〈Nueve〉

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Después de poder dormir tranquilamente, Jimin despertó con un ánimo bastante optimista, no tenía ganas de llorar, tampoco de desaparecer, ni de asesinar al tal Yoongi. Por primera, desde que despertó en aquel hospital, tuvo ganas de abrir las cortinas y recibir los rayos de sol acariciar su piel, por lo que tomó una ducha rápida, sacó de la nevera una botellita de leche, un supresor en pastilla de su botiquín personal y salió sin despertar a su amigo, quien dormía desparramado sobre el sofá-cama con el cabello desordenado, el cuello muy chueco y la boca abierta, haciéndolo lucir como un adorable desastre.

Bajó trotando las escaleras, saludó a las personas que se encontraban en la recepción con una sonrisa y salió sin ningún objetivo en concreto, además de solo relajarse, pasear y despejar su cansada cabeza. Caminó por la parte de atrás del edificio de su apartamento, siguió un camino adornado por grandes macetas con muchas pequeñas y coloridas flores. A lo lejos vislumbró un parque con muchos árboles, a medida que se acercaba más fruncía el ceño sintiendo que conocía aquel lugar. Caminó entre los árboles, dejando que sus pies le guiaran todo el trayecto, encontrándose con una banca de color rojo bajo un farol que obviamente estaba apagado por la hora del día, se sentó en ella y recordó haber estado muchas veces en aquel lugar en algún tiempo indeterminado en ese momento. Una de las imágenes que cruzó por su cabeza fue de él corriendo, por el mismo camino pero lleno de nieve y llegando hasta ese asiento, en donde Yoongi estaba casi congelado, con una bolsa de regalo, lentes de marco negro y el ceño fruncido... Otro recuerdo fue de él esperando y viendo llegar al pálido chico desde la dirección contraria con el semblante serio pero con una leve sonrisa surcando sus comisuras.

Un tanto confuso, mareado y shockeado, se puso de pie luego de poder volver a respirar con normalidad, siguió el camino entre los árboles desde el cual el alfa de sus recuerdos había aparecido. Sin ser totalmente consiente de sus acciones, cruzando la calle sin mirar y casi siendo arrollado por un vehículo, trotó derecho por una gran avenida, giró algunas veces y se adentró finalmente en una calle sin salida, donde al final de esta había una gran casa muy antigua. Sintió sus piernas temblar, al igual que sus manos. Miró a su alrededor, no encontrando a nadie, era un barrio tranquilo dentro de la gran ciudad, bastante alejado de su universidad y del bullicio de los centros comerciales. Intentando ser muy silencioso, se aproximó al cerco de madera que dividía el patio delantero del trasero y, sujetándose como pudo, lo saltó. La adrenalina y ansiedad se hicieron presentes en ese momento, ya que el lugar se veía un tanto descuidado, no desordenado, pero sí podía verse que nadie había salido a cortar el césped ni se había sentado allí en un largo tiempo.

Vio una puerta de madera que parecía ser más antigua que el resto de la vivienda y tuvo un urgente impulso de abrirla. Recordó de repente que tenía aquella antigua llave que encontró en su apartamento y, con manos temblorosas, la sacó junto a su llavero de perrito. Su corazón palpitaba frenético en su pecho, intentó no hacer ruido, tampoco respirar y se mordió el labio inferior hasta que el mecanismo hizo clic, avisándole que la puerta se encontraba abierta. Volvió a tomar una gran bocanada de aire y se adentró en la casa.

Lo primero que vio fue una gran cocina adornada de manera hogareña; había un gran refrigerador de dos puertas, una pequeña mesa de madera pintada de blanco con dos sillas a juego y muchas encimeras también blancas, en las cuales había un microondas, una cafetera de expresso negra y algunos adornos como flores falsas. Caminó con sigilo hasta la puerta de salida de aquella habitación, encontrándose con un largo pasillo con varias puertas, al principio de este se veía un vestíbulo y la puerta principal. Recorrió el trecho y se encontró con una escalera, por la cual se aventuró a subir, rogando que la madera no rechinara. En la planta superior había un pequeño espacio dispuesto a modo de estudio; un escritorio, una planta, una computadora, un librero y un sillón reclinable junto a una ventana y una lámpara. Había también dos puertas, una de ellas tenía un pequeño letrero, el cual indicaba que se trataba del baño. Algo dentro de sí le dijo que debía abrir la otra puerta...

❝Infinite tie❞  [OmegaVerse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora