Capítulo veintiocho

171 37 22
                                    

Capilla Saint Lucas, en las afueras de Londres

FINNIEL


Había visto como la querubín se despedía de Ana y de su esposo. Aún le resultaba increíble que esa joven frágil y tímida fuera la elegida del Padre para ser portadora de su mensaje. Pero no podía negar que había un cierto fuego encendido en su mirada, uno compuesto de decisión y fe en partes iguales.

Era una mañana lluviosa, Finniel sentía las gotas resbalando por su rostro, pues estaba afuera de la iglesia, apoyado en su pared frontal, esperando que Lilly-Naiel saliera por el hueco de la puerta.

Cuando la vio cruzar se acercó a ella.

—¿Vas a buscarla, no es verdad? —le preguntó. En su propia voz oyó un dejo de ansiedad.

Los ojos café de Lilly-Naiel lo miraron con calidez. Llevaba una bolsa plástica en la cabeza para guarnecerse de la lluvia. Le pareció tierna.

—Sí, debo encontrarla cuanto antes —le respondió ella.

—Muy bien. Su foto va a ayudarte. Se la había dado hace mucho a Melezel, cuando no cesaba de preguntarme por su apariencia. Decía que quería conocer a la humana que conquistó el corazón de un ángel.

Él la tiene desde entonces.

Finniel no pudo evitar sonreír ante esa remembranza.

—Qué suerte que haya sido así —sentenció Lilly-Naiel—. Me será de mucha ayuda para reconocerla. Sabes, conforme continúa esta búsqueda, siento que en mí crece cierta conexión con ella.

—Es porque la has hecho tu misión —le explicó Finniel—, cuanto más tiempo pases buscándola e intuyéndola, más férrea se hará. Sé que lo entiendes en parte porque eres una cuidadora. Yo como guardián, te entiendo a la perfección. Es como si no pudieras pensar en otra cosa.

Ella asintió.

—Lilly-Naiel —continuó él—, ¿crees que puedas enviarle un mensaje de mi parte?

—Sí, claro.

—Podrías decirle... que la amo mucho —le dijo. Sintió vibrar su voz por la emoción—. Y que haré lo necesario para verla de nuevo libre y feliz.

Lilly-Naiel amplió su sonrisa. Un ligero brillo iluminó sus ojos.

—Será lo primero que le diga, después de entregarle el rollo —le prometió.

—Gracias.

La querubín sacó de su rígido traje la foto de Ziloe. La observó pensativa mientras él hacía lo mismo con ella.

—Me dijo Melezel que tú la tomaste, ¿recuerdas ese día?

La pregunta lo tomó por sorpresa. Al parecer Lilly-Naiel era una chica romántica.

—Lo recuerdo muy bien —comenzó, sus pensamientos volaron hacia ese momento en sus recuerdos—. Eran los ochenta, tuve que ahorrar mucho para comprar esa cámara, era profesional, de las mejores en esa época. No sé cuánto sabes de nuestra historia...

—Ana tuvo la gentileza de contarme bastante —reveló ella con una risita.

Finniel se rio un poco.

—Bien. Como siempre me costó enamorarla, o quizás era porque yo no me conformaba con lo habitual, cada vez quise que fuera especial. Pues, esa vez lo fue.

»Una tarde hermosa de verano la invité a la playa. Llevábamos tres meses de novios, trabajábamos en el mismo banco. Aunque nuestro romance era reciente, ya hacíamos planes a futuro. Donde viviríamos al casarnos, cuántos hijos tendríamos, un perro o un gato. Todo era perfecto.

En el refugio de sus alas (Disponible en Físico)Where stories live. Discover now