Me desperté muerta de sed, aun con la ropa de la noche anterior y medio cubierta por el cuerpo de Jace en pijama. Me dio vueltas la cabeza cuando intenté quitarlo encima de mí y levantarme, pero me di por vencida y volví a acostarme muerta de la resaca.
-Mmmgpff. -Murmuró Jace. Con la poca fuerza que tenía me reí del sonido inhumano que había emitido y palmee su estómago para ver si podía despertarle. -No me toques, joder. -Se quejó con la voz pastosa.
-¿Qué haces en mi cama?
-Alice y Aaron están en la mía. -Esto último lo dijo abriendo un solo ojo para mirarme. -Vuélvete a dormir.
-Hace demasiado calor contigo aquí.
-Es muy pronto para que me halagues, Norah.
-Jace, ¿podrías al menos quitar las piernas de encima para que pueda dormir? -Suspiré y tras otro sonido extraño por su parte apartó las piernas, dejándolas al borde de mi cama. Intenté levantarme otra vez pero volví a fracasar. Me acurruqué al lado de Jace e intenté volver a dormir.
-¿No acabas de decir que hace mucho calor?
-Sí, pero quiero mimos. -Sonrió con los ojos cerrados y se giró para juntarnos más y estar ambos cómodos. -¿Vas a hacer el desayuno?
-Son como las ocho de la mañana y estoy resacoso, ¿tú que crees?
-Creo que voy a calentar las sobrase del chino. ¿Quieres algo?
Asintió y por fin me las apañé para salir de la cama.
El pasillo estaba oscuro y escuchaba unos fuertes ronquidos provenientes de la habitación de Jace, donde seguramente Aaron aún estaba profundamente dormido.
Preparé café mientras se preparaba la comida china y entonces volví a mi habitación con una bandeja que llevaba dos tazas de café y dos platos con arroz frito. Un desayuno equilibrado, si se me permite.
Dejé la bandeja a un lado de la cama y por fin me cambié la ropa de la noche anterior por una camiseta grande. Después me cepillé ese desastre que llamo pelo y volví a mi querida cama donde Jace ya estaba sentado contra el cabecero y bebiendo de una de las tazas. Me senté a su lado y cogí mi bol de arroz después de encender la televisión.
-Qué resaca que tengo. -Me quejé.
-Normal, cuando te fuiste Harry prácticamente te estaba arrastrando. ¿Qué pasó cuando llegaron?
-Es un dramático. -Protesté. -No estaba tan borracha.
Jace alzó una ceja dando a entender que no me creía. Y tiene derecho a no hacerlo. Estaba destrozada. Incluso había iniciado un beso con Harry Styles, el hombre más guapo y más aterrador que pisa la tierra. El joven director ejecutivo vagaba por mi cerebro mientras medio veía una repetición de America's next top model.
-¿Vas a contestarme? -Preguntó Jace molesto.
-Ah, sí. -Contesté, volviendo al mundo real. -Me trajo a casa y nos besamos. Después estaba tan ciega que me trajo a la cama. Dijo que nos veríamos pronto.
-¡Está clarísimo que le gustas!
-No sé. Es tan... negocios la mitad del tiempo. Creo que sólo me quiere follar.
-Y deberías dejarle.
-¡Jace! -Chillé. Dejé el bol vacío en la mesita de noche. -No voy a hacer eso. Estoy intentando hacerme la dura para llegar ahí.
-Sí, claro. Lo noto por el chupetón gigante que llevas en el cuello.
-Es difícil hacerse la dura con él. Especialmente si es consciente de lo sexy que es. Y adorable al mismo tiempo. Es como que tiene esa mirada verde penetrante que te corta como un cuchillo y esos hoyuelos que te derriten el corazón. Es muy contradictorio. Y frustrante.
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SUIT AND TIE
Teen FictionHarry Styles. 24 años. Director ejecutivo. Millonario por derecho propio. El soltero de oro más codiciado de todo Nueva York. Cada hombre y mujer en 100 kilómetros a la redonda conoce su nombre, pero ninguno conoce realmente a Harry. Norah Wilson...