Capítulo 78

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P R E V I A M E N T E . . .

Aprieta su agarre en mis piernas y comienzan a subir, una de ellas se dirige a mi entre pierna y la otra hacia mis pechos, lo tomo de los hombros para separarlo y no sentirlo cerca de mi, porque me da asco y siento repulsión hacia él ahora, pero no sirve, mi fuerza no es la suficiente como para apartarlo y lloro más fuerte por ser débil y no poder quitarlo de encima, me odio por no poder impedir lo que está haciendo y lo odio por hacer esto.

Nadie se merece algo como esto...

La impotencia y el coraje se quedan cortos a comparación de lo que estoy sintiendo.
El terror y la frustración no son nada ahora mismo.

En este momento siento todo, pero me gustaría no sentir nada.

[...]

_____ Smith

—¡Ayuda!—Los constantes gritos se hicieron presentes mientras los minutos pasaban.

El llanto también.

¡Por favor!, ¡ayúdenme!Supliqué. Sabia que nadie iba a ayudarme.

Las personas somos así, tenemos miedo de involucrarnos en asuntos peligrosos. No ayudamos. Nos volvemos sordos ante la desesperación de alguien.

Mis manos lo empujan una vez más, no se separa.
Está más cerca de mí, sus manos suben y bajan por todo mi cuerpo, tocándolo mientras que yo solo le pido que se detenga.

Mauricio, detente por favor, te lo ruegoSusurro y un par de sollozos se escapan.

Siento sus manos introducirse por dentro de mi blusa y el pánico incrementa desenfrenadamente. Sus manos tiran de mi blusa y la saca de mi cuerpo haciéndome quedar expuesta ante él en ropa interior.

¡No!, por favor déjameGrito y tomo fuerzas suficientes como para poder separarlo.

Mis brazos y piernas lo empujan y este cae al piso.
El llanto cesa por un momento y salto de mi lugar para moverme a otro lado de la habitación. Tropiezo un par de veces, pero vuelvo a pararme.

Él se levanta del suelo y sé que va a acercarse.
No tengo con que defenderme.
Busco entre las sombras que ahora abarca la gran parte de la habitación pero, no hay nada tan solo cajas de cartón y ropa.

Antes de que me percate de lo que hago, ya tengo una caja de cartón entre mis manos, es pesada y quizás no sirva de nada, pero la lanzo.
Ésta golpea en la cabeza de Mauricio, no sé cómo, sin embargo me alegro de que lo haya golpeado.

Está ebrio, y realmente no sé si esto lo hace consiente.
Su cuerpo vuelve a incorporarse y camina hacia mí, ríe y tropieza y mi cuerpo comienza a temblar.
Estoy en suelo frío y duro, los segundos se vuelven eternos cuando lo veo acercarse, el nerviosismo y el miedo se aferran a mi sistema y no puedo hacer otra cosa que no sea observarlo.

Estoy en un trance, en el que sé que corro peligro pero... no sé qué hacer.

Sus manos toman mis hombros.
Aprieta mi piel y me levanta del suelo.
Me pega a la pared, el dolor se arraiga en mi espalda y puedo oler su aliento a alcohol, de nuevo.

¿Qué pasa?, no me digas que me tienes miedo, pequeña—Sus susurros roncos me hacen temer.

—S-suéltame, por favorPido y siento lágrimas caer por mis mejillas.

No voy a hacerloMediante la poca luz qué hay aquí dentro puedo ver sus ojos, no es la misma persona que conocí hace años.

No me hagas esto, por favor, suéltame, te lo ruegoSe acerca aún más, su cuerpo está pegado al mío y muevo mi rostro hacia un costado, no quiero verlo.

Siento su aliento caliente pegar en mi cuello, su cercanía no me hace bien y esta vez el terror es todo lo que puedo sentir.
Sus labios hacen contacto con la piel de mi cuello y lágrimas abarcan mis ojos mientras comienzan a descender por mis mejillas.
Cierro mis ojos, trato de calmarme, pero nada en este momento podría tranquilizarme.

—¡Suéltame!—Grito ante la desesperación de quitarlo, lo empujó y golpeó.

Toma mi quijada con su mano y la aprieta sin piedad. Me hace voltear y mirarlo.

Escúchame bien. Voy a hacerte mía y nada ni nadie va a poder impedirloUna sonrisa burlona se escapa de sus labios.

¿En qué momento pasó todo esto? Están tratando de abusar de mi, mientras que nadie se acerca a impedirlo, ni siquiera yo soy capaz de hacerlo.

Eres un cobardeMe armó de valor. Una risa carente de humor brota de mi garganta.

Mi voz se quiebra por cada segundo qué pasa. Apenas fui capaz de pronunciar aquellas tres simples palabras pues su agarre es más fuerte.

No me llames asíSu voz es más ronca de lo que antes era.

Voy a llamarte como a mi se me de la ganaLa valentía en mi voz me sorprende.

AtréveteMe amenaza.

Eres un imbécil, ojalá te vayas al maldito infierno—Escupo las palabras.

Una de sus manos en forma de puño golpea mi mejilla derecha e izquierda.
Caigo al suelo. El dolor tarda en hacerse presente pero no pasa demasiado tiempo para sentir aquel dolor infernal.

Siento la sangre en mi boca, mi mano se dirige a ella y veo el liquido rojo en ella a pesar  de la poca luz qué hay.
Las lágrimas salen una tras otra sin parar. Los sollozos son incontrolables.

Me toma del antebrazo me levanta del piso.

—Cállate—Me sacude de un lado a otro. La piel de mi brazo arde y duele ante su tacto.

SuéltameEsta vez no es una súplica, es una orden.

—No

¡Dije que me sueltes maldito enfermo!No soy consiente de lo que digo. El coraje se apodera de todo aquello que sale de mi boca.

Otro golpe. Mi cuerpo vuelve a caer en el suelo y mi cabeza golpea contra este. El golpe es dado en mi ojo y por un momento no logro comprender nada.
Llego a la remota idea de que quizás vaya a quedar ciega pues comienzo a ver borroso. Creo que es imposible contar tantas caídas al suelo he tenido hasta ahora y realmente en este momento es lo que menos me importa. Mi cabeza comienza a palpitar, a doler.

Un gemido de dolor se me escapa.
No quiero pensar ahora si puedo llegar a tener una fractura.
No sé qué es peor, que me golpeen hasta morir o que abusen de mi.
Ninguna de las dos es mejor que la otra.

Mis manos tocan el suelo e intento levantarme pero el agarre en mi cabello me lo impide.
Su mano toma una gran cantidad de mechones de cabello y me hace girar a su dirección.

No sabes cuánto estoy disfrutando de esto porqu...Algo lo calla y dejo de sentir el dolor de los jalones en mi cabeza.

La luz del cuarto es encendida.
Alguien me sostiene pero ya no soy consiente de mi, las imágenes son borrosas, quizás por las lágrimas.

—¡Mario detente!—Una voz masculina se escucha  a lo lejos.

—¡Michel llama a una ambulancia, rápido!—La voz de Luna esta cerca pero escucho un cierto eco en mi cabeza.

Hasta que, todo se vuelve completamente obscuro y no escucho ni veo nada más.

¿Chica Youtuber? •Mario Bautista•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora