Sandra no lo deseaba, tenía miedo de caer nuevamente y lo hizo a pesar de todas las advertencias que se ponía a sí misma y allí se encontraba, junto al que había amado alguna vez en su vida. Ambos tenían una historia y ambos se odiaban mutuamente.

Cuando acabaron, sudorosos, detrás de aquel acto casi salvaje, Sandra se levantó, se arregló un poco la blusa y caminando sin falda se fue por la puerta de la oficina sin decir nada. Mientras, el doctor Roosevelt se inclinó en el escritorio, se limpió la cara y otras partes del cuerpo. Decidió levantarse y sonriente por primera vez en días, se dio una ducha en agua fría, buscó ropa más decente en uno de los tantos estantes de la instalación y regresó a su escritorio, allí se encontraba Sandra, reluciente, también con otra ropa, tomando el café frío.

—Vas a querer mirar esto.

Se acercó junto a ella, vio uno de los monitores y, en efecto, Sandra tenía razón. Sin embargo, el sonido lejano de un teléfono lejano lo desconcentró. Ambos adultos se miraron con curiosidad y el doctor salió casi corriendo a contestar.

¿Ha logrado algo?

¿Por qué llamas?

Muy bien recuerdo que la última vez que hablamos dijo que de esto estaba funcionando.

Lo sé, pero de hecho, descubrí que es algo bueno, no te imaginas como se dejan controlar por su propia imaginación, debo decir que es bastante entretenido y sorprendente.

No sabría que pensar doctor, sabe muy bien que está colgando muy cerca de abismo muy profun...

La llamada se cortó y Sandra apareció a sus espaldas: — ¿Con quién hablabas?, ¿por qué te fuiste corriendo?

—Con... espera, ¿no escuchaste el teléfono?

—Pero si aquí no hay ningún teléfono.

—Claro que sí, no seas boba. —, y tratando de demostrar que lo contrario, se dio cuenta de que no había ningún teléfono en su mano.

—No te preocupes, estás muy cansado, mejor vamos a tu escritorio, ¿vale?

Regresando, se sentaron de nuevo y vieron lo monitores, aunque en aquel preciso momento, Sandra se quedó dormida y Javed en brazos, la llevó a una de las camillas cercanas a la oficina, la abrigó con una sábana y la dejó allí encerrada. Regresó solo a la oficina e hizo lo que siempre hacía.

"Te llegué a amar, sin embargo, siendo la mierda de persona que soy, a pesar de los sentimientos que tengo por ti, haría todo lo posible por hacerte daño y ni siquiera lo siento.", Javed Roosevelt llegó a sentir nostalgia y tristeza profunda, pero de igual manera río y su sonrisa de satisfacción hizo aquella situación un momento extraño.

»Esa sensación de que eres un infante ha aparecido y no se ha ido y la verdad no sabes cómo sentirte en este preciso momento, el acostumbrarte a la sensación ha sido una de tus opciones y has tratado de llevarla a cabo, sin embargo, hay algo que te impide que puedas llegar a esta extraña experiencia, siendo tú una de las personas más positivas que ha cruzado por tu vida, todo eso te resulta hasta un poco repugnante. Has tratado de jugar con tu imaginación, en la oscuridad, como solías hacer antes de que te arrebataran la niñez tan de repente. Has tratado de hacer todo lo posible por despejar tu mente y dejarla hundida en la inocencia, pero todo ha resultado en nada y en fuertes migrañas.

»Desde que llegaste, de vez en cuando hay algunas lagunas mentales que te dejan en la perplejidad del momento y te dejan pensando en todo lo que te ha pasado y en todo lo que te pasará. Piensas en el pasado en algo doloroso y en el futuro como un soporte para poder seguir adelante. Dejar atrás todas aquellas cosas que te atormentaban y reemplazar los malos momentos con pensamientos que te llenan de alegría y dicha te han ayudado a superarte a ti como la persona que eres. Pero, si recaes en la sinceridad, sabes perfectamente que no te importa nada, que si te mueres ahora o te morías antes te daba lo mismo. Sabes que, ahora que estas desaparecido, a nadie le interesaría donde estuvieras, y por muy equivocadas sean tus ideas, muy en el fondo las tienes y no las puedes evitar, porque todo eso te consume, como consume el petróleo al océano.

Experimento FOBIA ©Where stories live. Discover now