Capitulo 10- Mañanas Extrañas y Mensajes Asertivos

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Enterré mi cara en el olor de las almohadas y me tapé hasta la cabeza con las suaves mantas. Era la cama más cómoda en la que había dormido nunca. Me quedé acostada en silencio hasta que mi alarma sonó, avisándome de que era hora de levantarme y empezar el día.

Gateé por la cama hasta bajarme de ella y fui a mirarme al espejo para asegurarme de que estaba medianamente presentable. Tenía el pelo algo encrespado y el maquillaje corrido así que me lavé la cara en seguida y me recogí el pelo en una coleta antes de bajar las escaleras.

Baje al apartamento lentamente, casi deseando que no estuviera allí. Me dio un vuelco el corazón cuando descubrí con nerviosismo que estaba ya sentado en la larga mesa de la cocina, tecleando con prisa en un Macbook.

-Hola. -Dije, con tinte nervioso en la voz y estirando mi camiseta hacia abajo. Sus ojos dejaron la pantalla rápidamente para mirarme a mí. Una pequeña sonrisa se asomaba por el borde de sus labios.

-Norah, hay té, la señorita Jennifer llegará enseguida para prepararte algo.

Me adentré lentamente en la zona de la cocina donde sólo había una tetera aun humeante. Ya había una taza preparada para mí con crema y azúcar. Los ojos de Harry me observaban con cautela mientras me servía el té y me reclinaba contra la encimera.

-¿Has dormido bien? -Me preguntó.

-Sí, genial. La cama es muy cómoda.

-Bien.

Harry le dio un trago a su té y volvió a centrar la atención en el portátil. Hice todo lo posible para no mirarle cuando sacaba ligeramente la lengua con gesto de concentración y sus largos dedos tecleaban de forma permanente por el teclado. Giró la cabeza un par de minutos después.

-Para de mirarme. Me distraes, Norah. -Sus palabras hicieron que me pusiera roja e intenté ocultar la cara tras la taza de té.

-Perdón.

En ese momento se escuchó como tocaban a la puerta y unas llaves tintineaban. Una mujer mayor con un vestido y unos zapatos grises lisos pasó a la cocina después. Su pelo, ya canoso, estaba atado en una coleta suelta. La mujer abrió un armario del que sacó un delantal que, a continuación, se ató a la cintura. Comenzó a murmurar cosas inaudibles cuando se dio la vuelta y sus ojos se agrandaron antes la sorpresa de ver a Harry sentado a la mesa.

-Harry, no pensaba que estarías aquí tan tarde. ¿Por qué demonios no estás en el trabajo?

Su tono familiar me dio escalofríos. Esperaba que le gritara como a todo el mundo pero en vez de eso, se limitó a sonreír ampliamente y dirigir la mirada hasta dónde yo continuaba de píe.

-Tengo una invitada, señorita Jennifer. -Dijo con toda normalidad. La boca de la mujer se abrió en sorpresa y se aproximó a él, dándome la espalda.

-¿Qué? ¿Aún está aquí? -Harry se limitó a sonreír.

-Sí.

-¿Habéis...?

-Jennifer. -Harry volvió a utilizar su tono autoritario. La mujer rio divertida, no parecía nada asustada. Decidí hacer acto de presencia y me aclaré la garganta.

Jennifer se giró para mirarme y su cara se iluminó con una gran sonrisa.

-Soy Norah. -La mujer corrió hasta mí y me abrazó, estrujándome contra su cuerpo y meneándome de un lado a otro mientras intentaba respirar. -Encantada de conocerla. -Se separó de mí pero continuó agarrándome los brazos.

-Eres adorable. ¿Esa es la camisa de Harry? -Eché un vistazo a la enorme camisa blanca que llevaba puesta.

-Eh, um, bueno, sí. Pero no hemos, em. Ya sabes, no hemos... -No tenía ni idea de por qué le estaba dando explicaciones a esa señora.

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