Día 12: Las cosas no van como deberían.

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Se encontraba en el cuarto del menor, intentaba hacer que por lo menos lo miré a los ojos a la hora de rechazarlo.
Rogaba y casí llegaba a patalear para poder conseguir unos cuantos besos, caricias o sonrisas de su parte.
Pero él chico estaba demasiado enojado para poder perdonarlo de alguna forma.
Pero estaba feliz porque por lo menos se disculpó con su mejor amigo dejando un seco y muy tonto «lo siento,cabello de zanahoria, pero entiende que tenía celos», en aquel momento no supo sí llorar o reír por aquel momento incómodo.
Pero sabía con cierta claridad y certeza que él menor se estaba disculpando en serio. Pero eso no lo perdonaba a él, por lo menos él Alpha pelirrojo ya no correría el riesgo de ser asesinado.

—¡Vamos!—suplicó con los ojitos de cordero a medio morir.

—Estoy ocupado—no quitaba la vista de su celular mientras escribía de manera veloz—tal vez cuando se vayan los invitados.

Un gruñido bajo hizo que él azabache menor apartara la mirada pasándola en él castaño. Miro su ceño fruncido, los labios curvados en una mueca que pretendía ser de enojo.

—Debés atender a Enma—le susurro acercándose a él con calma—eres él décimo capo de la familia, es tu deber.

—¿Ya no es un zorro?—cuestiono enojado por el comportamiento de su pareja.

—Literalmente es un zorro—murmuro regresando la vista a su teléfono—debes aceptar que es su forma final.

Aquel comentario le causó un cosquilleo algo divertido y molesto en el estómago. En verdad era muy lindo enojado. Pero esa no era su faceta enojada, era la comprensiva y calmada.

—¿Dónde está Giotto?—murmuro suave buscando a su cachorro.

—Se quedó con Kyoya.

—¿Dejaste a mi cachorro con ese traumado por las peleas?

—Reborn, quiero arreglar las cosas entre las dos—se acerca al pequeño para abrazarlo.

—Estoy hablando con Lal—gruño dándole de vuelta el abrazo—¿Qué sucede?

—Quiero invitarte a una cita.

—¿Sin Enma?—cuestiono dejando el celular a un lado—¿Con Giotto?

La pregunta lo tomo un poco por sorpresa, nuca había pensado en llevar a su amigo pelirrojo para que su tutor y amigo se reconciliaran, eso sería pedir morir antes de tiempo y él aún era joven para ocupar una de las tumbas familiares.

—Solo seremos nosotros tres, es una promesa.

Él menor acepto con un sonrisa tranquila en los labios, pero bajo toda esa inocencia y dulzura que demostraba, estaba planeando como hacerle la peor cita al castaño. Porque en el fondo aún estaba enojado, un poco ofendido y tal vez, sólo talvez era para mantener su orgullo como Katekyo Hitman sádico y despiadado.

Tal vez por eso era su culpa en ese preciso instante que su pareja estuviera siendo acosada, y que el tuviera que usar su mirada colérica para asustar a todos aquellos Alphas que pensaban que él guapo castaño era el Omega. ¡Joder! Que los dos eran un par de Alphas con un lindo cachorro que estaba con el ceño fruncido y tal vez sea su culpa que ese adorable cachorro le haya llenado de comida el traje al tonto jefe de una de las nuevas familias mafiosas que acababan de surgir.

Nunca lo diría en voz alta; orgullo ante todo; pero ese pequeño León le hacía sentir orgulloso de ser padre tan pronto, porque como no estar orgulloso de un niño que le hizo dibujos meramente artísticos; sin segundas intenciones según su padre castaño; sobre un costoso traje italiano hecho de seda y a la medida sobre aquel que toco a su pareja. Vaya que nunca diría que él fue quien dió l idea por casualidad a su adorado retoño.
Y cuando esos lindos dedos señalaron a uno de los chicos al otro lado del salón, de mirada fiera, cabello rubio y ojos que podrían congelar hasta el mismo infierno, fue cuando estuvo seguro que era un bonito Omega y que aquel adorable Alpha mayor que su hijo por unos años sería el primero que le daría caza si las cosas iban como imaginaba.

Al final de todo, aquella cita no fue tan desastrosa, ya que a pesar de todo, le recordó la primera vez que salieron juntos en una cena elegante, con la diferencia que a quien lanzó por la mesa del buffet arrastrándolo hasta las puertas de la cocina fue por tocar a su niño sin permiso. Tal vez no fue tan malo luego de ver al hombre orinarse encima de ese traje tan caro. Pero su prometido tenía otra idea al verlo llegar cogiendo de la pierna derecha con rastros de sangre por alguna parte de la camisa. Luego de eso no recordaba mucho, porque cayó desmayado apenas su castaño le dió una sonrisa algo adolorida, porque su conexión les permitía saber qué tan mal se encontraban y este error el día donde había agotado todas sus reservas de energía.

Sólo tal vez, muy en el fondo pensaba que no todo era un desastre aunque no recordara ni la mitad de cosas que hizo en aquel restaurante a lado de sus personas importantes.

Mil años después hay actualización, lo siento :v la facultad. Pero ya salí de vacaciones, disfruten.

La vida de cabeza (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora