24: Lado "B"

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Narrador Omnipresente.

-Rubia..- Se acerco una chica de mirada extraña y sonrisa torcida por detrás de la chica de ojos chocolate.

-¿Eh?- Se exaltó la rubia al sentir su presencia -¿Te conozco?- pregunto algo desconcertada la rubia viéndola.

-Rubia..- dijo caminando hacia atrás lentamente hasta un rincón oscuro.

La rubia sintió un extraño escalofrío por la espalda así que decidió irse con su novio quien se encontraba hablando con los otros chicos, pensó que Sting decidiría acercarse a ella para hablar pero extrañamente hablaba demasiado con aquel chico de cabellos negros, algunas suposiciones vinieron a la cabeza de la chica.

Narra Lucy.

Al estar junto a mi novio pude percatarme de que de su bolsillo salía una pequeña caja, ¿Acaso va a..? ¡Que ideas más tontas Lucy! A menos que.. ¡Deja de pensarlo, tonta!

-Lucy ¿Estás bien? estás haciendo caras realmente extrañas- hablo el rubio con las manos en su pantalón trasero.

-¿Ah?- hable con la cara completamente roja, ¿Como sabía esto? Mis mejillas estaban lo suficientemente calientes como para hervir agua -¡S-Si estoy bien! Solo ideas tontas, ya sabes estoy medio loquita- dije haciendo señas con mis manos de círculos a lo que todos se me quedaron viendo, creo que acabo de actuar como una completa tonta, trágame tierra.

Narrador Omnipresente.

Las horas pasaron rápidamente para el grupo de amigos, juegos, risas y diversión era lo que podía describir mejor  aquella velada con su escuela "enemiga", digo esto entre comillas ya que se comportaban de una forma muy diferente a la cual se comportan lo enemigos, los enemigos no se ríen juntos ni comparten una pizza, bueno dos, está bien fueron cuatro pizzas las que comieron entre todos, más dos hamburguesas y tres malteadas tamaño familiar, si, pobre al que le tocó pagar la cuenta.

-¿Seguros que no quieren quedarse?- pregunto el pelinegro mientras veía como los chicos subían algunas de sus cosas a la camioneta -Hace mucho frío durante las noches y puede ser peligroso.

-No, si no devolvemos la camioneta mañana en la mañana él abuelo de Lucy me odiará más de lo que ya lo hace- hablo el chico pelirosa mientras cerraba la parte de atrás al ver que sus amigos ya habían subido.

-Pero- Fue interrumpido por uno de los chicos.

-No se preocupen no hay nada que no podamos dominar- hablo confiado el pelinegro de Fairy Tail mientras tomaba unas cobijas que les habían prestado para taparse durante el camino a los que iban en la parte trasera, ¿Los de adelante? Por favor, calefacción, es 1957 no 1920.

-¡Nos vemos luego, Sting!- Se despidió con la mano la rubia mientras se subía a la camioneta en la parte del copiloto.

-¡Adiós, chica!- Se despidió alegremente mientras movía su mano con una gentil sonrisa que hacía que sus ojos se vieran un poco cerrados.

-Adiós, Rubia..- hablo Flare, una pelirroja que bueno no era parte de Fairy Tail ni tampoco de Saberthooth, no sabían como había llegado ahí pero se quedó un buen rato, hasta casi al final de la velada se supo quien era.

-Nos veremos luego, chicos- Se despidió con su típica sonrisa roba corazones el pelirosa mientras subía a la camioneta y la encendía haciendo que saliera humo de la parte de atrás del auto.

-¡Nos veremos luego!- Se despidieron.

Narra Lucy.

Conocimos muchas personas en nuestra "convivencia" con Saberthooth, por ejemplo la guapa Minerva Orland, parecía que ella había conocido a Erza antes ya que le pidió disculpas por su comportamiento poco apropiado según ella.

-Natsu, maneja más despacio está derrapando la camioneta- le comente preocupada a mi novia mientras apretaba el cinturón de seguridad, las nauseas habían vuelto.

-Tranquila cariño yo sé lo que hago- intentó calmarme mientras tomaba mi otra mano sin despegar su vista-¿Te encuentras bien?- Me pregunto volteando a verme, supongo que vio mi cara de posible vomito de reojo.

-¡Cuidado!- grite mientras veía como la camioneta se dirigía a gran velocidad hacia un acantilado.

Cerré mis ojos esperando el impacto y apretaba mi cinturón con el corazón en la boca, el miedo me había poseído, sentía mi estómago levantarse para luego sentir como dábamos vueltas una y otra vez, cada vez se sentían menos los golpes y me daba más sueño, sin pasar mucho tiempo cerré mis ojos sucumbiendo ante el deseo de hacerlo.

Extraños y divertidos 50sWhere stories live. Discover now