IXX

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Mary desenfundó sus pistolas y Anne desenvainó sus dagas gemelas. Alan las miró expectantes, ambas dirigían una mirada siniestra a la mujer de pelo castaño, como si le procesasen la más grande de las iras y el más profundo odio.

-Perra traidora- Le espetó Anne.

Mary cargó sus dos pistolas y apuntó.

-¡¡Boto al diablo!! Te voy a volar los sesos.

Alan dirigió una mirada a Jack. El capitán estaba estático en su puesto, con una mirada fría y clavada en Angélica. Alan nunca había visto semejante expresión en el rostro de su capitán, era de pena y desamor, como si esa mujer ante ellos fuese para Jack lo más importante, aquello que pudiese dar sentido a su vida.

-Te lo dije hace años, Jack- Le habló la morena- Te odio. Estos últimos diez años he sobrevivido con el único propósito de vengarme de ti...aunque deba vender mi alma para ello.

-¡¡Ya la has vendido!!- Le gritó Anne, con sus bellos y desafiantes ojos verdes clavados en los de la compañera del almirante- Voy a sacarte las entrañas del cuerpo.

De La Torre desenvainó la espada.

-Acabemos esto aquí y ahora, gorrión.

Tras sus dos enemigos Alan contempló como otros muchos soldados españoles aparecían, con sus espadas en ristre y sus miradas deseando hacer trizas a todo lo que pareciese pirata, es decir a Alan y a sus amigos.

Alan llevó su mano a la empuñadura de su sable español y desenvainó la lívida hoja blanca.

-Anne...-Alan le guiñó un ojo- Ya te estas conteniendo demasiado.

La pirata sonrió y sin un ápice de miedo, ira o resentimiento cargó contra los españoles. Fue directa hacia Angélica que la recibió con su sable listo. Ambas comenzaron un encarnizado combate en el que el acero silbaba cortando el viento, y los gritos de ambas inundaron la sala.

Todos los presentes se miraron entre sí.

-¿Empezamos a...?- Inquirió De La Torre.

Jack se encogió de hombros, no veo por qué no.

Mary disparó ambas pistolas y dos españoles cayeron. Jack y Alan cargaron contra de la torre mientras Hugo disparaba a los que podía.

De La Torre podía estar medio muerto o lo que quisiese pero en combate era soberbio. Se estaba enfrentando a dos oponentes a la vez y sus movimientos eran perfectamente certeros, la fuerza que empleaba en cada ataque era la justa y necesaria ¿Cómo podría hacer eso cojo de una pierna?

Estaban en desventaja, Mary estaba viéndose superada y Anne se estaba metiendo inconscientemente en una trampa pues sin ella saberlo se estaba acercando a un precipicio, al borde de la estructura en la que estaban. Mientras Alan luchaba trató de buscar una solución ¿qué hacer? ¿Cómo proceder? La respuesta le llegó cuando de la torre le arrojó al suelo. Contempló como las estructuras de aves iban superponiéndose una al lado de otra, formando una gigantesca escalera que finalizaba con la estatua de un halcón, a unos metros sobre un gran domo.

Se puso en pie y se dirigió hacia su amigo.

-¡¡Hugo!!- Le gritó- El tesoro ¡¡Róbalo!!

Para su suerte, el portugués no hizo preguntas, se limitó a golpear la mano de Bellamy, dejando ver una pequeña cagita, más pequeña que la cabeza de un recién nacido ¿Eso era el tesoro que concedía cualquier deseo?

-¡¡Dámelo!!

Hugo lanzó el tesoro y Alan lo pilló al vuelo. Se alejó rápidamente y lo guardó en el bolsillo de su casaca, acto seguido cerró el bolsillo.

Piratas del Caribe: El último pirata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora