Capítulo 28

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—¿Qué les parece este? —Señaló un diseño que llamó mi atención de inmediato.

Ambas se quedan observado, pareciera que están analizando una cuenta de matemática con todo lo aprendido en nuestra vida.

—Sí, me gusta. —Por fin una de las dos, habla.

—Con cuerdo con Ame, ahora que tenemos el diseño debemos completar los datos y enviarla a la imprenta —añade entusiasmada.

Invitaciones listas, es hora de almorzar.

Terminamos nuestra comida, ordenamos todo, así que decidimos salir a caminar un poco. Bruno, dejo atrás su cochecito y ahora camina junto a mí, sus pasos aún son lentos, pero cada vez su caminar es más duradero.

Llegamos al parque, lugar donde guarda varios recuerdos, lindos y feos, pero, en fin, este lugar va a ser un símbolo para nuestra familia, sin lugar alguna. Nos sentamos bajo un árbol; por mi parte me pongo a jugar con Bruno con su pelota, desde que empezó a caminar, mostró un gran interés en el deporte, pero específicamente en alguno que sea de lanzarla, ya que nunca la patea.

Escucho como Meli y Ame hablar mientras ríen.

—¿De qué se están burlando? —pregunto sentado a una mínima distancia de ellas esperando que mi hermano me devuelva la pelota.

—Estábamos hablar de que, cuando sea más grande, podríamos inscribirlo a voleibol —contesta Meli.

—No sé, creo que falta para eso. —Veo a mi hermano caminando al rededor mío sin devolverme el objeto. —No quiero hablar de cuan él crezca, quiero disfrutarlo así de chiquito como es. —Extiendo mis brazos y lo agarro, trayéndolo hacia mi lado. —Tú siempre serás mi chiquitín, ¿No?

—¡César! —grita mientras trata de salir de mis brazos, cuando lo logra corre hacia aquel hombre que ha pasado gran parte de estos días con él.

—Sin duda, no me podré escapar de él. —Se agacha para recibir a mi hermano y saludarlo; tomamos de la mano llegan a nuestro encuentro. —Hola señoritas. —Las saluda.

—¿Cómo nos encontraste? —Lo saludo y me siento junto a mis amigas.

—Fui a tu casa y, como no los encontré y con este día hermoso, supuse que estarían aquí. —Se queda en cuclillas.

—Vamos hombre, siéntate que un poco de pasto no dañará tu pantalón —bromea Meli.

—Que gracias Mel, pero la edad ya no me permite levantarme con tanta facilidad.

—Vamos hombre, si aún eres joven —añade Amelie.

—Señorita Amelie, usted me conoce desde siempre, sabe que ya no soy tan joven. —Ríe. —En fin, vengo para hablar con ustedes sobre el caso.

—¿Qué pasó? —decimos los tres al unísono.

—Tengo una noticia mala y una buena. —Lo miramos en señal que prosiga. —La mala noticia es, que los abogados de ellos están buscando la forma de demostrar que tienen una enfermedad mental para que no vayan presos y, en su lugar, vayan a un centro psiquiátrico.

—¡Imposible! ¿Pueden hacer eso? —pregunta Meli.

—Sí, con tal de defenderlos lo pueden hacer, esperemos que el jurado y el juez no crean eso, y les den la condena que se merecen.

—¿Y la buena? —interrumpo algo nervioso.

—La buena es que la fecha del juicio será el veinticinco de este mes, será dos días después del cumple de este chiquitín, así que podrán festejarlo tranquilos.

Todo por ti, hermano © ["Hermanos" #1]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt