Capítulo 33- Zapatos Baratos y Bolas De Bolos

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Después de prometer recogerme a las seis para ir a la bolera (y dejarme deseosa de más besos), Harry me acompañó fuera de su oficina. Todo el mundo que esperaba allí se levantó de inmediato ante su llegada, provocando que les devolviera la mirada sin saber qué hacer en esa situación. Al parecer lo que él decidió hacer fue indicar a todo el mundo que entrara con un movimiento de cabeza y despedirme con un profundo beso.

El día pasó lentamente, la única fuente de entretenimiento vino de una actuación espontánea de Sophia cantando y Louis, que nos sorprendió trayendo sushi para comer. Cuando acabamos de trabajar volvimos a casa en seguida para tirarnos en el sofá a vaguear aburridos mientras le explicaba a Jace los detalles de la pequeña apuesta.

-Joder, Norah, deberías perder a posta -Me interrumpió Jace. -A ver, es que míralo.

-Sí, sí, es un puto ángel caído o algo. Pero es que no quiero, en plan... darle el placer de ganar, ¿sabes?

-Bueno, supongo. -Elevé una ceja al mirar a mi amigo, que estaba acurrucado en el sofá con su copa de vino.

-¿Sigues pensando que debería perder?

-Norah, no te has tirado a nadie desde Liam, como en segundo de la E.S.O.

-¡Si fue en el último año de carrera! -Me quejé, incorporándome ligeramente para pegarle en la oreja. -En plan, el año pasado.

-Sí, hace mucho tiempo, joder.

Con el último trago de vino, Jace se levantó del sofá murmurando algo sobre Louis y el FIFA, y me dejó sola para que me arreglara mientras ellos bebían cerveza. Harry llegó exactamente media hora antes y me sacó del apartamento antes de que pudiera si quiera darle un beso de despedida a Jace o Louis, que estaban gritándose sobre el puto juego de fútbol.

-¿Tienes que ir a algún sitio? -Pregunté en tono de queja mientras bajábamos las escaleras.

-No, Norah. ¿Por qué lo dices?

-No lo sé, porque prácticamente me has arrastrado fuera del apartamento.

Puso los ojos en blanco y me abrió la puerta del Range Rover negro que, sorprendentemente, no conducía James. Observé embobada como pasaba hasta el asiento del conductor y entraba con facilidad antes de encender el motor.

Salimos del parking más rápido de lo necesario y, por la fuerza con la que agarraba el volante notaba que algo iba mal. Mantuvo la mandíbula tensa mientras conducía, y tenía tantas ganas de llenar esa afilada línea de besos que era incluso obsceno. En vez de hacer eso, aparté la mirada hacia la ventana y suspiré.

-¿Qué pasa?

-Nada. -Me dijo con un tono de voz elevado.

-Pues pareces enfadado.

No me contestó hasta que pisó con fuerza el pedal del freno cuando por poco nos saltamos un semáforo en rojo. Llegados a ese punto me puso una mano en la rodilla y la apretó ligeramente. Elevé la cabeza de la ventana con desgana y le miré, molesta por su actitud.

-Está bien. -Dijo por fin. -¿Es realmente necesario que le des un beso de despedida a Jace y Louis cada vez que tienes que ir a algún sitio?

-¿Me estás vacilando? -Dije entre risas.

Por la manera en la que las aletas de su nariz se expandieron para coger aire me di cuenta de que tenía que borrar la sonrisa de la cara. -Harry son gays. Como absolutamente maricones.

-No tiene que dar besos a toda la gente que veas, Norah.

-Bueno, pues tú no tienes que follarte a todas tus empleadas, así que supongo que estamos empatados.

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