Día 2: Ida al parque acuático

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Luego de rogarle al menor perdón para que se dignara a mirarlo. Tal vez hasta a hablarle. Logró conseguir una “segunda cita” con él menor. Muchos dudaban que su relación durará lo necesario, ese pequeño lo enloquecía y aún no aclaraban sí era un alpha o un Omega. Un año más y sabrían por fin que era aquel pequeño, aunque todas las neuronas de su cerebro gritaban que él chico era un serio y dominante Alpha. Su cuerpo se ponía en contra diciendo que un Omega sería lo adecuado, lo que tenía en claro era que un beta no podía ser. Nunca olería tan bien.

—Reborn necesito que te pongas el traje de baño—pidió amable persiguiendo al azabache por el cuarto.

—¡No!—grito transformando a su amado compañero León en una pistola— te Llenaré el cuerpo de plomo sí no me dejas Dame-Tsuna.

Él capo tembló un poco ante el apodó puesto por su pareja y maestro. Cuando lo conoció nunca pensó que fuera un chico Tsundere, él se imaginaba un lindo, adorable y bonito chico de patillas curiosas. Pero no, ahí tenía a un segundo Ciel Phantomhive como novio solamente eso le faltaba.

—Dejá de ser tan orgulloso—lo tomó de la cola negra que sobresalía jalandola un poco consiguiendo algo parecido a un gemido.

—Suéltame—él menor dió un pequeño respingo pataleando y gritando.

Tsuna lo cargo como un pequeño saco de arena en el hombro. Le bajo los pantalones formales de un rápido movimiento y le puso unas bermudas para que se bañara. Miró la camisa manga larga, el saco color negro y esa corbata negra, se las saco tirando al chico en la cama.

—¿Qué haces?—cuestionó al sentir al mayor poner sus piernas entre la suyas, en acto de reflejo rodeó su cintura con sus piernas.

—Te estoy quitando la ropa.

Miró las manos color caramelo desabrochar la ropa, tirando el saco en alguna parte del cuarto. Su piel color caramelo resaltaba con lo pálida que era la suya, sintió las calientes manos del castaño rozar su pecho al desabrochar su camisa, lo miró sacar la ropa y dejarla regada por el piso de la habitación. Lo único que quedaba ahora de su traje formal era su corbata, pero estaba decidió a no quitársela por nada del mundo. Era un regalo de Tsunayoshi no pensaba dejarlo en cualquier lado y en manos de cualquiera.

—Déjame quitarte la ropa—susurró sobre sus labios tomando al azabache por el trasero— quiero que todos te vean guapo en nuestra cita—frase correcta para derretir al chico debajo suyo.

Se besaron como no lo habían hecho antes, un beso profundo, torpe y deseoso de llegar más lejos que eso. Apretó su trasero con descaro rozando sus cuerpos en una fricción tortuosa. Sus hormonas estaban alteradas, esos apetecibles labios rojos lo llevaban a querer devorarlos. Sólo el ruido de la puerta de la habitación siendo tocada los separo antes de que la ropa comenzara a caer por el suelo sin que sea recogida horas después.

—Ya vamos Hayato—calmó las ansías de su pequeña tormenta—, nos buscan Reborn.

Le quitó la corbata cargandolo. Ya tenía todo listo, desde la ropa hasta el parque acuático al que irían a pasar su cita. Lo malo sería ir con todos sus guardianes, ellos no lo dejarían estár a solas con él menor. Chasqueo la lengua enojado.
Todos sus acompañantes lo miraron de un humor extraño durante gran parte del viaje, parecía enojado y disgustado ante sus propios pensamientos. Eso fue sólo la mitad, ya que él azabache menor se sento en sus piernas hablándole de armas. Tal vez él décimo Vongola no hiciera mucho caso sobre esa información pero estaba notablemente feliz de tener al menor de aquella manera.

—Tsuna quiero una casa para León—pidió infantil tomando de la mano al mayor al bajar de la limosina.

—Lo que me pidas pequeño—sonrió alegremente para cumplirle el capricho al chico.

Caminaron por la entrada, simplemente pasando de largo, los conocían no era necesario hablar o decir algo más. Lo tomo de la mano entrelazando sus dedos con amor y cariño. Era cierto, sus padres le habían dicho que cuando encontrará a su destinado, haría todo y cumpliría cada pequeño capricho que esté tuviera. Lo estaba comprobando con aquel pequeño que era su destinado, sentía mariposas en su estómago, mareos y algunas náuseas.
Reborn se apartó del castaño para correr e ir a disfrutar alguno de los juegos del parque acuático. Lo miró andar preopotente y amenazar a unos cuantos adolescentes con su pistola verde y muy confiable amigo León en su hombro adoptando la forma de un flotador para él menor.

—Eso es—lo saludó alegré al caprichoso chico al verlo hacer pucheros pidiendo que lo acompañará.

Estaba rendido ante ese chico de cabello azabache y lindas patillas rizadas. Ese cuerpo de infarto para él. Lo estaba enamorando con sólo observarlo y sonreírle de manera superior. Como siempre, después de todo era Reborn  no sería él mismo sin ser Tsundere y muy caprichoso.

La vida de cabeza (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora