Capítulo veintiséis

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Capilla Saint Lucas, Inglaterra

URIEL

Uriel salió de la habitación donde Pilly-Kabiel reposaba. Era la tercera visita que le hacía y ella se recuperaba a pasos agigantados, esto dibujó en su rostro una sonrisa ligera, una que se esfumó rápidamente al ver lo que sucedía en el antiguo lugar de misa.

Hariel estaba sentado en uno de los bancos, con su habitual pose desenfadada y desafiante. Los tres ángeles que sobrevivieron al enfrentamiento con él, Melezel, Naciel y Kiel observaban cada uno de sus movimientos con una evidente hostilidad. Finniel, su líder, lo taladraba desde una esquina con una mirada rabiosa. Por otra parte, los soldados que habían llegado con él lo veían con una poco disimulada curiosidad, no era para menos, Hariel había sido un arcángel y ahora era un caído. Entre ellos había también un corro, mayormente femenino, que le dedicaba miradas coquetas mientras compartían risas y cómplices murmullos.

Respiró profundo antes de acercarse a Hariel.

—Hariel, ¿podemos hablar en privado? —le pidió—. Necesitamos aclarar algunas cosas. Además aquí, ¿cómo dicen los humanos? Ah, sí, me alborotas el gallinero.

El caído sonrió ante su comentario y, presto a seguirlo, se levantó en el acto. Hariel caminó detrás de él hasta el oratorio, en el camino se les unió Finniel, guardando una cierta distancia con el ángel rebelde. Dentro, la habitación, iluminada solo por un par de velas; habiendo caído la noche, era ridículamente diminuta para sus alturas, pero estaba lo suficientemente alejada, así que sirvió para su propósito; el de tener esta charla en completa privacidad.

Finniel cruzó los brazos sobre su pecho y se apoyó en la puerta, Hariel se recargó en un mueble alto y destartalado que estaba en un rincón. Uriel se sentó en medio de los dos y comenzó con las preguntas.

—¿Por qué decidiste venir aquí?, ¿cómo sabías que podías hallarme en esta iglesia?, aparte, entiendo que te movilizó tu preocupación por Pilly, desde el inicio han sido como uña y carne, pero ¿porqué con nosotros? Lumiel tiene dones similares a los míos.

Hariel carraspeó y exhaló ligero.

—Conocemos sus nidos, Uriel. Cuando vi que solo la Hermandad de Finniel custodiaba a Ziloe, supuse que su rescate y resguardo no fue bajo órdenes tuyas, y que vendrías a él pronto para darle tu protección. Fue solo lógica y deducción. En cuanto a Lumiel, ella estuvo de acuerdo en lo que le hicieron a Pilly, ella me dijo que todos lo estuvieron, así que obviamente no me ayudaría a remediarlo. Entre los míos ella es la única sanadora, así que fuiste mi única alternativa.

Uriel asintió a sus palabras.

—¿Quién lo hizo?, si es que puedo saberlo —le preguntó.

La mandíbula de Hariel se tensó y apretó los puños.

—Yasiel, por orden de Luzbell —masculló fúrico.

Uriel iba a comentar algo cuando Finniel intervino en la conversación.

—¡No puedo creer esto! —rugió, dirigiéndose a él—. Que estemos aquí escuchándolo como si él no fuera el autor de la muerte de nuestros hermanos. No sé cómo se atrevió a venir a nosotros en busca de ayuda ni tampoco entiendo por qué tú aceptaste, Uriel. Eres el principal aquí, y por eso te debo mi obediencia, pero eso no significa que voy a callarme y a aceptar su presencia, si fuera por mí... él ya estaría muerto como se lo merece.

A Hariel pareció divertirle su declaración.

—Finniel, por favor, ya nos hemos cruzado antes y a ti no te ha ido muy bien, tienes suerte de que ese día Ziloe apelara por ti, si no fuera el caso a esta hora serías una lucecita girando alrededor de tu Padre.

En el refugio de sus alas (Disponible en Físico)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن