientes. Sus músculos se tensaron ante su liberación, logrando que aquel miembro en él estuviese en un espacio más apretado. El menor enloquecía. No tardó más de cinco embestidas en llegar a ese ansiado final.

El contacto visual se rompió. No se separaron tampoco inmediatamente. Solamente se quedaron allí, envolviendo al otro entre sus brazos. El mayor hundiendo la cabeza en el cuello contrario, aspirando su olor. Jungkook era simplemente todo lo que él quería. Por mucho dolor que le hubiese causado.

Y todo el que aún le podía causar...

Kookie... I need you! [KOOKV]Where stories live. Discover now