Día 7: No te metas con el sol.

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—Reborn, calma—grito asustado de ver a su pareja a punto de arrancarle la cabeza a la Omega.

Él Alpha más joven mostro los dientes mientras apretaba sobre la yugular de la dama. De aquella rubia que hace poco había llegado a su casa, a pedirle a su futuro esposo. No iba a dejarla vivir luego de intentar arrebatarle lo que era suyo.

—Relájate—Tsunayoshi observo a él pequeño Giotto entretenido ante las acciones de su papá, aplaudeo entretenido.— No lo alientes Gio-chan.—el regaño no impidió que él menor disfrutara el espectáculo.

Él menor sólo siguió riendo al ver a su papá morder el cuello de aquella señora que lo había tratado tan mal. Aplaudió emocionado y rió más cuando Tsuna lo cargo con cuidado.

—Suéltala—le hablo suave usando sus llamas para calmarlo, pero no funciono—Reborn vas ha asustar a Gio-chan.

Él leoncito nego entretenido sin dejar de aplaudir con sus suaves y adorables manitas. Entendía lo que estaba sucedidiendo ya quería que su papá desgarrada la delgada yugular de su victima. Sin duda alguna él pequeño era hijo de aquella gran pantera que mordeo a la mujer dejando que la sangre manchara sus labios.

Pero todo empezo con él sol del décimo Vongola sintiéndose enfermo.
No estaba muy bien, se sentía terrible, la cabeza le daba vueltas, el cuerpo le estaba temblando y sentía unas nauseas horribles. Miró al pequeño rubio que él y su pareja habían tratado como su hijo esos días, luego de arreglar sus asuntos de pareja, había estado muy enfermo. No había ninguna razón, no comió nada en mal estado y no creía estar enfermo. Él pequeño León se acerco con cuidado al azabache.  Restrego la carita contra su pierna derecha buscando calmarlo con sus llamas del cielo, estaba funcionando, cargo al rubio acurrucandose con él y quedar rendido luego de tan malas noches.

Un castaño, jefe de familia y amo de la casa, paseaba con tranquilidad por los pasillos, había logrado terminar el papeleo, sólo iba a ver como estaban Reborn y él pequeño Giotto. Cuando los encontro acostados juntos, sonrió era una escena demasiado encantadora, pero su intuición le decía que algo no estaba bien con su pareja, así que cargo a los dos chicos en brazos para llevarlos hacia donde se encontraba Shamal.

Corrió por los pasillos con el milagro de no lastimarse o caerse por ellos, aún con la pantera y el pequeño león en sus brazos. Cuando entro a la enfermería de la mansión aporreando la puerta, Shamal brincó usando sus mosquitos en defensa propia, pero al ver quien era él responsable se detuvo antes de lograr matar al próximo heredero de Vongola.

—¿Qué te traé por aquí Tsunayoshi?—hablo con calma acomodándose de nuevo en su lugar.

—Reborn...—intentaba recuperar el aliento después de aquella carrera descomunal por los pasillos.

—Yo no atiendo hombres—murmuró nervioso, no sabía como reaccionaría él menor.

—Lo atenderá—caminó amenazante hasta el hombre de cabello castaño—, verás que tiene o yo mísmo te castrare—rugió en signo de afirmación, mientras dejaba al azabache de curiosas patillas en una camilla.

Cargo al pequeño Giotto que pataleaba desesperado y a la vez preocupado. Quería a su papá, no era justo que su papi lo alejará así de aquel comodo y suave chico que sería pronto parte de su familia.
Shamal se dedicó a hacer su trabajo, revisando con cuidado sus signos vitales, sus movimientos en los ojos y hasta su respiración.

—Calma Giotto—uso sus llamas del cielo para calmar al pequeño, pero este sólo se movía de manera frenética entre los brazos de su progenitor.

—¿Han tenido relaciones?—cuestionó derrepente él portador de llamas de la nube.

—Sí—afirmó cargando a Giotto con un esfuerzo sobrehumano ya que este se había pasado a caer más de una vez—, ¿por qué?

La vida de cabeza (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora