Prólogo

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Era un día normal como cualquiera

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Era un día normal como cualquiera.

Me encontraba sentado en los pupitres del salón de la inmensa universidad, a la cual asisto.

Aquel lugar me cautivo desde el día que realizamos una excursión con mi colegio. Nos alentaban a seguir estudiando en una universidad, mostrándonos que la Universidad de Buenos Aires tenía algo bueno que ofrecernos.

De las tantas carreras que hay, arquitectura fue la que más me gusto. La idea de tener que estar armando, imaginando futuras edificaciones, me emociono.

Para mis 21 años, con un empleo de medio tiempo el cual me deja algo de dinero, supe sobrellevar a la perfección la carrera.

Por fin mi última clase llegaba a su final.

Al salir, contemple los otros edificios. Aquel lugar poseía varias edificaciones, con distintas arquitecturas, un gran camino donde autos y buses pasaban, y, a lo lejos, una hermosa zona verde que desemboca en el Río de La Plata. Ese lugar parece una ciudad, pero claro, por algo lo llaman Ciudad Universitaria, ya que lo es.

Como todos los días que me encontraba allí, debía volver en el transporte público. Vivir a dos horas era cansador, pero valía la pena.

Sin embargo, ese día algo cambio, no solo en mí, sino en la vida misma.

Mi celular sonó, era del hospital, al parecer mis padres habían tenido un accidente y estaban graves. Sin pensarlo, busque si algún bus que me dejará en el hospital, y para mi suerte existía uno.

Los nervios no se hicieron esperar, todo sucedió demasiado rápido. Un día cualquiera se convirtió en un infierno.

Mi móvil volvió a sonar, el mismo número. Me dijeron que necesitaban mi firma para poder operarlos.

—¡¿OPERARLOS?! ¡¿POR QUÉ?!

Mis gritos alarmaron a varios pasajeros, pero a los segundos volvieron a los suyo.

Me explicaron que el impacto afecto a varios de sus órganos, y muchos vidrios quedaron incrustados y debías retirarlos, pero al ser una operación complicada, necesitan de mi firma.

Los nervios aumentaron, mis ojos se llenaban de lágrimas.

—¿Y mi hermano? ¿Dónde está mi hermano?

Afortunadamente, él solo tuvo algunos rasguños, mis padres siempre fueron cuidadosos, y lo llevaban en su silla de viaje que permitió que él saliera ileso. Tanta fue la precaución con él, que se olvidaron de sus cinturones de seguridad, provocando que estuvieran en esa situación.

Una anciana notó la preocupación en mi rostro, amablemente me preguntó si necesitaba algo. La mujer mayor me escuchó contarle lo sucedido, a lo cual, lágrimas aparecieron en su rostro y en el mío.

Tenía miedo de perderlos, ellos son mi fortaleza, mi sostén para seguir adelante. Siempre me alentaron a perseguir mis sueños. Me enseñaron a ser un buen hermano.

Todo por ti, hermano © ["Hermanos" #1]Where stories live. Discover now