Capítulo cincuenta

152 21 9
                                    



Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Los Cielos eternos

LUMIEL

Lumiel lavaba paños en una pequeña estancia dispuesta para ese fin; cercana al templo. Eran, por lo menos, un centenar de ellos, y se encontraba hastiada de la tarea. Pero ¿qué podía hacer? Ese era el precio que debía pagar por el indulto recibido. Se arrepentiría de haberse arrepentido, si no fuera por él. Uriel y su sonrisa sincera. Uriel y su galanura y respeto. Uriel y sus francos ojos avellana.

 Uriel, Uriel, Uriel.

Con un movimiento algo brusco estrujó una decena más de aquellas ínfimas telas.

—Si Pilly-Kabiel aún estuviera en los Cielos, le diría que te ayude—oyó a sus espaldas. Su voz serena y apacible era inconfundible—,ella siempre fue muy solicita en hacerse cargo de esta clase de tareas.

Lumiel se giró para verlo. El gesto algo travieso de sus labios le hacía creer que se reía de una broma privada o tal vez de algún recuerdo. Uriel vestía una túnica gris oscura, ribeteada en negro, sus alas plateadas se agitaban algo inquietas, se veía contento... ¿ella tendría algo que ver con eso? Le pareció (y eso la hizo reír), más feliz que perro con dos colas. Ella se puso de pie despacio, sin apartar de él la mirada. Despejó su frente de un par de sus mechones rojos y se acercó un par de pasos.

—Todos aquí saben cuánto detestaba Pilly-Kabiel este trabajo. Y no la culpo, es tedioso —le hizo saber con un mohín de disgusto—, y seguramente, como yo, solo lo hacía para librarse de un castigo mayor.

—Del cuarto de reflexión —acotó Uriel asintiendo.

—Envíame allí, Uriel —bromeó Lumiel con tono dramático—.Prefiero morir de aburrimiento a ahogada en mi propio sudor en medio de un colapso producido por tanto hastío.

Bien, su humor era muy particular. Igualmente Uriel se rio. Tan lindo.

—Te estás olvidando de algo, Lumiel —continuó el arcángel con el tema—. Fue a través de esta penitencia que Pilly-Kabiel conoció a Hariel. Lo que sugiere, que a veces detrás de algo aparentemente malo, se esconde algo sumamente bueno.

Lumiel no le veía nada bueno a aquello. Mentía, si lo había.

—Puede ser —le concedió ella, llevando su mirada hacia abajo. Si en ese momento no lo hubiera hecho, sus ojos hubieran hablado por ella... le hubieran dicho "tú eres todo lo bueno que saqué de esto... verte cada día me da sosiego, el sonido de tu voz me aquieta el alma".

¡Y vaya que su alma necesitaba aquel alivio! Pues por dentro Lumiel era un volcán ardiendo en culpas, ira y autodesprecio. Aun en los cielos, aun en medio de tanta paz y bonanza. Y fue quizás, ese pensamiento, el que la transportó al pasado, más precisamente al año 1620, a un lugar conocido como Salem.

En el refugio de sus alas (Disponible en Físico)Where stories live. Discover now