Capítulo XIV "París y sus bailes"

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-No me puedo creer que tengamos que ver este aburrimiento -dijo Dani colocándose las palmas de las manos tras la cabeza.

-Venga ya Dani -dijo Aria empujando a su hermano- es el Louvre, el museo más grande del mundo, no es un aburrimiento.

-Quizá para ti no lo es, pero para mi es horrible -dijo el muchacho poniendo  cara de aburrimiento- ¡Quiero irme!

-Si te quedas después te compro un croissant -le dije al chico intentando convencerle.

-Esta bien -dijo el chico babeando ante el ofrecimiento de un croissant- me quedo.

Continué un poco la visita por el imponente museo parisino por mi cuenta. Siempre había deseado poder ver este museo aunque el hecho de que sólo nos trajeran aquí una hora lo hacía ridículo. Por favor, alguien que entienda de arte sabra que el Louvre no se ve en una hora... aún así debía echar un vistazo rápido, me detendría sólo en aquellas obras que llamaran verdaderamente mi atención. Lo primero que quería ver era La Mona Lisa, la obra maestra de Da Vinci, merece mucho la pena verla y lo bueno de que ya faltase poco para que cerraran el museo y tuviéramos que irnos era que en sí ya no había demasiados visitantes por lo que podría observar el cuadro sin sentirme agobiado. Suele haber demasiada gente interesada por dicha obra.

-Excuse moi -le dije a la chica con la que tropecé y continué hacia la sala en la que se encontraba La Mona Lisa.

-¿Lucas? -preguntó la chica con la que me había tropezado, esperé unos instantes en cuanto oí su voz y me di la vuelta lentamente. Sabía quien era, por supuesto, y si ella estaba aquí...

-Hola Melanie -le dije a la chica- ¿qué haces aquí?

-Mi hermano y yo hemos venido a París con el instituto -respondió Melanie, vale, reconozco que mi pregunta era ridícula, estaba claro que ese era el motivo, soy imbécil- supongo que tu también.

-Si claro -dije apartando la vista un momento y descubriendo a unos metros a un chico tomado de la mano de otro- veo que tu hermano no ha perdido el tiempo.

En cuanto dije eso me aleje de la chica de forma brusca y continué hacia la sala, Melanie me llamó pero la ignoré totalmente y seguí caminando, sólo quería llegar hasta la sala y disfrutar de esta visita que tanto tiempo llevaba esperando. Finalmente llegué a la sala en la que se encontraba La Mona Lisa, estaba desierta, lo cual me relajaba. Me dirigí al cuadro y lo mire fijamente. Cada pincelada reflejaba un sentimiento, con cada una de ellas Leonardo dejaba salir lo que encerraba en su interior, su rabia, su odio, su tristeza... todo aquello que le atormentaba salía y quedaba reflejado en unas simples pinceladas que daban forma a la figura de una joven muchacha. Sentí una mano calida en mi hombro la cual me sacó totalmente de mis pensamientos.

-Lucas... -comenzó a decir el chico en cuanto le dirigí una mirada.

-Hola Zed -le dije al chico el cual ahora había cambiado el mechón azul por rojo- veo que te va bien.

-Lo siento Lucas -se limitó a decir el muchacho.

-Asi que lo sientes -dije yo echándole una mirada furtiva- y dime, ¿qué es lo que sientes? ¿No haberme llamado desde que te fuiste o no haberme cogido las llamadas? Ah ya se, sientes haber leído mis mensajes y no haber contestado ninguno o mejor, sientes haber sido un imbecil y haberme mentido, haberme hecho promesas falsas y haberme jurado falso amor.

-Yo...

-Vete Zed -dije apartando la mirada del muchacho- no quiero hablar contigo y menos verte...

Seguí mirando al frente, al cuadro y unos instantes después escuché como el chico se alejaba lentamente y se marchaba. En cuanto pasó un rato, finalmente me desmoroné y comencé a llorar. No podía evitarlo... Me encontraba tan mal que no escuché los zapatos de la chica hasta que los tuve delante. Bella me tendió una mano para ayudarme a levantarme y una vez estuve en pie me lancé a sus brazos para abrazarla. La chica de los rizos no hizo preguntas y se quedó abrazandome hasta que fui capaz de soltarla.

Volvimos con el resto, teníamos que cenar todos juntos en un restaurante que había cerca de la Torre Eiffel, pero me llevé una gran decepción cuando descubrí que el monumento no se veía desde el restaurante...
Al cabo de algo más de una hora, terminamos de cenar y nos dirigimos todos hacía el hotel, pero en uno de los callejones Bella me tomó del brazo y salimos corriendo.

-¿A dónde vamos? -le pregunté a la chica.

-Dijiste que querías ver la Torre Eiffel iluminada -soltó Bella mientras se detenía a escasos metros del monumento, apenas me había fijado en que nos dirigiamos aquí...

-Es increíble -dije observandola con atención mientras escuchaba como un músico que había más allá comenzaba a tocar el violín, que clásico en París, parecia sacado de una película- ¿me concedes este baile?

-Por supuesto.

Bella tomó la mano que le tendía y colocó su otra mano en mi hombro, yo le rodee la cintura y la chica se acercó a mi mientras bailabamos lentamente, acompañados del sonido de aquel violín, bajo la Torre Eiffel que permanecía resplandeciente y en una noche como esta en la que las estrellas nos sonreían.

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