27. Un secuestro

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Han pasado los días y al fin ha dejado de manchar. Además ya no duele, espero que no llegue a pasar otro mes o sino moriré.

Camino saliendo de la universidad y un hombre se cruza en mi camino.

—¿Y tú qué? —frunzo el ceño —Aparta, ser insignificante.

—Eres la chica a la que llaman Darlene ¿cierto?

—Es ella, aunque es más guapa en persona —oigo detrás de mí y veo a otro chico observando una foto mía.

Bueno, en realidad una de mi forma de mujer.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué les pasa? Déjenme pasar.

Uno levanta el celular y se comunica rápidamente con otra persona del otro lado de la línea.

—Jefe, encontramos a la chica de Seyn, la tal Mariposa.

—¡¿Chica de quién?! —me enfado —¡¿Y cómo te atreves a llamarme así?! —me quejo.

—Todo lo de bella lo tiene de chillona ¿no? —se burla el que está detrás de mí y me giro dándole una patada.

Su nariz sangra.

—Te pego una chica —se ríe el otro.

—Pelear con este pequeño cuerpo es tan irritante —presiono el puño —he gastado toda mi energía en esa sola patada, debo aligerar mis movimientos —opino para mí mismo e intento golpear a el otro fallando —maldición —me quejo.

—Sabe pelear, definitivamente debe ser la novia de Seyn —exclama sorprendido, ya que le ha costado esquivar mi ataque.

—¡Que no soy su novia! —intento pegarle otra vez pero el que está detrás aprovecha mi distracción y me pone un saco en la cabeza —¡Maldito loco!

—Atala rápido, está como una fiera —se ríe mientras siento que a mis manos le ponen unas cuerdas.

—¡Oye! ¡¿Qué crees que haces?! —siento como me levanta y pataleo —¡Persona insignificante, me las pagarás!

—Debiste haberle puesto una mordaza —se burla.

—¡Ni hablar! ¡¿Y qué me muerda?! Prefiero no arriesgarme —se ríe también.

—¡Me las pagaran, malditos! —grito furioso.

—Ya cálmate pequeña —me da dos palmadas en el trasero.

Lo mato.

—No entiendo como Seyn la soporta —dice el otro y siento que el que me sostiene en su hombro, comienza a caminar.

¡Maldición, me secuestran!

—Opino que debe ser por sus bonitas piernas.

—Entonces debe ser buena en la cama.

—¿Crees que el jefe me deje jugar? —me acaricia la pierna.

—¡No toques! —me quejo —¡¿Quiénes son ustedes?! ¡Gente loca, descerebrados!

—Ya te enterarás.

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora