Nos separamos y nos quedamos frente a frente.

—Yo espero lo mismo. —Ambos sonreímos, por primera vez me siento incomodo al estar tan cerca de ella. Sus ojos buscan los míos pero, si la miro, no sé por qué mi mente me dice que no me podré detener y arruinaría todo.

—¡MEL! —Escucho una voz masculina a mi espalda, una que ya me había quedado grabada en mi mente. En el instante que la oyó se separa de mí y se va con él.

—Fede ¿cómo estás? —Veo que lo abraza.

¿Si siento celos? Claro que no, ella es mi amiga y puede estar con el chico que quiera. Sin embargo, él no me agrada para nada.

Me quedo apoyado en la pared esperando que terminen de hablar. No quiero hacerlo, pero Meli prometió que comeríamos juntos y aún nos queda ir por Bruno.

Pasaron unos minutos y mi amiga camina hacia donde estoy bajo la mirada de Federico. Cruzamos miradas, sabe que no me cae bien y, al parecer, él tiene el mismo pensamiento hacia mí.

—¿Vamos? —pregunta tomando mi brazo.

—Vamos —contesto sin dejar de mirarlo.

—Ya deja de mirar. —Me corre la cara. —Nunca nadie te va a reemplazar.

Sus palabras no me dejan del todo tranquilo pero debo conformarme.

—¿A donde vamos a ir a comer? —pregunto entrando en casa.

—Descubrí un nuevo lugar de comida italiana, me gustaría ir a comer unas buenas pastas.

—¿A caso los mías no son buenas?

—Claro que sí, pero no eres italiano. —Escucho que se ríe a mi espalda pero no llego a contestar, porque alguien está tocando mi pie. —Miren a quien tenemos aquí.

—Lo estaba por cambiar pero me ha ganado y salió gateando cuando escucho tu voz tras la puerta. —Ana apareció con su ropa en mano y mi hermano con sólo su pantalón.

—¿Así que te no te quieres cambiar? —Su risita pícara me lo confirma. Lo tomo y se lo entrego a mi compañera. —Cámbialo por favor así voy yo también a hacer lo mismo y nos vamos con Meli.

—¿Almuerzo familiar? —Le pregunta Ana a Meli.

—Algo así, la próxima vez tienes que venir tú —contesta ella.

Ana se va con Bruno a la habitación principal. Mientras que, yo me dirijo a mi antiguo cuarto. A pensar de que, momentáneamente es el cuarto de mi amiga, aún tengo ropa mía. Busco que ponerme pero no encuentro mi sweater.

—¡Meli ven por favor! —grito.

—¿Qué sucede?

—¿No has visto mi sweater blanco con rayas azules de casualidad?

—¡Oh! ¿Uno como este? —dice sacando mi prenda favorita de abajo de la almohada.

—Sí, pero, ¿qué hace ahí? —Trato de recordar si en algún momento lo dejé ahí pero estoy seguro que lo tenía guardado en mi mueble.

—Es que yo emm... —Sus mejillas están coloradas. —Tenía frío y lo use para dormir —confiesa.

—Tonta me hubiese avisado y le subía a la calefacción o te traía otra colcha. —Comienzo a reír. —Igual me gusta que hayas usado mi sweater.

—No imagine que era tu favorito —dice avergonzada.

—A ti te lo presto sin problema. —Sonrío y me pongo a buscar otra cosa que ponerme. Tomo un saco largo y me coloco mi bufanda. —¿Cómo me veo —pregunto modelando mi conjunto.

Todo por ti, hermano © ["Hermanos" #1]Where stories live. Discover now