Las chicas me agradecen y se despiden coquetonamente de mi no novio. Me acerco a mi sitio en la barra pegada al ventanal, y él vuelve a su orientación normal.

-¿Te sucede muy seguido? -pregunto.

-¿Lo de las fotos?

Su voz es ronca y masculina. Su acento es muy bello, definitivamente tiene mejor japonés que el mío.

-Que te inventen novias, claro.

Una ligera sonrisa curva la comisura de sus labios. Me sostiene la mirada y siento una ola de calor subir a mis mejillas.

-Algo así.

Asombrada, este tipo es increíblemente atractivo. Me fijo en la línea de su rostro y en lo llamativo de su perfil. Trago con dificultad, le aparto la vista y bebo otro sorbo de mi latte. ¡Qué lástima! Si lo hubiese visto una hora antes con gusto lo retrataba.

-No eres turista, ¿cierto? -pregunta con cierta inquietud.

-No, y al parecer tú tampoco.

-Este será mi cuarto año en Tokio -dice sin mucho entusiasmo.

-Quien te oyera pensaría que no te gusta.

-No, no. Al contrario -murmura riéndose de sí mismo-. Disculpa, he tenido una semana difícil en el trabajo. Pero Tokio es, cómo decirlo... -y se detiene unos momentos perdiéndose en algún lugar desconocido, en aquél sitio que suelo visitar cuando dibujo- ...es difícil describirlo.

-O entenderlo -añado-. Llevo dos años aquí y aún me sigo sorprendiendo de las personas, los detalles. No sé, todo. Tokio es distinto.

-Distinto -repite en voz baja, volviéndose a mí-, ¿Qué haces? ¿Estudias, trabajas?

Preferiría no decírtelo.

-Estudio.

-Estudias... -y hace un movimiento con su mano para que siga hablando.

-Sí, eh, estoy terminando mi maestría.

-Vaya, qué bien. ¿En cuál universidad?

-No debería decírtelo -sonrío ingenuamente.

-¿No me lo quieres decir? ¿Por qué?

-¿Y si eres un psicópata? Hay mucha gente rara por ahí.

Rompe en una risa contagiosa y apoya su codo en el mesón. Sus ojos brillan, o al menos eso creo ver.

-Ey, me han dicho muchas cosas pero ¿psicópata? -trata de decir algo pero no puede. Se pasa la mano por la nuca y me atraviesa con su mirada-. Ya veo, eres el tipo de chica difícil.

-Puede ser.

-¿Entonces no estás interesada en mi número? -pregunta con cierta decepción.

-No -le sonrío. El destello del atardecer resalta aún más el brillo de sus cabellos. Oh, no, no le mires la boca, la boca no...

-¿Por qué? ¿Tienes novio?

-No.

-¿Entonces?

-Eres insistente...

¿Tienes novia?

No, no preguntes nada, me digo a mí misma.

-Ah, no te intereso -niega con su cabeza como si hubiese hecho un gran descubrimiento.

¿Y por qué crees que sigo hablando contigo?

Y te encontré en TokioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora