XXII

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La semana se le pasó amena y tranquila a Alan. El dolor de la muñeca le despertaba algunas noches y le oprimía la carne como si le estuviesen apretando con una pinza, era sumamente doloroso pero el doctor de la ciudad-a pesar de las dudas-era un completo genio en heridas de ese tipo pues poco a poco todo fue mejorando.

Una mañana se encontraba recostado sobre una silla, en la terraza de la villa de Jack. Escuchaba el sonido de las gaviotas y los martillazos constantes que se escuchaban por todos lados en aquella ruidosa casa en remodelación. La verdad es que los piratas eran buenos obreros, después de que se les pasase la borrachera de cada tarde.

Mientras Alan miraba al mar pensó en Anne...aunque fuese estúpido, demencial, increíble imposibles y...muchas cosas más, encontraba en la joven pirata un gran ¿interés? Sí, interés aunque era estúpido. Poco sabía de ella ¡Ni siquiera la edad! Era imposible que pudiese estar interesado en ella y menos que la pelirroja se fijase en él pues cada vez que Alan pensaba en ella su vista derivaba paulatinamente en su brazo, en la mano que no tenía y que lo convertía en un tullido, ni más ni menos.

Sintió que alguien se sentaba a su lado, esperó que fuese Anne al ver los cabellos pelirrojos pero era madame Bouchard que llevaba una sombrilla escarlata y un abanico rosa. Llevaba un largo vestido rojo y su pistola-pierna reposaba sobre un pequeño escabel que había frente a ella.

-Buenas vistas ¿verdad?

Alan asintió afirmativamente.

-¿Cuándo llegasteis, madame? ¿Por qué estáis aquí?

-Bueno, después de que mi negocio en Santo Domingo se fuese a la porra me vine aquí a instancias de Jack. Me ofreció un nuevo establecimiento y un barco.

Barcos, sí. En la bahía, a parte de la Perla, habían otros tres barcos anclados. Eran dos bergantines y una fragata. Al parecer Jack se había hecho con una pequeña flota mientras asaltaba y robaba.

-Sí. Estamos intentando mantener un modo de vida...alternativo- Explicó la mujer.

-¿A qué os referís?

La mujer sonrió.

-Comercio, una pequeña red comercial. Jack asalta barcos, trae sus riquezas y luego los capitanes de esos barcos- Señaló a la bahía- Los venden por un precio mayor al que tendrían de haber llegado a su destino.

Alan asintió, sorprendido.

-Al parecer el capitán es más que un borracho.

El español sintió la inquisidora mirada de la madame sobre su cuello, era muy intimidante, normal que fuese la jefa de una banda de mujeres asesinas.

-He oído que tienes mucho talento. Tal vez puedas...susederle. Ya chochea.

Alan miró, sorprendido.

-¿Suceder yo al capitán? ¿ No os burléis por favor. Apenas me conocen y soy un tu...

-¡Y yo también estoy tullida!- Afirmó dando golpes a su pierna de marfil- Y eso no me a impedido regentar un negocio.

-¿La prostitución es un negocio?

-Si te pagan, sí.

-¿Y os pagan?

-Lo hacen o les corto las manos.

Alan asintió sonriente.

-Buena forma de asegurar finanzas.

-Lo que os quiero decir, joven Alan es que no os menospreciéis y sobre lo de que Jack apenas os conoce...bueno, eso tendría que estudiarse desde distintos puntos de vistas.

Piratas del Caribe: El último pirata.Where stories live. Discover now