Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022
❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...
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—Ya me siento mejor, creo que podríamos regresar —agregué tímidamente, agachando la cabeza y sintiéndome más que decepcionado. Mis huesos temblequeaban compasivos y el omega que habitaba en mí aullaba atemorizado; no quería. No quería terminar esto. No quería que las cosas cambiaran de alguna forma. No quería que él dejara de acompañarme en mis momentos de necesidad y menos que volviera a su estúpida rutina de tonto universitario. ¡Yo lo quería para mí!, ¡anhelaba al lobezno que se ocultaba en lo más tajante de sus órganos! Y lo peor, peor era el no verlo hablar.
Como si se le hubiese sido arrebatada la lengua por el gato, como si ni siquiera él tuviera una explicación lógica a todo lo que nos concernía. Nuestro bullicio era tan notorio y tan poco destacable. Y cuando estuve totalmente consciente de mí mismo, me hallaba envuelto por los brazos de Yoongi. Se oía a disculpas, a un humo de inseguridad evocadora y que arremetía en silenciosa aceptación.
Se había acabado.
¿Cómo saber qué era exactamente lo que había dado por finalizado? No podía aludirlo con tanta facilidad; no tenía el poder de asimilarlo y mucho menos asumirlo. Yoongi sólo había tenido la amabilidad de acompañarme; eso no significaba más allá de lo pretendido y no tenía un límite controversista de trasfondo tampoco. No hacía sino emocionarme tanto por un accionar de calidad, de sencilla amabilidad.
—¡Muchas gracias por recibirnos! —grité en la entrada, encorvando noventa grados la espalda y ruborizándome furiosamente. Escuché a la amable mujer reír con suavidad y, más pronto que tarde, me abrazó. Balbuciendo, la correspondí. Amaba el contacto físico, era algo que no podría negar y nunca me cansaría de admitir; pero esto era raro incluso para mí— Lamento mi comportamiento aquel día. Debió ser descarado para usted..., tener que soportar el celo de un omega —murmuré avergonzado, continuando mi discurso de niño bueno y volviendo a reverenciar por la notoria culpabilidad. Evoqué las memorias sobre mí pidiéndole ''ayuda'' a mi alfa, mientras él resolvía un tema de pagos..., y nuevamente me sonrojaba a niveles inalcanzables.
Ella, pese a todo, le quitó importancia con un ademán significativo. Sus labios apretados me dieron a entender que no le diera muchas vueltas y mis piernas siguieron temblando por la pena.
—¡Chiquillo, no te preocupes!, esto es casi cosa de todos los días por aquí. No dejes que ese hecho te cohíba —me guiñó un ojo—. Me alegro que hayas tenido una buena estadía y espero volver a verlos. Tal parece que partirán felices —bromeó con una doble intención en sus palabras, lo deduje por la forma en que sus faroles se derritieron de amor. Sus cerezos tiraron en una agridulce sonrisa, modesta de burla y satisfacción. Era una preciosa mujer, de eso no podría haber duda alguna. Brotaba de ella un aura ahondado en espiritualidad y tremenda felicidad. Y no pude evitar pensar en lo mucho que la llenaba de viveza el apreciar a jóvenes como nosotros..., disfrutando del lazo creado por el universo. Apreciando las maravillas de convivir con tu otra mitad, con la apropiada naranja que todos debiésemos ser capaces de obtener, con la amorosa idea de pertenecer a un mundo lleno de romanticismos.
