XXI

203 14 0
                                    

Jack le sirvió una copa a Athénaïs y se sentó en la silla, frente a su escritorio. Debía admitir que su "estudio" no estaba para nada ordenado. Los pocos libros que tenían estaban todos por el suelo, las ventanas dejaban entrar una tenue luz cenicienta y sobre las estanterías el condenado mono se acomodaba como en su hogar.

-¿Qué le pasó al chico español? A...Alan- Inquirió la madame mientras sostenía la copa en la mano.

-Perdió una mano, De La Torre se la cortó.

Athénaïs miró perpleja a Jack y dejó la copa en la mesa. El gorrión comprobó como en el rostro de su compañera se reflejaba una triste sombra, la sombra del cruel pasado.

-A veces...siento sensaciones- Dijo Athénaïs, casi en un susurro- Siento un dolor punzante, como si la pierna todavía estuviese ahí. Al chico le pasará lo mismo con la mano.

Jack asintió y miró fijamente a Athénaïs.

-La he visto.

-¿A quién?

-A Angélica.

La madame suspiró.

-Tras tantos años ha vuelto a nuestras vidas. Parece que fue ayer cuando surcábamos los mares los cuatro juntos. Angélica, Héctor, tú y yo. Que jóvenes éramos.

Jack asintió mientras tocaba delicadamente aquello que tenía guardado en su bolsillo.

-Aunque claro...tú nunca has sido hombre de una sola mujer, Jack. Has amado a más de una verdad.

-A ver no tanto como amar. Más bien...- Jack levantó las manos haciendo extraños gestos pero Athénaïs le miró con una sonrisa- Está bien, he amado ¡Que puñeta!

El gorrión sacó el contenido de su bolsillo y se lo tiró a la francesa que sonrió al reconocer aquél pequeño objeto, aquél anillo de plata y rubí que Sparrow siempre había atesorado.

-Oh...Cádiz- Rememoró ella bebiendo ron de su copa- Que buenas experiencias. Fuimos por primera vez a los ¿Dieciocho?

Jack negó.

-A los diecinueve y volvimos tres años después...me la volví a encontrar.

 Athénaïs asintió.

-Sabes, el joven Alan me recuerda a alguien.

-¿De veras?- Inquirió Jack tomando un largo trago.

-Oh..sí. Pelo azabache, agallas desmedidas, altura media, quejica...Sí, claro que me recuerda a alguien, me recuerda mucho a alguien.

Ambos se miraron fijamente y sus miradas colisionaron con furia durante largos segundos, casi eternos. Desataron una guerra entre sus miradas, una guerra que carecía de paz o clemencia, ambos trataban de escrutar la verdad oculta tras las retinas del otro.

-¿A donde quieres llegar, Athénaïs?

Ella se acercó la copa a la boca sin dejar de mirar al pirata.

-Tu dirás, Jack.


Cuando los rayos del sol iluminaron la cara de Alan, él se levanto paulatinamente, sin prisa. Al incorporarse un gran dolor azotó su muñeca izquierda. Alan soltó un quejido doloroso y alzó su brazo izquierdo sobre las sábanas, no recordaba nada, no sabía donde estaba pero todo su mundo se vino abajo cuando vio que en su muñeca izquierda no había mano alguna...unas lágrimas se le escaparon y se dejó caer sobre el colchón, había perdido la mano...era...un tullido ¿Cómo sería su vida ahora? ¿Cómo se fijaría ella en un tullido?

Piratas del Caribe: El último pirata.Kde žijí příběhy. Začni objevovat