Lloramos juntas el dolor de una perdida tan cercana no se cura de la noche a la mañana, y nuestra perdida hoy se cumple un año y tres meses desde aquel día, le digo cuanto la amo y que es la mejor madre del mundo, lo orgullosa que me siento de ser su hija, así permanecemos por un rato abrasadas hasta que un poco más calmada la ayudo a incorporarse.

—Qué te parece un baño de agua caliente en la bañera las dos juntas como cuando era una niña.

Asiente se quita el pijama mientras voy al baño a llenar la tina.

—Buscare ropa para ambas y toallas

Cuando tengo todo organizado me desvisto y cubro mi desnudez en la toalla, ayudo a mi madre a pasarse a la silla de ruedas esto hace el viaje fácil ella se sujeta de mis hombros, la levanto echo la silla a un lado despacio la siento en el muro que está al lado de la tina

—Comprueba la temperatura —mete una mano— ¿Qué tal esta?

—Adecuada.

Su voz rasposa hace eco por el baño. Le brindo una sonrisa ella trata de sonreír, me agacho deposito un tierno beso sobre su frente.

—Oh Ali eres un ángel no sé qué haría sin ti mi niña—su voz falla un poco.

—Vamos mamá también te amo ahora no es momento de estar triste. El abuelo Lu quiere que merendemos con él tienes mucho que no lo vez.

La idea no le agrada mucho ya que no le fusta que las personas se les queden viendo por su estado.

Entro sus piernas a la bañera poco a poco introduzco su cuerpo me coloco donde ella estaba sentada le estriego la espalda.

—¿Recuerdas la cita que me consiguió Dylan en la cadena de Hoteles Cheap's? —para llenar el silencio mantengo un tema de conversación.

—Si, como olvidarlo si chillaste como loca —sonríe por aquel recuerdo.

—He quedado, tengo que esperar por la llamada, algunas indicaciones y leer un manuscrito acerca de mis deberes.

Guío su cabeza para que la recueste en el borde donde le coloque una toalla para que estuviera cómoda.

—Felicidades cariño te mereces eso y más que eso no estar arrastrándome a cada lugar que vas.

Sus palabras son tristes no encuentro el método de hacerle entender que ella no es una carga, por Dios es mi madre no la puedo abandonar.

—Mamá no digas eso sabes que donde yo estoy tu por igual ya hemos hablado un millón de veces de esto—toco el agua ya está fría —Es hora de salir de tina o te vas a resfriar bella dama.

Dibuja una sonrisa en sus labios formando unas pequeñas arrugas en su rostro a pesar de tener cincuenta años no lo aparenta.

Luego de un rato salimos de casa empujo su silla hasta llegar a la casa del abuelo Lu nos recibe con mucho cariño típico de él regaña a mamá por no venir a saludarlo ya que su casa está a tres casas de la nuestra.

Tomamos té de manzanilla con galletas mientras nos sumergimos en las anécdotas que Luis, nos contaba de su juventud la parte que me fascina es cuando conoce a su amada esposa Liliana de apelativo Lili una historia compleja, pero con recuerdos llenos de sentimientos.

La casa del abuelo Lu es hermosa llena de fotos retratos a carbón, pintura y a lápiz de todos los miembros de la familia, miro detenidamente la foto de su esposa.

—Hermosa ¿verdad?

Lu está a mi lado con su bastón apoyando parte de su peso en este.

—Sí, parece una actriz de los años sesenta

El peinado y la vestimenta hace que mis conclusiones sean exactas.

—Mi amada Lili —dice afligido—. Tenía veintitrés años cuando la conocí quede impactado por su sencillez, sabiduría y carisma muy parecida a ti en ese aspecto, era obstinada en lo que hacía siempre le miraba las cosas buenas a todo.

Sonríe perdiéndose en el recuerdo, sigo observando el dibujo buscando la firma del autor tuvo que ser una persona muy allegada a Lili para posar en este retrato la firma J.L Germán.

—¿Quién es J. L Germán? —curiosa por saber quién es.

—Si te lo digo no lo creerías Ali, quizás te lo diga algún día —suelto una risita el abuelo Lu y sus misterios.

Salí de la casa de Luis a comprar los ingredientes para la cena, tendré que hacer una compra extensa para que ambos almacenes estén llenos.

A tres cuadras hay un pequeño establecimiento de comida, saludo al guardia de turno, tomo un canasto, echo espagueti, salsa, carne molida algunas verduras un litro de leche, pan una botella de jugo y unas galletas paso a la caja para pagar le pido a la cajera que ponga a parte el jugo con las galletas.

Al salir con una sonrisa le entrego el jugo y las galletas al guardia me da las gracias pude ver un reflejo de lágrimas de gratitud en sus ojos, me despido del guardia llamado Leonardo.

Entre comentarios, sugerencias y ayuda tanto del abuelo Lu como de mama terminamos la cena, me llena de alegría verlos distraídos de sus problemas, angustias y desasosiego.

No reunimos en la mesa Luis dice unas palabras antes de iniciar a comer, la charla no se hizo esperar durante la cena.

—Abuelo Lu antes de empezar a trabajar quiero llevarlos a la playa a mamá y a ti —Luis traga la comida que tenía en la boca antes de hablar.

—Esta buena la idea, no llevare bañador evitare que las señoras me coman con los ojos por mi hermoso aspecto —el ataque de risa que vino después de escuchar la ocurrencia del anciano me dio fue tan fuerte que me atragante con la comida.

Mamá se apresuró a darme toquecitos en la espalda negando por las ocurrencias del anciano, por estas pequeñas platicas quiero mucho a Luis.

Una hora después dejamos la casa del abuelo mi madre estaba un poco animada salir de su zona de confort la ayuda bastante en su estado de ánimo.

Le sugiero que veamos una película declina la oferta dice que está cansada además me acuerda que mañana tiene cita con su fisioterapeuta debe tener energía para soportar los ejercicios.

—Buenas noches mamá, que descanses.

Beso su frente antes de cerrar la puerta escucho como me dice que no me desvele mucho. En la comodidad de mi habitación me quito los vaqueros, la blusa y el sostén, busco una camiseta que le había robado a Alex cuando era un adolescente suspiro para alejar las lágrimas lo extraño tanto.

Enciendo el televisor para alejar aquellos recuerdos, no quiero recordar aquel momento, prefiero mantenerlo feliz, arruinando mi cabello llamándome enana, lo que echo de menos eran nuestros momentos, él me llevaba cuatro años se adaptaba a mi edad muchas veces mamá nos llamaba la atención por los escándalos que causábamos en la madrugada.

Limpió mis mejillas, no quería llorar es inevitable, no se siente igual desde que él no está.

Limpió mis mejillas, no quería llorar es inevitable, no se siente igual desde que él no está

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