Capítulo XXII "Baile de máscaras"

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-¿Estás listo? -preguntó la chica desde el interior de su vestidor.

-Si -contesté yo.

-¿Seguro? -siguió preguntando ella.

-Por supuesto.

-¿Enserio? -continuó la chica.

-¡Alicia cállate y sal de una maldita vez! -grité yo cansado de su indecisión.

La chica abrió la puerta y salió luciendo un vestido azul caribe de escote con forma de corazón. La falda del vestido era con vuelo y tenía muchas capas, llegaba hasta las rodillas. Llevaba varias pulseras con pequeñas piedrecitas brillantes y un collar lleno de estas piedrecitas que de hecho también se encontraban dispersas por el vestido haciéndolo relucir mas de lo que ya lo hacía. En la mano llevaba su antifaz, blanco con algunas de estas piedrecitas en él.

-Vas a brillar -le dije alucinado- estás preciosa.

-Gracias -dijo la chica sentándose en su cama- siempre había querido poder ponerme un vestido asi. No me mates pero siempre he soñado con poder ponerme un vestido increíble y por una noche, creerme que soy una princesa.

-Ya eres una princesa -le dije dándole un beso en la frente- no te hacen falta diamantes ni vestidos caros para que la gente lo sepa.

-Supongo que llevas razón...

-Eso no se duda -dije yo riéndome.

-Deberiamos arreglarte a ti -dijo la rubia mientras se ponía los pendientes.

-Sólo tengo que ponerme el traje y estoy listo -dije tocándome la parte posterior de la cabeza.

Entré en el vestidor de Alicia y cogí el traje, empecé a ponerme la camisa, y a continuación me puse los pantalones para meter la camisa dentro de estos. Enganché los tirantes al pantalón y me los puse, a continuación me até la pajarita, una pajarita roja radiante. Me puse los zapatos de un negro inmaculado y finalmente la tomé, aquella chaqueta... No era mía, era de alguien que cuando yo era pequeño fue muy importante para mi, ahora ya no está... Supongo que ponerme esta chaqueta era más por mi que por él, por aferrarme a un recuerdo, con tal de que no se desvanezca, con tal de que no me abandone, de nuevo...

-Estás genial -dijo la chica colocando una mano en mi pecho- Rebeca va a alucinar contigo. Creeme, nadie va a despegar los ojos de ti.

-Eso espero -dije yo- aunque me quedo contento con que tu me digas que estoy guapo.

-Creeme -comenzó a decir Alicia- lo estás.

La chica se asió a mi brazo y salimos de allí, su padre nos llevó en coche hasta el instituto, por lo que en nada estuvimos allí. Subimos juntos las escaleras del instituto y caminamos hasta el gimnasio. Nos miramos el uno al otro, nos moriamos de miedo, por suerte no estábamos solos...

-¿Estás lista? -pregunté mirando a la chica de suaves cabellos rubios.

-No mucho...

Tomé su mano y abrí la puerta del gimnasio irrumpiendo en el baile, las miradas rápidamente se pusieron en nosotros, los dos rubios, ella con antifaz blanco reluciente y yo con un antifaz negro azabache que se llevaba todas las miradas. La gente se preguntaba quien demonios éramos, porque de hecho, Alicia lucía como una maldita princesa, y no hacía más que brillar por su propia belleza... No había ni una persona que no se hubiera detenido para echar más de una ojeada, podrían decir que Alicia no era guapa, que no tenía un cuerpo escultural, pero se equivocaban, Alicia para mi era la rosa más bella que había, y sabía que ella vestía mejor aquel maldito vestido que cualquiera de las chicas que allí hubiera. Pero la gente no sabía apreciar su belleza... por suerte, hoy era distinto.

-La gente no deja de mirarte -dijo la chica nerviosa.

-No me miran a mi -dije yo con una sonrisa- te miran a ti. Saben apreciar una chica guapa cuando la tienen delante.

-Eres un idiota -dijo Alicia levemente sonrosada.

-Pero llevo razón y lo sabes -solté yo entre risas- anda vamos, tu verdadero príncipe está allí...

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