Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022
❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...
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—¿Ahí no? —se burló, chorreando el líquido restante y relamiéndose los labios. Subió hasta mis belfos, buscando atención merecida y quizá algún que otro halago referente a su inexperta mamada y/o beso negro. No dudaba que Yoongi fuera versado en el arte de las sábanas..., sin embargo, eso no quitaba el hecho de que sus labios eran la torpeza personificada. Separó más mis piernas, siendo nuevamente ayudado por mí y haciéndome conocer lo que era el desquicio cuando lo vi estirar mi hendidura. Estaba estimulando el contorno de mi ano.
—¡M-mmh! —gimoteé, llamando su atención con mis esqueléticos nudillos— N-no, ahí no —sollocé en una quebrado y silencioso llanto, anticipándome a la carnal sensación de satisfacción.
—¿Por qué?, ¿acaso no puedo disfrutar de mi omega? —interpeló sombrío, sonriendo de costado antes de enterrar su primer dedo índice en mi interior. Encorvé la espalda, aullando a la nada y dejando que mis labios fueran cruelmente devorados por mi dentadura. Negué suavemente, apretando los ojos cual niño pequeño y alegando ante las cortas caracterizaciones de mi lobo haciendo presencia— Eres mío, Jin. Puedo tocarte lo que desee —replicó a continuación, jugando en mi interior con escaladas doblegadas y periferias prominentes. Apremié en sus dedos mi líquido aceitoso, el que se abría paso por todo el cuarto y el que me hacía juntar graciosamente las puntas de mis cejas a causa del desagrado. Olía gozoso, demasiado suave para ser aprobado con tanta facilidad por alguien. ¿Cómo los alfas podían soportar semejante bálsamo? Era odioso—. Lindo —musitó, mordisqueando la cavidad que se retraía entre mis piernas, buscadora de una polla, en busca de deliciosa dominancia. Cada vez sentía las frazadas más mojadas, mi trasero transpirando feromonas incitantes y mis pezones demostrando rendición bajo los efectos de una droga paradisiaca que todavía no era impulsada.
Mi interior se contraía a cada llamado de Yoongi, cosquilleando, adulando, sobornando. Él tenía que acabar con mi martirio. Estaba sólo jugando con mi cuerpo.
—¡Min! —supliqué—, d-deja eso... Déjame ir a mi nuevo cuarto a ordenar las cosa-
—Tu casa está aquí, no sé a lo que te refieres —enarcó una ceja, rechazando la idea de verme lejano. Algo conmovido, me sonrojé. Idiota, ¡estúpido imbécil! Lo hacía más y más difícil.
—No puedo quedarme al lado de un alfa que sólo piensa en tenerme como recipiente para descargue —susurré, actuando y pretendiendo estar igual de seco y molesto. Él rió.
