Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022
❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...
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—¡D-duele, alfa! —gimoteé, enterrando mis uñas en sus nudillos y recibiendo un beso casto en mi nariz— ¡Y-yoongi, sácalo! —rogué, enterrándome en el hueco que formaba su cuello y frotándome más en su masculinidad, como si así el calvario disminuyera. Pero no podía. No podría hasta dentro de quince minutos. Estaba arraigado a mi lubricado agujero. Estábamos unidos como perros. Y sonreí intermitentemente ante la idea.
Ahora tenía excusas para abrazarlo todo lo que quisiera. Su menudo cuerpo enredado en mis macizos brazos. Agradable.
—Lo lamento, omega. Sabes que no puedo darme ese lujo —ronroneó, lamiendo mi sensible cutis y haciéndome estremecer. Busqué su brazo. Él me miró curioso y se mostró satisfecho cuando lamí su herida. Realmente se había magullado muy feo—. ¿Qué estás-
—Déjame sanarte. Tenemos mucho tiempo para estar aquí, ¿no? —interrogué avergonzado, moviéndome ligeramente y haciéndole conocer la realidad sobre su pene todavía entre mis glúteos. Necesitaba algo con lo que distraerme antes de que hiciera mi culo añicos. No iba a salir bien parado de esta, triste y literalmente.
—No sabía que eras un omega tan cooperativo —se burló, incrédulo. Ruborizado, no contesté nada. ¿Cómo hacerlo cuando sentía toda su humanidad..., aún latente en mí? Seguía excitado. Pese a lo que acabábamos de concluir y aunque yo, en mi lugar, me sintiera destrozado física y mentalmente, él parecía bastante tranquilo. Su prominencia seguía palpitando, punzante, como si todavía tuviese mucha semilla que derramar. Maldito pervertido. Jesucristo con estos niños de ahora—. Hey, ¿pretendes ignorarme hasta que se solucione esto... —y dio una estocada en mi sensible próstata. Ahogando un gemido, rasguñé sus hombros.
—¡N-no seas imbécil, Yoongi! —acaricié su pecho, nervioso. Él suspiró.
—Tus manos son mágicas, no dejes de acariciarme.
—No lo haré —tartamudeé tímidamente.
Y pocos minutos después cayó rendido cual cachorro de cría. Min tenía el sueño muy ligero y pesado a la vez, curioso hecho.
