Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022
❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...
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—¿Te sientes bien? —interrogué, acariciando su frente. Él rió seco, esforzándose por desprender hormonas apaciguadoras para mí y así evitar más preguntas indeseadas. Kwon nos observaba preocupado.
La enfermera se había ido hace exactamente cinco minutos atrás, explicando que volvería luego con un almuerzo ligero para papá. Tal vez una sopa de pollo o delicado para su estómago.
—Lamento no tener un sitio mejor que este —señaló el director. A sus ojos, la enfermería no era la gran cosa. Incrédulos, padre e hijo lo inspeccionamos como si realmente estuviese diciendo eso a modo de broma.
—No seas tan humilde, G-dragon —se burló mi progenitor, ganándose un golpecito amistoso del susodicho. ¿G-dragon? Y pareció como si mi padre oliera mi curiosidad, porque me examinó paulatinamente antes de explicar—. En la universidad solían llamarle así por su grandiosa habilidad de canto y rap. Incluso a día de hoy existen alumnos que te llaman de esa manera, ¿me equivoco? —preguntó cansado, sonriendo débilmente al hombre frente a nosotros. Este se encogió, modesto. Yo me enderecé, tratando de ignorar el hecho de que ambos se habían olvidado por completo de mi presencia.
Tenía un tema pendiente con mi madre.
Salí silenciosamente de allí, acomodando las palmas de mis manos en ambos bolsillos y dejando en queda observación mi panorama. La verdad no sabía cómo sentirme en cuanto a los hechos. En este último tiempo había aprendido a controlar bastante bien mis emociones. O quizá se trataba de lo mucho que todo había restado en importancia. Ya nada me hacía sorprender. Todo era tan..., banal.
—¿Está mejor? —interpeló mi progenitora, seriamente. Pese a ello, pude divisar un ápice de ansiedad en su voz. Agradecí apreciar su preocupación. Después de todo no era tan mala como solía pensarse. Tenía emociones recatadas escondidas en su frío y marchito corazón... Creo acordarme de alguien cuando pienso en su peculiar actitud.
—¿Quién es ella para ti? —refuté, ignorando la instantánea indagación y forzando una sonrisa burlona que pasó fácilmente desapercibida por ella. De no haber sido así, podría jurar que terminaría con una cachetada plantada en la punta de mi cutis. Una de las tantas que podría llegar a darme.
